domingo, 11 de julio de 2021


 

RAÚL GONZÁLEZ TUÑÓN

 



La luna con gatillo

 

 

Es preciso que nos entendamos.

Yo hablo de algo seguro y de algo posible.

Seguro es que todos coman

y vivan dignamente

y es posible saber algún día

muchas cosas que hoy ignoramos.

Entonces, es necesario que esto cambie.

 

El carpintero ha hecho esta mesa

verdaderamente perfecta

donde se inclina la niña dorada

y el celeste padre rezonga.

Un ebanista, un albañil,

un herrero, un zapatero,

también saben lo suyo.

 

El minero baja a la mina,

al fondo de la estrella muerta.

El campesino siembra y siega

la estrella ya resucitada.

Todo sería maravilloso

si cada cual viviera dignamente.

 

Un poema no es una mesa,

ni un pan,

ni un muro,

ni una silla,

ni una bota.

 

Con una mesa,

con un pan,

con un muro,

con una silla,

con una bota,

no se puede cambiar el mundo.

 

Con una carabina,

con un libro,

eso es posible.

 

¿Comprendéis por qué

el poeta y el soldado

pueden ser una misma cosa?

 

He marchado detrás de los obreros lúcidos

y no me arrepiento.

Ellos saben lo que quieren

y yo quiero lo que ellos quieren:

la libertad, bien entendida.

 

El poeta es siempre poeta

pero es bueno que al fin comprenda

de una manera alegre y terrible

cuánto mejor sería para todos

que esto cambiara.

 

Yo los seguí

y ellos me siguieron.

¡Ahí está la cosa!

 

Cuando haya que lanzar la pólvora

el hombre lanzará la pólvora.

Cuando haya que lanzar el libro

el hombre lanzará el libro.

De la unión de la pólvora y el libro

puede brotar la rosa más pura.

 

Digo al pequeño cura

y al ateo de rebotica

y al ensayista,

al neutral,

al solemne

y al frívolo,

al notario y a la corista,

al buen enterrador,

al silencioso vecino del tercero,

a mi amiga que toca el acordeón:

—Mirad la mosca aplastada

bajo la campana de vidrio.

 

No quiero ser la mosca aplastada.

Tampoco tengo nada que ver con el mono.

No quiero ser abeja.

No quiero ser únicamente cigarra.

Tampoco tengo nada que ver con el mono.

Yo soy un hombre o quiero ser un verdadero hombre

y no quiero ser, jamás,

una mosca aplastada bajo la campana de vidrio.

 

Ni colmena, ni hormiguero,

no comparéis a los hombres

nada más que con los hombres.

 

Dadle al hombre todo lo que necesite.

Las pesas para pesar,

las medidas para medir,

el pan ganado altivamente,

la flor del aire,

el dolor auténtico,

la alegría sin una mancha.

 

Tengo derecho al vino,

al aceite, al Museo,

a la Enciclopedia Británica,

a un lugar en el ómnibus,

a un parque abandonado,

a un muelle,

a una azucena,

a salir,

a quedarme,

a bailar sobre la piel

del Último Hombre Antiguo,

con mi esqueleto nuevo,

cubierto con piel nueva

de hombre flamante.

 

No puedo cruzarme de brazos

e interrogar ahora al vacío.

Me rodean la indignidad

y el desprecio;

me amenazan la cárcel y el hambre.

¡No me dejaré sobornar!

 

No. No se puede ser libre enteramente

ni estrictamente digno ahora

cuando el chacal está a la puerta

esperando

que nuestra carne caiga, podrida.

 

Subiré al cielo,

le pondré gatillo a la luna

y desde arriba fusilaré al mundo,

suavemente,

para que esto cambie de una vez.

 

 

 

JOSEFINA DE LA TORRE

 

 


 

Agua clara...

 

 

Agua clara del estanque.  

Era un espejo del chopo  

y alfombra verde del cielo  

con reflejos de los árboles.  

¡Oh si yo hubiera podido  

entrar con los pies descalzos  

y ser el viento en el agua  

y hacer agitar el chopo!

 

 

MIGUEL TEURBE TOLÓN

 

 


 

 

Mi propósito

 

 

Primero el corazón en que se anida

mi inmenso amor a Cuba, haré pedazos;

primero romperé mil y mil lazos,

que me atan al carro de la vida.

 

Primero del dolor la copa henchida

apuraré hasta el fin en breves plazos;

primero, como Scévola, mis brazos

pondré sobre la pira enrojecida.

 

Primero, gota a gota, lentamente,

proscripto, errante, el suelo americano

regará sin cesar mi lloro ardiente;

 

Primero mi verdugo sea mi mano

que merecer de un déspota insolente

el perdón de ser libre y ser cubano!

 

 

 

ITZA TORRES

 

 


 

No era amor.

 

 

 

tal vez

“Quizá no era amor, tal vez,

era esa pequeña necesidad de

sentir algo diferente que marcara

mi vida, por una eternidad.

Una eternidad, marco esa

pequeña necesidad, de

sentir algo que no era amor.”

