jueves, 14 de agosto de 2025


 

ABDULLA PASHEW

 

 

El mundo libre

 


El mundo libre ha escuchado por tanto tiempo
el pulso del petróleo en el corazón de las cosas
que se ha convertido en un jorobado,
sordo como piedra.
No oye las montañas ardiendo.

 

SHERKO BEKAS

 

 

El viento

  

Tu amor es como “el viento”
Cuando quiero estar inflamado
Viene y me apaga
Tu amor es como el “viento”
Una vez que estoy inflamado
Viene y me enciende

 

 

MATÍAS JOSÉ MORALES

 

  

 

Amapola conoce el dolor
un domingo templado



Ella mira fijo el suelo.
De sus ojos un línea punteada
termina en el cuerpo de su gato muerto.
Atrás, entre las nubes, un estruendo.
Ranas saltan justo
en el momento perfecto, y la humedad
que recorre su cuerpo, ahora
se retira con tristeza de la historia.
El objetivo es demostrar una compasión
que ningún camionero ha sentido.
La Ruta Cinco Sur puede ser cruel
y le gusta, la dureza
lo confirma, se excita con cada mascota
que aplana. Ella mira fijo y una lágrima
cae, su compañero la recoge
en el aíre y, al igual que las ranas
cuando se revientan, lanza un crujido
evaporado en el aire.

 

 

ALEJANDRO SEBASTIANI VERLEZZA

 

 

vagando

yo presiento
tu retumbo

si atravieso el traste.


 

ALICE RAHON PAALEN

 

 


Gruta

 


Gruta de bronce
amplificador de las tempestades
de los dos hemisferios
donde las sombras no pueden morir
la cabeza del búho de piedra
vela
sobre la ciudad de los marinos
Limbos de fuentes no nacidas
de amores ahogados
bajo parejas de falsos amantes
falsos pensamientos
falsas ventanas
en las murallas de la noche
falsa virtud de los débiles
nuestros huesos encrespándose en el fuego
desierto calcinado de espera
donde reina la loca del espejo.

 

 

JÓZSEF ATTILA

 

   

Saludos a Thomas Mann



Como el niño que ya quisiera descansar
y ha llegado a la calma del lecho del hogar
y todavía pide: "¡No te vayas y cuenta!"
(que así la oscura noche no lo asirá violenta),
mientras su corazón palpita atormentado
sin saber qué prefiere, si estar acompañado
o escuchar que le cuenten historias formidables,
nosotros te pedimos que te sientes y hables.
Hablamos como ayer, aunque no lo olvidamos.
Di que estás con nosotros y nosotros estamos
contigo, todos los que respetamos tu nombre
y tenemos problemas a la altura del hombre.
Tú que sabes muy bien que el poeta no miente,
háblanos de la luz que brilla en nuestra mente
y, allende lo real, muéstranos la verdad.
Así juntos podemos vencer la oscuridad.
Haz que, como Hans Castorp, que veía a través
del cuerpo de madama Chauchat, podamos
escrutarnos esta noche. Por tu hablar melodioso
no pasa el ruido. Háblanos de lo malo y lo hermoso,
que del luto al anhelo pueda el pecho ascender.
Al pobre Kosztolányi¹ enterramos ayer
y, como abrió en su cuerpo el cáncer un abismo,
Estados-Monstruo roen sin tregua al humanismo.
¿Qué más vendrá, inquirimos —las almas de horror
plenas,
de dónde nos azuzan nuevas ideas-hienas?
¿Hierven nuevos venenos que quieren infiltrarnos?
¿Y hasta cuándo habrá un sitio en que puedas
hablarnos?
Queremos que, al oírte, o nos abandonemos
y que todos los hombres como tales quedemos,
y que nuestras mujeres sean libres y hermosas
—todos seres humanos— pues ahora estas cosas
escasean. Maestro, siéntate y haz tu cuento.
Te escuchamos. Y alguno estará muy contento
nomás que de mirar, aquí frente a estos bancos,
a un europeo entre los blancos.

 

1.- Dezó Kosztolányi (1885-1936), célebre narrador, ensayista y poeta húngaro.