Tu voz vacía
Porque
tu voz ya no es
sonora,
a
veces me llamo por mi nombre con tu voz,
Cierro
mis ojos vehementes y me pronuncio.
Entonces
llegas sonoro a mi pecho
y
te protejo con mis manos
para
que no te me escapes de nuevo.
Sólo
un instante, el mismo que te desapareció,
instante
de bola de fuego que me traspasa
dejándome
un hueco en el tórax,
como
una ventana abierta que me despierta
con
el repetido sueño de buscar la manta con los pies.
Porque
tu voz ya no es sonora,
a
veces me llamo por mi nombre con tu voz
y
aún lloro tu muerte inventada.
Mi
rostro se posa sobre tu lápida
y
te escribo un epitafio con mis lágrimas
e
insomne te velo con el riguroso luto
de
mis ojos oscuros, de mis ojos enterrados
en
vida bajo la tumba de mi almohada.
Me
muero de frío,
la
ventana está rota,
no
hay manta a los pies de mi cama
y
sin embargo, aún sueño que regresas
y
me hablas al oído.
De: “En la salud y en la
enfermedad”
No hay comentarios:
Publicar un comentario