 

 

AGUSTÍN AGUILAR TAGLE

 

 


Diálogos en el Vimana

 

 

Todo sucede en un nave que vuela bajo un estratonimbo sobrecogedor.

Aunque en su exterior la máquina asemeja un avión relativamente moderno, el interior de la nave reproduce el moblaje y la decoración de un vimana*. Pero este detalle sólo es percibido por quienes saben reconocer el crujir de un baldaquino, el sedoso frufrú de almohadones bordados con escenas del Ananga Ranga, el rechinido de un viejo charpoi...

Viaja Kama Hanuman Ganesha en el vimana, y con él se encuentran Arundhati Nogueda Chávez, Natalia Ruiz Ochoterena, Ocípete Cascuijo Ramos y Margarita Toledo Sigüenza, discípulas amadas y amantes del maestro.

Escuchan las guiadas al guía, como quien mira el pabilo tembloroso de una vela a punto de extinguirse.

Ahora, menos joven -dice Kama Hanuman Ganesha-, absolutamente extraviado y sin ángel de la guarda, envuelto en ropas raídas, ajadas, deshilachadas, anuncio, hijas mías, la oscuridad para este siglo que apenas comienza. Con el primer cigarro del día entre los labios y con una taza de café y leche por desayuno, yo mismo me asomamo al espejo y pregunto en nombre de toda la humanidad: ¿Y si estoy absolutamente equivocado? ¿Y si lo que ayer creí cierto es sólo un tejido de falsedades y argumentos inconsistentes, a la luz del nuevo día? El escepticismo consuetudinario es considerado sedicioso, porque se resuelve en el deseo de confirmación o, en su defecto, en el ansia de cambio y en la acción generadora del cambio mismo. Peligran, entonces, las formas establecidas de la moral, de la religión, del arte, de la erótica, de la familia, de todo. Pero, cosa curiosa, y aquí está el germen del encanto, el riesgo que corren esas formas incluye su misma reivindicación. Porque no se trata de destruir sino de colocar en situación de crisis cada elemento de la realidad, y conocer así su peso, su textura, su estado, su composición química, su biología, su historia. El aniquilamiento bárbaro y ciego del pasado no es una buena estrategia. De hecho, es una acción estúpida… y fea. Al presentarnos como los atilas del establishment, nos volvemos amargos e insoportables en medio de los nuestros, y la gente empieza a dudar... sí, pero a dudar en invitarnos a la reunión del viernes, porque sabe que somos capaces de echar a perder la velada con dos o tres dogmas estúpidos que pretenden acabar con otros dos o tres dogmas igualmente estúpidos (todos los dogmas son, por definición, estúpidos, como todas las generalidades, incluso esta generalidad–todos los dogmas son estúpidos– se vuelve estúpida si un grupo de personas lo toma como bandera de su cosmología y lo presenta como plataforma política o como evangelio religioso). En cambio, el anarquista encantador hace pública su lucha en contra de los poderes fácticos sin desconocer los rasgos positivos de sus representantes y de las bondades de la cultura vigente. Insisto, señoritas, que debemos quitarle el poder teológico al pontífice romano, y distribuir sus funciones entre todos los que hemos sido bautizados.

¿Y qué hacemos con sus ropajes, caballero? –pregunta Natalia.

No sé -responde el maestro-. El solideo es semejante a los kipot judíos. Yo lo olvidaría, es muy aburrido. La mitra, sugiero que se ofrezca como trofeo al mejor chef del mundo (y que cada cuatro años cambie de manos, como la legendaria Jules Rimet). Y en cuanto al palio arzobispal, propongámoslo como nueva moda entre las bañistas de Ipanema. ¡Sólo el palio, sin más prenda que el palio!

Caballero –advierte Ocípete–, le recuerdo que está entre damas decentes, pudorosas y recatadas. Que andemos las cuatro desnudas en su cama, no le da derecho a atacar los usos y costumbres de nuestra Santa Madre Iglesia…

-Es que soy anarquista, ¿saben?

Arundhati, la más joven, suspira: Y un anarquista encantador, nadie lo niega. ¿Otro daiquiri?

*Un vimana (también llamado pushpaka) es un artefacto volador de la India mítica. En cierto momento de sus aventuras, Rama viaja a Ayodya en un vimana. Es muy probable que algunos de los Objetos Voladores no Identificados de los siglos XX y XXI sean, precisamente, vimanas.

 

 

ELVIO ROMERO

 

 


Tormenta

 

 

La noche ha sido larga.

Como desde cien años

De lluvia,

De una respiración embravecida

Proveniente de un fondo de vértigo nocturno,

De un cántaro colorado

Jadeando en la tierra,

El viento ha desatado su tempestad violenta

Sobre el velo anhelante de la ilusión

Efímera, sobre los fatigados menesteres,

Y tú y yo, en la colina

Más alta,

En el rincón de nuestros dos silencios,

Abrazados al tiempo del amor, desvelándonos.

 

Deja que el viento muerda sobre el viento.

 

Yo te cerraré los ojos.