jueves, 31 de enero de 2013

JORGE LUIS BORGES





Diecisiete Haiku



11.-


Ésta es la mano
que alguna vez tocaba
tu cabellera.

ANTONIO MACHADO






La Saeta




¿Quién me presta una escalera,
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
Saeta Popular


¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!


GISELA GALIMI






De entrecasa


No es la gran soledad
son los pequeños vacíos
horas en que la oficina
te fagocita,
exprime.
El tiempo que el niño duerme
su frágil siesta de hilo
y yo administro la rutina
cotidiana y doméstica,
malabarismos de la nada.

No son los grandes dolores
son las pequeñas frustraciones
el diario sin leer
las uñas hace tres días sin pintar
el no poder hacer el dobladillo del vestido de salir
ni necesitarlo.



PABLO NERUDA





Poema 08...



Abeja blanca zumbas -ebria de miel- en mi alma
y te tuerces en lentas espirales de humo.

Soy el desesperado, la palabra sin ecos,
el que lo perdió todo, y el que todo lo tuvo.

Ultima amarra, cruje en ti mi ansiedad última.
En mi tierra desierta eres la última rosa.

Ah silenciosa!

Cierra tus ojos profundos. Allí aletea la noche.
Ah desnuda tu cuerpo de estatua temerosa.

Tienes ojos profundos donde la noche alea.
Frescos brazos de flor y regazo de rosa.

Se parecen tus senos a los caracoles blancos.
Ha venido a dormirse en tu vientre una mariposa de sombra.

Ah silenciosa!

He aquí la soledad de donde estás ausente.
Llueve. El viento del mar caza errantes gaviotas.

El agua anda descalza por las calles mojadas.
De aquel árbol se quejan, como enfermos, las hojas.

Abeja blanca, ausente, aún zumbas en mi alma.
Revives en el tiempo, delgada y silenciosa.

Ah silenciosa!

MARIZEL ESTONLLO





Celebración de una gracia


A Atilio.J.Castelpoggi



He conocido la luz
después del reflejo en un espejo roto.

Allí donde encontré el amor a un poeta.

En el inicio de la magia
la palabra
abre la perspectiva del asombro
y en la leyenda del otoño incito una grieta
para penetrar el origen.

Alguien muy suave me acompaña
"Apenas un cuidador de palabras"
o "Un maestro de las sombras"
o un sabio de corazón alegre y manos de niño
que supo tomar la rebelión de mi sangre
haciéndola causa de un nuevo abismo.

Hoy dos pájaros negros dejan su temblor en un cielo abierto
y cubren la intemperie de sus alas
en lazados en la contemplación de una llama violeta.

La gracia es una virtud de lo absoluto.


CECILIA ERASO





Epílogo


He ahí, en kilómetros,
el tamaño de mi soledad.