martes, 4 de junio de 2019


IVÁN OÑATE





El acusado 



Yo,

que he sido cruel, tierno, torpe,
lúcido y
alguna vez
en ojos de un amigo que amé y
luego olvidé en una taberna: poeta,

deambulo
borracho y desnudo a medianoche. Por ciegas
y gimientes salas
tropiezo con vagos hombres vestidos de enfermero
y algo sufre
algo se lamenta interminable
cuando la noche cae
y me da a beber
su sombra y su veneno. ¿Quién está aquí?
¿Quién está aquí? Algo pasa,

una bandeja donde flota un algodón, un niño y
un guante muerto
pasa. Y mientras busco una salida,
entre los dedos del médico, desesperadas
laten todavía unas vísceras antes de caer
en las fauces del perro. ¿Estás acaso por aquí
Carlota, mi hermana? ¿Dime?

¡Por Dios,
ya es tiempo de que paren esta lluvia!

¿Cómo saber
si eso que me lastima desde la niebla roja
es la realidad
y esta agua y esta sangre y este dolor
solamente frutos de mi repodrida cabeza?

Cómo saber
si todo está empapado. Y desnudo,
no hay lugar para un fósforo, peor
para el resplandor de un ángel
o de un rayo
señalándome la tiniebla exacta
donde habito. Porque entonces,

en su definitiva luz
yo vería la soga que espera
y sabría por fin,
quién es el acusado y
quién acusa.

Pero no os desesperéis
mis buenos hijos de cura párroco, ya tendréis
tiempo
para todos mis traumas
servidos en una mesa. Juro
que los legaré a la posteridad
como aquel magnánimo que legó el riñón, o su testículo derecho.

Por ahora,
tiradme una manta, una ironía
con su corrosión amable dentro del pecho,
que ya no aguanto con este frío,
con esta culpa.


De: “Anatomía del Vacío”




BEATRIZ RUSSO





Tu voz vacía



Porque tu voz ya no es sonora,                                            
a veces me llamo por mi nombre con tu voz,

Cierro mis ojos vehementes y me pronuncio.
Entonces llegas sonoro a mi pecho
y te protejo con mis manos
para que no te me escapes de nuevo.
Sólo un instante, el mismo que te desapareció,
instante de bola de fuego que me traspasa
dejándome un hueco en el tórax,
como una ventana abierta que me despierta
con el repetido sueño de buscar la manta con los pies.

Porque tu voz ya no es sonora,
a veces me llamo por mi nombre con tu voz
y aún lloro tu muerte inventada.
Mi rostro se posa sobre tu lápida
y te escribo un epitafio con mis lágrimas
e insomne te velo con el riguroso luto 
de mis ojos oscuros, de mis ojos enterrados
en vida bajo la tumba de mi almohada.

Me muero de frío,
la ventana está rota,
no hay manta a los pies  de mi cama
y sin embargo, aún sueño que regresas
y me hablas al oído.


De: “En la salud y en la enfermedad”



JAIME HUENÚN




Cisnes de Rauquemó



Buscábamos hierbas medicinales en la pampa
(limpiaplata y poleo, yerbabuena y llantén).
El sol era violeta, se escarchaban los pastos.
Bajaba el Rahue oscuro, ya sin lumbre de peces.

Oímos mugir vacas perdidas en la Vega,
y el ruido de un tractor camino a Cancha Larga.
Llegamos hasta el río y pedimos balseo,
un bote se acercó silencioso a nosotros.

Nos hablaron bajito y nos dieron garrotes,
y unos tragos de pisco para aguantar el frío.
Nadamos muy ligero para no acalambrarnos.
La neblina cerraba la vista de la orilla.

En medio del junquillo dos cuerpos de agua dulce,
blancos como dos lunas en la noche del agua,
doblaron sus dos cuellos de limpia plata rotos,
esquivando sin fuerza los golpes y el torrente.

Cada uno tomó un ave de la cola o las patas,
y remontó hacia el bote oculto entre los árboles.
Los hombres encendieron sus linternas de caza
y arrojaron en sacos las presas malheridas.

Nos marchamos borrachos, emplumados de muerte,
cantando unas rancheras y orinando en el viento.
En mitad de la pampa nos quedamos dormidos,
cubriéndonos de escarcha, de hierba y maleficios

RODRIGO PETRONIO





I



El placer de ser olvidado.
Beber la eternidad con labios de limbo.
Tocar cada cosa. Por primera vez.
Como quien se ve partiendo.
Dudar de la muerte. Como quien la viese.
Besar tu rostro. Como si yo no existiera.


De: “Dentro de la estrella blanca”.

Tradución Eduardo Langagne


PABLO ALDACO





Gotas de Agua



A solas mis Pasos llevan mi cuerpo al Encuentro con el Ruido de las Gotas de Agua. Cada Gota es un Deseo. Cada Esperanza de Gota en mis oídos, Éxtasis Puro en la Sangre. Los Minutos discurren como el Agua tibia de este Invierno. Cae sola el Agua y nos mira. Viene desde Arriba y va hacia Abajo y Abajo termina y estando Abajo nos mira ya esparcida. Naufraga por los huecos del asfalto viejo. Es pisada, blasfemada y adorada. Gotas de Agua que naufragan por las Líneas de mi Mano Abierta.


JOSUÉ VEGA LÓPEZ





valeria



día de fiesta
en que las risas van apagadas

la música se congestiona
en las aburridas
piernas bailadoras
( algunos mueven el bote indiscriminadamente )
y es el aire
una invitación
al fracaso

las luces iluminan la pista
en la que una manada
de leones hambrientos
olfatean el culo de las hembras
y fuman un cigarro

muestran sus dientes
en una lúcida ocurrencia
mientras desanudan
sus corbatas

( los ojos ávidos
o los menos experimentados
buscan torpemente más allá de la bragueta )

en las sillas estamos los perdedores
los mirones empedernidos
siguiendo el vaivén de las grupas
la ronca celebración del instinto

y el corazón abrumado:

ahí en medio
valeria
la bomba prodigiosa
la loca del enramado
frugal promesa del deseo
poniendo el nombre a la noche
una gota derramando sus muslos

y yo tan miedoso
tan estúpidamente tieso
para decirle de qué está hecha
para enseñarle sus olores
y trepar su mirada encendida

valeria la insondable
la madeja
de colores encrespados
la profunda hija de la macana
moviendo la noche
llevándosela a la cama
con todo y los leones
del día de fiesta
y los perdedores
–y yo con ellos–
a derrumbar el silencio
a avasallar el clítoris
en una penetración multitudinaria


De: “Cuerpo en añicos”