Cisnes de Rauquemó
Buscábamos
hierbas medicinales en la pampa
(limpiaplata
y poleo, yerbabuena y llantén).
El
sol era violeta, se escarchaban los pastos.
Bajaba
el Rahue oscuro, ya sin lumbre de peces.
Oímos
mugir vacas perdidas en la Vega,
y
el ruido de un tractor camino a Cancha Larga.
Llegamos
hasta el río y pedimos balseo,
un
bote se acercó silencioso a nosotros.
Nos
hablaron bajito y nos dieron garrotes,
y
unos tragos de pisco para aguantar el frío.
Nadamos
muy ligero para no acalambrarnos.
La
neblina cerraba la vista de la orilla.
En
medio del junquillo dos cuerpos de agua dulce,
blancos
como dos lunas en la noche del agua,
doblaron
sus dos cuellos de limpia plata rotos,
esquivando
sin fuerza los golpes y el torrente.
Cada
uno tomó un ave de la cola o las patas,
y
remontó hacia el bote oculto entre los árboles.
Los
hombres encendieron sus linternas de caza
y
arrojaron en sacos las presas malheridas.
Nos
marchamos borrachos, emplumados de muerte,
cantando
unas rancheras y orinando en el viento.
En
mitad de la pampa nos quedamos dormidos,
cubriéndonos de escarcha,
de hierba y maleficios
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