De
Luto
Nada
me pesa más
que
una gorda en una funeraria:
redonda,
oscura;
contraste
exacto con la pálida silueta de los cirios.
Al
dar el pésame
lleva
un dolor sincero el tosco manotazo,
y
sus mejillas…
¡Cuanta
sal pueden soportar esas mejillas!
Llora,
tiembla,
estremece
la capilla entre sollozos.
Falta
de oxígeno y amores
como
un higo maduro se derrumba;
entonces,
es urgente
un
mínimo de cuatro caballeros
para
recobrar el suelo arrebatado,
en
tres minutos más la cafetera
sufrirá
el rigor de su retorno.
Torre
de David…
(ruega
por nosotros)
Torre
de Marfil…
(ruega
por nosotros).
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