lunes, 27 de diciembre de 2021

SEBASTIÁN KIRZNER

 

 

 

Los camiones de basura

 


Pediste que alguien levantara

tu mugre trasnochada,

en susurros me dijiste,

al oído que soñabas

que los camiones de basura

te tragaban dentro

comprimida, preguntaste

¿Cómo comprimen los

camiones de basura?

Me aprietan, dijiste

las costillas cerradas

de sueño y los camiones me

llevan dentro; comprimirse

no es fundirse al acero,

es rotar con la basura, dijiste

coqueteando alrededor,

mezclándose con la sangre

¿Cómo era mi sangre antes

del sueño de los

camiones de basura?

Sangre en el pulmón

de mi costilla ahogada, dijiste

ya no nos coqueteamos,

no jugamos a ser violencia

ni a negar el suspiro del otro.

 

Somos como residuos, bolsas negras;

mis arrebatos, mis

intentos de sanarte en el sueño

son en vano, dije

extiende tus manos sucias para

frenar la moledora,

detener la maquinaria; dijiste

ahora me ahogo del todo

y sos incapaz de escaparle al metal

del sueño, dijiste;

                       un ruido agudo como el fin del aire.

 

 

Los camiones de basura,

son caballos de Troya

con un pueblo, no,

con un nombre en su interior, no,

con un hombre en su interior

pegado a los desechos;

soy el que conduce

el que comprime, dijiste

que me conocías del sueño

de los camiones de basura

que yo transportaba tu desperdicio

que manejaba tu cuerpo desgarrado

hacia el basurero, dedos llagados de conductor,

dijiste, calentaban tus piernas desde dentro

de alguien que las contrae

parada por parada.

 

 

Conducir camiones de basura

desde el interior de uno,

que largo debe hacerse el recorrido

imagino dije, creo que no,

creo, que no hay forma no

de hacerlo solo.

 

La ciudad se recorta en paradas

para recoger basura,

como basquetbolistas de la noche

encestan sus bolsas perfectamente

y corren, casi un triatlón, me dije,

un triatlón de desperdicios,

levantamiento, lanzamiento, maratón,

la ciudad como botín, no,

la ciudad como pista de obstáculos.

Dijiste, ¿qué te pasa pendejo?

y lanzaste dos golpes a mi cara

de conductor gordo y seco,

¿Qué te pasa pendejo? esquive el golpe;

Por un instante se oyó solo el ruido

del motor encendido,

pero evitamos el movimiento.

 

 

Volví a soñar me dijiste,

dije no, silencio, primero la historia

dije te amo, idiota yo, no,

camiones de basura trasportando

camiones de basura, algo nuevo

me dijiste, putas mamushkas de metal

pensé,

pero no produje sonido alguno.

Si oyeras mi voz de nuevo,

por miedo a que…

oyeras mi voz de nuevo.

 

En esta nueva guerra,

no, la del sueño, no, te dije,

los camiones de basura

serán los tanques de guerra

de la prole.

 

¿De la prole?, dijiste

pendejo se te cae el sexo

al suelo y me hablas

de tanques de guerra y metal,

se te cae el sexo

y lo arrastrás por todo

buenos aires,

y me hablas de la guerra

de la prole, pendejo

sos una mierda.

Pienso,

que soy una mierda

¿Cómo era mi sexo

antes del sueño de los

camiones de basura?

Era duro pedazo de metal

pulido,

olía a leche caliente

y galletas,

a labios abrigados;

ahora huele tanto a basura

que si dejara de hablar,

sin duda, no,

dudando, no, sin dudar

me lanzarían

al camión de la basura.

 

Escribir la literatura

gastada de la carne,

llevándome la poesía

fijada al cuerpo, dije

un cuerpo vestido de pobre

interfiere con otro

cuerpo vestido de pobre.

Poética como café negro,

poética del vaso de agua

en mesa de lectura de poetas, dije

invítenme que aun no apesto tanto,

que no tengo tan podrido

el cuerpo, ni se me caen tanto

las tetas al suelo, como para

no poder leerme.

que aun no supuro sangre

ni tengo tan deforme y negra

la cara, para no poder levantar

la mirada de la hoja y recitar, dije,

recitar la boca llena de poesía.

 

Escribir sobre ciudad, no,

escribir con la ciudad a cuestas,

no, escribir sobre tierra.

 

Soñé, nuevamente, dijiste.

Dije no, basta, harto yo de tus sueños,

dije, me niego a oírte de nuevo,

a tratar de comprenderte pitonisa.

Dijiste, camiones… no!

Escuchame…no!

Camiones detenidos en el centro

de cada calle…basta!

Inmóviles.

Luego silencio.

…Y el tránsito?

Pregunté,

el tránsito?, dijiste

El tránsito perece.

 

 

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