domingo, 2 de noviembre de 2025

MAURICIO MARQUINA

 

 

Exorcismos

 

 

Empeñado, de cara al exorcismo cruel de tu belleza, puedo alumbrar estas iridiscencias caudalosas. Estas radiaciones de bruto en celo, de bruto casi nube cautivado por el exorcismo que nunca se detiene. Ahora sin sosiego, no sufre la invasión crepuscular, ni siquiera juega a empaparse con rayos de luz en auroras boreales. Admiro condenadamente su turbación, sus falsos aleteos alrededor del exorcismo. Una marea anida en nuestros ojos cada vez que el exorcismo vuela y se posa entre ramajes pasionales.

Cada suspiro es una nube que habla, que suelta de alguna manera lenguas de llamaradas en ramilletes, rebalsando de latidos el pecho. ¡Ah, exorcismo de pasión o amor! ¡De fuego o de brazas! ¡De embrión o criatura viva! ¡De universo o de viento! ¡De carne o de espíritu! ¡Ah, exorcismo milenario retorciendo espirales de caracolas, retorciendo espirales de polvo, retorciendo espirales de humos de fogatas nocturnas a orillas de nuestras playas! Un cauce emocionado le obliga a despenarse, a dejarse ir al fondo. Tiene uno que segregar sus poderes ensalivados, estos poderes que nos abren el misterio encerrado en el ritual exorcista.

Entonces, una lluvia de pájaros ilumina toda la escena con destellos que se cruzan en el aire, que habitan en todos nosotros, que sueltan sus vuelos sin límites, sus vuelos en el cielo. Hay en esta atmósfera una oscura sed sin tiempo que abre el telón, una inflorescencia abriendo oscuros remansos entre las gradas del escenario: y llega el curandero, el sagrado chaman que viene a libar la sustancia, hasta morder los orígenes del exorcismo.

El exorcismo abre su libación de energías, cargando la región que le alimenta, manteniéndolo vivo. Esa abertura enciende otras puertas, otros cuerpos, otras dimensiones, otras vertientes donde habitan mágicas palabras, palabras llaves del cosmos expandiéndose, palpitante, abriendo sus brazos estrellados hacia otras galaxias tiernamente cercanas. Un alarido llamea después del choque estelar, entre plumajes de astros, entre cabelleras de cometas enredando sus giros al exorcismo. Esa magia que está sumergida entre la verde esmeralda atravesada de excitaciones, hasta bañarse de chalchihuite, para mojarse del todo. Mas el exorcismo continúa siempre prendido. Alza lluvias en torbellinos para desatarse entre nosotros hasta descender entre nuestros propios oasis. Luego va invadiéndonos de nuevo con su respiración hecha de acertijos, con todos sus acercamientos, sus invenciones, sus miedos, sus distanciamientos premeditados casi a punto de volverse huracanes. Y antes de desaparecer la superficie del exorcismo es aparentemente tranquila, no hay ondas ni móviles reflejos. Pero no me engaño, tras esa apariencia de espejo hay un torbellino siempre a punto de estallar. Pero bastan dos palabras y el exorcismo queda roto.

 

Diario CoLatino, sábado 22 de diciembre de 2003.

 

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