sábado, 20 de marzo de 2021


 

CIRA ANDRÉS

  

 

Barquitos de papel

 

 

Mi madre hace barquitos de papel
y me recuerda que de niña
los poníamos sobre la zanja para verlos perderse.

 

Mientras dobla los papeles me comenta
«parecen de verdad»
y los va colocando en las aguas
¿tranquilas, tumultuosas?
de la repisa
donde el polvo a su voz
resplandece.

 


MIRTA AGUIRRE

 

  


Doña iguana

 

 

Por la mañana,
girandolilla,
va Doña Iguana
con su sombrilla,
giradorola,
puesta en la cola.
Señora Iguana
de Varadero,
girandolana,
girandosoles,
con un sombrero
de caracoles.
Con una saya,
girandolaya,
de espuma fina;
con su abanico,
girandolina,
verde perico.
Girandulera,
si te doy piña,
dame una pera.
Girandochuela,
para una niña
que va a la escuela.
Una manzana,
girandolana,
y una ciruela.

 



KAREN VILLEDA

 

 

 

III. Sobre el agua y los derechos que reclaman los Nez Perce

 

 

Mi querido Coyote También entre los que Mi querido Coyote Bebieron de esa agua hasta achisparse Cayeron rendidos como el cielo de junio Es la palabra que origina todo Maravillosa. El agua El Agua que Habla a Los que Viven en El Agua. El agua es para el Maestro Especial Mi querido Coyote El agua es solamente para los naciditos Mi querido Coyote

 

Aquel niño taciturno era el hijo de Leotis Mackenzie, quien tenía de mascota a un caballo enano. “Esto es un diminutivo”, le decían. Leotis Mackenzie, quien tenía de mascota a un caballo enano y un criadero de más de noventa apalusas. Leotis Mackenzie, quien tenía de mascota a un caballo enano y lo llevaba consigo a donde fuera.




JOSÉ MORENO VILLA

 

 

 

Separación (I)

 

 

Ya no tocan los ángeles sus clarines
y los demonios de la carne se acurrucan medrosos.
Una gran sordera
recorre las galerías de mi alma sin ti.
Vanidosamente, pienso que mis gemidos alcanzan alturas bíblicas,
y que mis brazos llenan en aspa el cielo azul, hoy turbio.

 

No gimo, no hablo. En el silencio sin fondo
se propaga mi angustia.
Mis ojos persiguen tu aroma
y mi olfato se ciega en tu desaparición.
¿Qué destino dar a estas manos que sostuvieron
la bengala de la felicidad?
¿Cómo volver a los asuntos vulgares
este pensar que vivía de tu presencia?
Desencajado y roto voy, miserable carrito,
al paso del asno de la melancolía,
por una cuesta sin vértice,
devorando las hojas del calendario vivido.
Hay un sábado rojo y un domingo de luz
que ya son carne y médula de mis días futuros.
Con ellos, y con la aurora de tus dientes inmaculados,
y con el secreto alentador de tus ojos,
seguirán mis pies más seguros hacia el oriente.
¿Por qué, por quién fué quitada la escalera de mi departamento?

 

¿Por qué, por quién fueron tapiadas sus ventanas?
¿Por qué, por quién se ordenó mi soledad?
Sólo vosotros, los que camináis indefensos
y desnudos por la selva sin éxito,
comprenderéis este desgarrón inefable
que hace querer la vida por encima de todo.
El miserable carrito sin estabilidad
fué carroza y tren poderoso.
Bendita, vendita tú, ¡ay de mí!
¡Bendita tú por haberme querido!
Por haberme conducido a través de la felicidad,
camino de la desventura.

 

SERGIO BRICEÑO GONZÁLEZ

 

 


Alucinación

 


Se llama Dolores
la morena
del pantalón acampanado
que entra al bar

 

Largo el cabello
rizadas las pestañas

 

con la boca roja
pinta
el caballito
de tequila

 

Lo beberá de Hidalgo
y en sus tobillos
sonará la campana
de mezclilla

 

Para después lanzar un guaco
de ebriedad
o de lujuria

 

Un grito de contento
al tomarse de golpe
el ruidoso licor

 

Y allende su cintura
el galopar
de unas bragas
encendidas de blanco
olorosas a crin

 

Acampanada mulata
que bebe hasta las heces
cada copa de agave

 

Y a cada Hidalgo
que le piden
sonriendo
los amigos
del bar
suena una campana
silenciosamente dulce
entre sus piernas negras.

 

 

ALBERTO LISTA

 

 

 

A las ruinas de Sagunto



Salve, oh alcázar de Edetania firme,
ejemplo al mundo de constancia ibera,
en tus ruinas grandiosa siempre,
noble Sagunto.

 

No bastó al hado que triunfante el peno
sobre tus altos muros tremolase
la invicta enseña, que tendió en el Tíbera
sombra de muerte,

 

cuando el Pirene altivo y las riberas,
Ródano, tuyas, y el abierto Alpe
rugir le vieron, de la marcia gente
rayo temido.

 

El raudo Trebia, turbio el Trasimeno
digan y Capua su furor: Aufido
aún vuelca tintos de latina sangre
petos y grebas.

 

Digno castigo del negado auxilio
al fuerte ibero: que en tu orilla, oh Turia,
pudo el romano sepultar de Aníbal
nombre y memoria.

 

Pasan los siglos, y la edad malvada
y el fiero tiempo con hambriento hierro
gasta, y la llama de la guerra impía,
muros y tronos;

 

mas no la gloria muere de Sagunto:
que sus ruinas del fatal olvido
yacen seguras, más que tus soberbias,
Rómulo, torres.

 

Genio ignorado su ceniza eterna
próvido asiste: que infeliz, vencida
más gloria alcanza, que el sangriento triunfo
da a su enemigo.

 

Resiste entera tu furor, oh peno:
para arruinada tu furor, oh galo:
lucha y sucumbe, de valor constante
digno modelo.

 

A la fortuna coronar no plugo
su santo esfuerzo; mas la antigua injuria
sangrienta Zama, Berezina helado
venga la nueva.