domingo, 2 de noviembre de 2025


 

AMBROSIO GALLEGO

 


 

Aprended esta fórmula de irse

 

 

Una pequeña habitación sin vistas,
de camino a Santiago en la ruta de la plata.
La pareja subió el mejor de los jamones
y tres cajas de rioja transbordantes.
Dicen que hasta viagra y vaselina,
y algo de dulce coca como postre.
Que nadie nos moleste, por favor,
hasta que hayamos muerto (risas).
Terroso olor a sexo entre lo ibérico
que refulge en las manos y los labios,
mientras el vino pendenciero les roba
toda la ropa de la orilla.
Allí, desnudos como nadie ha oído,
violaron su tristeza para siempre.
Durante dos semanas sólo fueron
cuerpos viviendo para sí mismos,
sin meta ni esperanza redentora.
Oh, sudor, flujos, vino con jamón,
hambre saciada y lento semen…
Aprended esta fórmula de irse
del mundo de los muertos.

 

De: “Amor maduro busca”

 

 

ZÉLIE LARDÉ

 

  

Ofrenda

 

 

De este vaso de hiel que la vida me dio, a fuerza de sufrimientos he logrado formar un surtidor de miel, pura y aromada.

Bébela, toma toda la que quieras… mi miel es inagotable porque mana del alma.

 

De: “Poemas de mi soledad”

 

 

NOÉ LIMA

 

  

El niño lanza llamas

 

 

Cruzo una avenida
se abre como amapola dormida en unos ojos de
ceniza
apenas veo como tropiezan los años
derramados en una alcantarilla
la luna cae lentamente
en el espejo nocturno de las cantinas
la cruzo y ya los pétalos del sueño se van
sintiendo en cada hueso
en el naufragio de algún barco de papel
que ya no nos cabe en el pecho
el niño lanza llamas bosteza
en el inútil despertar del sol
en la caja durmiente latiendo bajo una estrella
tuerta
en ese exilio donde caben las letanías del
incendio de las mañanas
en la vacía sombra deletreando nuestros miedos
la calle es una serpiente húmeda
que tiembla de pavor ante el pasado
sigo caminando
y veo al niño perezoso
quemándose los parpados
con las invocaciones del viento de marzo
mientras la madrugada pierde la voz
la vergüenza
la enamorada herida en cada abuso
la hundida puñalada de los trenes de San José
ese humor negro en cada bocanada de los buses
sigo caminando
y aún no encuentro la luz de un puñal perfecto.

 

MAURICIO MARQUINA

 

 

Exorcismos

 

 

Empeñado, de cara al exorcismo cruel de tu belleza, puedo alumbrar estas iridiscencias caudalosas. Estas radiaciones de bruto en celo, de bruto casi nube cautivado por el exorcismo que nunca se detiene. Ahora sin sosiego, no sufre la invasión crepuscular, ni siquiera juega a empaparse con rayos de luz en auroras boreales. Admiro condenadamente su turbación, sus falsos aleteos alrededor del exorcismo. Una marea anida en nuestros ojos cada vez que el exorcismo vuela y se posa entre ramajes pasionales.

Cada suspiro es una nube que habla, que suelta de alguna manera lenguas de llamaradas en ramilletes, rebalsando de latidos el pecho. ¡Ah, exorcismo de pasión o amor! ¡De fuego o de brazas! ¡De embrión o criatura viva! ¡De universo o de viento! ¡De carne o de espíritu! ¡Ah, exorcismo milenario retorciendo espirales de caracolas, retorciendo espirales de polvo, retorciendo espirales de humos de fogatas nocturnas a orillas de nuestras playas! Un cauce emocionado le obliga a despenarse, a dejarse ir al fondo. Tiene uno que segregar sus poderes ensalivados, estos poderes que nos abren el misterio encerrado en el ritual exorcista.

Entonces, una lluvia de pájaros ilumina toda la escena con destellos que se cruzan en el aire, que habitan en todos nosotros, que sueltan sus vuelos sin límites, sus vuelos en el cielo. Hay en esta atmósfera una oscura sed sin tiempo que abre el telón, una inflorescencia abriendo oscuros remansos entre las gradas del escenario: y llega el curandero, el sagrado chaman que viene a libar la sustancia, hasta morder los orígenes del exorcismo.

El exorcismo abre su libación de energías, cargando la región que le alimenta, manteniéndolo vivo. Esa abertura enciende otras puertas, otros cuerpos, otras dimensiones, otras vertientes donde habitan mágicas palabras, palabras llaves del cosmos expandiéndose, palpitante, abriendo sus brazos estrellados hacia otras galaxias tiernamente cercanas. Un alarido llamea después del choque estelar, entre plumajes de astros, entre cabelleras de cometas enredando sus giros al exorcismo. Esa magia que está sumergida entre la verde esmeralda atravesada de excitaciones, hasta bañarse de chalchihuite, para mojarse del todo. Mas el exorcismo continúa siempre prendido. Alza lluvias en torbellinos para desatarse entre nosotros hasta descender entre nuestros propios oasis. Luego va invadiéndonos de nuevo con su respiración hecha de acertijos, con todos sus acercamientos, sus invenciones, sus miedos, sus distanciamientos premeditados casi a punto de volverse huracanes. Y antes de desaparecer la superficie del exorcismo es aparentemente tranquila, no hay ondas ni móviles reflejos. Pero no me engaño, tras esa apariencia de espejo hay un torbellino siempre a punto de estallar. Pero bastan dos palabras y el exorcismo queda roto.

 

Diario CoLatino, sábado 22 de diciembre de 2003.

 

CAMILO RESTREPO MONSALVE

 

  

Interior. Cantina–Penumbra

 

 

Al entrar
encontramos a Papá
llorando

doblado sobre la barra
musitaba una plegaria
en lenguas de fuego

—nubes etílicas
opacaban su rostro—

Hermano y yo
lo tomamos por los brazos
e intentamos levantarlo

fue inútil
su cuerpo de gran roble
yacía derrumbado
y la llama
ya lo carcomía
desde adentro

Una tea inmensa
como un lucero
se había empozado
dentro de su pecho

 

KENIA CANO

 

 

 

Maleta cósmica



Transportas todo en tu pequeña maleta.
La portada por ángeles.
El ángel de la incertidumbre y el de la confianza súbita.

Dejas zapatos, calzones y un dragón con boca aguerrida.
(Un alarido que sólo se dio en el juego.)

Vas con la maleta vacía para despedir la casa de los abuelos
y la regresas llena de preguntas,
de historias a punto de aparecer.

Estábamos en una tierra aún sin nombre.
La sala aún no era cuarto,
el cuarto no tenía paredes,
las paredes silenciosas sin tus trabajos del colegio.

Y luego: ¡un cartel con tortugas!

La lentitud con la que todo se iría acomodando.
Un ropero rojo, tu cama de barco, un tlacuache al que nombraste Sam.

Letras en la puerta de tu habitación:
Toc toc
Estamos aquí, en fila
Objetos,
               olivos para la nueva cama,
                           ostras para abrir los sueños,
                                                                   oleaje azul.

Mudanza de tus primeras piyamas consteladas.