martes, 17 de mayo de 2022


 

PHILIP LEVINE

 

 


La música del tiempo

 

 

La joven mujer que cose
Junto a la ventana murmura una canción
Que no conozco; apenas oigo
Unas pocas notas, y cuando los camiones
Descienden por la calle llena de huecos
La música se ha ido. Antes de las
Sombras que proceden de la
Gran catedral, puedo verla
Una vez más trabajando, y luego
Oigo en el repentino silencio
del anochecer una música silente
salida desde su habitación. Hago a un lado
mis papeles, me lavo y me visto
para comer en uno de esos lugares
de comida marina en las avenidas
cerca del puerto, donde más tarde
irán a dormir los mendigos. Después
camino por horas por el Barrio
Chino pasando por las puertas
Abiertas de los pequeños bares y huecos
Desde donde las voces de los viejos
Ladran canciones pasadas de moda
Sobre el desamor. “Esto es el mundo”,
Pienso, “esto es lo que aquí me trajo
Hace unos años”. Ahora puedo
Volver a mi cuarto de soltero,
Puedo echarme despierto en la oscuridad
Revisitando todos los sucesos triviales
Del día que ha pasado; un día comienza
Cuando el sol aclara las oscuras cúpulas
Del dios de alguien más, y yo despierto
En una inundación de polvo a mi venido de
ninguna parte, y de ninguna parte viene
la voz real de alguien más.

 

 

E. E. CUMMINGS

 

 

Quién sois, pequeño yo…

 

 

quién sois, pequeño yo

de cinco años o seis
mirando desde una alta

ventana: el oro de

la tarde de noviembre

pensando: que si el día
tiene que hacerse noche

ésta es una hermosa manera

Puedo acariciarte dijo él…

puedo acariciarte dijo él
gritaré dijo ella
sólo una vez dijo él
es divertido dijo ella

puedo tocarte dijo él
cuánto dijo ella
mucho dijo él
por qué no dijo ella

vámonos dijo él
no demasiado lejos dijo ella
qué es demasiado lejos dijo él
donde tu estás dijo ella

puedo quedarme dijo él
cómo dijo ella
así dijo él
si me das un beso dijo ella

puedo moverme dijo él
me quieres dijo ella
si lo estás deseando dijo él
pero me estás matando dijo ella

pero la vida es así dijo él
pero y tu mujer dijo ella
ahora dijo él
oh dijo ella

estupendo dijo él
no te detengas dijo ella
oh no dijo él
más despacio dijo ella

¿te corres? dijo él
ummm dijo ella
¡eres divina! dijo él
eres Mío dijo ella

 

 

Nota: Edward Estlin Cummings nombre del poeta conocido como E. E. Cummings

 

JOSÉ SANTOS CHOCANO

 

  

A un asno

 

 

Joven asno, que trotas y te alejas
con tu carga de amor, oye mi acento;
y no porque te zumbe alegre el viento
sacudas tus larguísimas orejas.

Óyeme, asno cruel, ¿por qué no cejas?…
¿Por qué huyes con tu aldeana en el asiento,
si símbolos de dicha son, jumento,
las herraduras que estampadas dejas?

¡Joven asno, oye bien! Yo te daría
este rincón que es el mejor del prado,
este árbol que hace sombra todo el día,

este arroyuelo que temblando arranca…
¡por ese pie que aprieta tu costado,
por esa mano que palmea tu anca!

 

 

EMILIO ADOLFO WESTPHALEN

 

 

La mañana alza el río

 

 

La mañana alza el río la cabellera
después la niebla la noche
el cielo los ojos
me miran los ojos del cielo
despertar sin vértebras sin estructura
la piel está en su eternidad
se suaviza hasta perderse en la memoria
existía no existía
por el camino de los ojos por el camino del cielo
qué tierno el estío llora en su boca
llueve gozo beatitud
el mar acerca su amor
teme la rosa el pie la piel
el mar aleja su amor
el mar
cuántas barcas
las olas dicen amor
la niebla otra vez otra barca
los remos el amor no se mueve
sabe cerrar los ojos dormir el aire no los ojos
la ola alcanza los ojos
duermen junto al río la cabellera
sin peligro de naufragio en los ojos
calma tardanza el cielo
o los ojos
fuego fuego fuego fuego
en el cielo cielo fuego cielo
cómo rueda el silencio
por sobre el cielo el fuego el amor el silencio
qué suplicio baña la frente el silencio
detrás de la ausencia mirabas sin fuego
es ausencia noche
pero los ojos el fuego
caricia estás los ojos la boca
el fuego nace en los ojos
el amor nace en los ojos el cielo el fuego
el fuego el amor el silencio

 

 

LECONTE DE LISLE

 

 

 

El colibrí

 

 

El verde colibrí, rey de las colinas,
Viendo la aurora y el sol claro
Brillar en su nido de hierbas finas,
Como fresco rayo del aire escapado.

Alzó el vuelo por las fuentes vecinas,
Donde siente el bambú el mar azaro,
Donde la Asoka de fragancias divinas
Y al corazón un relámpago ha dado.

Hacia la dorada flor desciende, se posa,
Liba tanto amor en la copa de la rosa,
Que muere salado, sin agotarla, tal vez.

En tu labios puros, ¡oh, mi bien amado!
¡Cómo el alma que quiso perecer
Del primer beso que la ha perfumado!

 

Nota: Charles Marie René Leconte de Lisle, nombre del poeta conocido como Leconte de Lisle.

 

 

NANCY BACELO

 

  

Recojo apenas a penas junto
un poco de besos la piel del abrazo
una ceja / esquivo el hielo / el filo
del cuchillo / doy de comer al labio
inferior / busco la oreja izquierda
digo el mensaje cierro el recorrido
y un terremoto atronador
me arrastra sin sentido.