"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 31 de julio de 2016
JUAN LOZANO Y LOZANO
Cuando
escucho tu voz, tiene mi oído
una imposible sensación candente,
pues que fluyen tus labios sutilmente
el ritmo sideral, hecho sonido.
una imposible sensación candente,
pues que fluyen tus labios sutilmente
el ritmo sideral, hecho sonido.
Rayo
de sol caído sobre un lago
de miel, así tu cabellera bruna;
y cuando miras, tu mirar aúna
la emoción de lo intenso y de lo vago.
de miel, así tu cabellera bruna;
y cuando miras, tu mirar aúna
la emoción de lo intenso y de lo vago.
Y
pienso al estrechar tus manos buenas,
que en mis manos impuras
se han transfundido todas las blancuras;
hostias, nieves, armiños y azucenas.
que en mis manos impuras
se han transfundido todas las blancuras;
hostias, nieves, armiños y azucenas.
ORIETTA LOZANO
Despojada
Dónde despertar, en qué momento,
lo inmediato duele, quema,
explota bruscamente entre mis cejas.
La búsqueda se ha perdido,
el tiempo cayó goteando por tus ojos
todo crimen quedó estático en mis sienes,
yo me hundo en cada flor como la abeja
y ningún fruto se perfila.
Me he despojado de todo encuentro,
sobre mi hombro se posa el pájaro del silencio
y a veces, sólo a veces, la carcajada del delirio,
viene a perforar los huesos a mi hastío.
Dónde despertar, en qué momento,
lo inmediato duele, quema,
explota bruscamente entre mis cejas.
La búsqueda se ha perdido,
el tiempo cayó goteando por tus ojos
todo crimen quedó estático en mis sienes,
yo me hundo en cada flor como la abeja
y ningún fruto se perfila.
Me he despojado de todo encuentro,
sobre mi hombro se posa el pájaro del silencio
y a veces, sólo a veces, la carcajada del delirio,
viene a perforar los huesos a mi hastío.
MARÍA ELVIRA LACACI
A la
poesía
Me siento vagabunda de las Letras.
Quiero comer mi pan con el mendigo.
Beber vino de todos.
Tomar el sol
tendida
sobre la hierba húmeda.
Tener una guitarra
con cuerdas de latidos, entregados.
Tocarla por los pueblos.
Que los hombres –de colores distintos–
bailen al son de ella
con sus modales
toscos
y su verdad sencilla
a flor de labio.
Me siento vagabunda de las Letras.
Quiero comer mi pan con el mendigo.
Beber vino de todos.
Tomar el sol
tendida
sobre la hierba húmeda.
Tener una guitarra
con cuerdas de latidos, entregados.
Tocarla por los pueblos.
Que los hombres –de colores distintos–
bailen al son de ella
con sus modales
toscos
y su verdad sencilla
a flor de labio.
JULIO LLAMAZARES
11.
Si te pusiera copos de tierra sobre la boca...
Si te
pusiera copos de tierra sobre la boca, sabrías la acidez que me posee.
Si apoyase mis preguntas en tus hombros, te desmoronarías como una
estatua de sal.
(¿O acaso puede alguien soportar el equilibrio de los árboles más altos?)
Pero no quiero condenarte a ser cuenco de nieve o roca muda.
Advierto en tus andenes una espera infinita y tus silencios me son agrios
como bruma.
Los mercaderes montan sus puestos de mentiras y perfumes a tu paso.
Tus recuerdos esperan, apostados como perros, el momento en que se incendie
la nostalgia.
Reconozco que mis preguntas aumentarían tu indefensión.
Si apoyase mis preguntas en tus hombros, te desmoronarías como una
estatua de sal.
(¿O acaso puede alguien soportar el equilibrio de los árboles más altos?)
Pero no quiero condenarte a ser cuenco de nieve o roca muda.
Advierto en tus andenes una espera infinita y tus silencios me son agrios
como bruma.
Los mercaderes montan sus puestos de mentiras y perfumes a tu paso.
Tus recuerdos esperan, apostados como perros, el momento en que se incendie
la nostalgia.
Reconozco que mis preguntas aumentarían tu indefensión.
LUIS FELIPE VIVANCO
Me asomo a tu belleza
«Cuando mi pensamiento va hacia ti se perfuma.»
Rubén Darío
Recibo y agradezco tu espuela de inquietud y tu deslumbramiento,
tu racha de criatura que sustituye a Dios suficiente y cercana.
Tal vez buscabas a tientas, con ojeras pasivas y cautivas,
lo que no puede haber, ni triunfar, ni ocupar mis risas y mis lágrimas.
Pero quedaba aparte el corazón poroso
mientras las manos aprendían su polvorienta y libre trashumancia.
Una vez y otra vez la belleza y su ausencia,
un pozo inhabitable y marginal, no me bastaban.
Y ahora, casi encendido en triunfo y perspectiva
de homenaje viril, me asomo a tu belleza sin alhajas.
¿Qué veo y qué sospecho? ¿Qué huelo y qué respiro?
¿Qué sombra está nevando, qué nieve está reuniendo sus pestañas?
En el mar de los celtas que añoras y ambicionas
y un muerto ejemplar y un desafío de murallas falsas.
Me asomo a tu belleza con retraso y me pongo a llorar como un cuclillo
no dejo de amarte aunque a tu lado me duele mucho la garganta.
Me duelen las palabras que no digo y el tranvía de tantos desaciertos,
me duelen y persiguen tus épocas sin mí y el pecho pastoril de tu cabaña.
Me atrevo a la delicia de los frutos que hay que morder contigo
me ciño a tu pelo deshecho de burbujas y a tu persona que no acaba.
Mi cabeza preside mis hombros y vagones prosaicos en el muelle
mi corazón en cambio renueva su permiso de asistir a tu fábula
¿Qué máquinas te piensan con orgullo, qué orquesta te respeta
qué múltiples telares y monturas te disculpan y halagan?
Ondeando y sonando discrepas de ti misma y eliges tu impaciencia y tu locura
pero pronto se llenan tus pupilas de rápidas chorreras y piedrecitas blancas.
Tu aparición destruye los cielos más nublados y enlutados
misteriosa y ligera, y encinta de otras nubes como el agua
Cazadora y asidua confirmas tu radiante promesa de Artemisa
provocando el tumulto de las fieras que van en pos de tus pisadas.
Me asomo a tu belleza y no consigo comunicar contigo
que estás sola en la arena, nadando hacia el oscuro promontorio y esperándome.
«Cuando mi pensamiento va hacia ti se perfuma.»
Rubén Darío
Recibo y agradezco tu espuela de inquietud y tu deslumbramiento,
tu racha de criatura que sustituye a Dios suficiente y cercana.
Tal vez buscabas a tientas, con ojeras pasivas y cautivas,
lo que no puede haber, ni triunfar, ni ocupar mis risas y mis lágrimas.
Pero quedaba aparte el corazón poroso
mientras las manos aprendían su polvorienta y libre trashumancia.
Una vez y otra vez la belleza y su ausencia,
un pozo inhabitable y marginal, no me bastaban.
Y ahora, casi encendido en triunfo y perspectiva
de homenaje viril, me asomo a tu belleza sin alhajas.
¿Qué veo y qué sospecho? ¿Qué huelo y qué respiro?
¿Qué sombra está nevando, qué nieve está reuniendo sus pestañas?
En el mar de los celtas que añoras y ambicionas
y un muerto ejemplar y un desafío de murallas falsas.
Me asomo a tu belleza con retraso y me pongo a llorar como un cuclillo
no dejo de amarte aunque a tu lado me duele mucho la garganta.
Me duelen las palabras que no digo y el tranvía de tantos desaciertos,
me duelen y persiguen tus épocas sin mí y el pecho pastoril de tu cabaña.
Me atrevo a la delicia de los frutos que hay que morder contigo
me ciño a tu pelo deshecho de burbujas y a tu persona que no acaba.
Mi cabeza preside mis hombros y vagones prosaicos en el muelle
mi corazón en cambio renueva su permiso de asistir a tu fábula
¿Qué máquinas te piensan con orgullo, qué orquesta te respeta
qué múltiples telares y monturas te disculpan y halagan?
Ondeando y sonando discrepas de ti misma y eliges tu impaciencia y tu locura
pero pronto se llenan tus pupilas de rápidas chorreras y piedrecitas blancas.
Tu aparición destruye los cielos más nublados y enlutados
misteriosa y ligera, y encinta de otras nubes como el agua
Cazadora y asidua confirmas tu radiante promesa de Artemisa
provocando el tumulto de las fieras que van en pos de tus pisadas.
Me asomo a tu belleza y no consigo comunicar contigo
que estás sola en la arena, nadando hacia el oscuro promontorio y esperándome.
De: "Libro de los caminos"
ELSA LÓPEZ
Hoy
quiero…
Hoy quiero regresar.
Tengo miedo al saber
que la higuera se va volviendo grana,
y al viejo nisperero le han crecido los gajos
hasta alcanzar la casa.
Hoy quiero regresar.
Cuando febrero se acerca, ya sin frío,
para recobrar aquel remolino de almendras
y tuneras.
Aquel olor salitre y miel de abeja
que se despeñaba, cuesta abajo,
por el camino de la ermita y los dragos.
Hoy quiero regresar
al muelle, las noraes, y la sirena de los barcos.
Regresar a ti,
al otro lado de los sueños,
por donde multiplicas
la ternura y los muertos.
1982
De: "Inevitable océano" 1982
sábado, 30 de julio de 2016
EDUARDO GARCÍA
La isla
Tus caricias. El mar. Los cocoteros.
La sábana enredada entre tus piernas.
El maitre del hotel, su voz de frío:
«Veinticuatro horas, ¡ya sabe!».
Supe que un día era un plazo inconcebible,
que tan sólo unas horas bastarían.
Conocí el huracán, la madreselva.
Conocí el ancho cielo interminable.
Conocí las espadas y el enigma,
la boca del dolor, la del deseo,
la súplica que anuncian los labios no besados,
qué tibio el corazón cuando se precipita.
Cuantas mujeres hay en este mundo
las conocí por ti. En ti dormían.
Tus caricias. El mar. Los cocoteros.
La sábana enredada entre tus piernas.
El maitre del hotel, su voz de frío:
«Veinticuatro horas, ¡ya sabe!».
Supe que un día era un plazo inconcebible,
que tan sólo unas horas bastarían.
Conocí el huracán, la madreselva.
Conocí el ancho cielo interminable.
Conocí las espadas y el enigma,
la boca del dolor, la del deseo,
la súplica que anuncian los labios no besados,
qué tibio el corazón cuando se precipita.
Cuantas mujeres hay en este mundo
las conocí por ti. En ti dormían.
De: "Las cartas marcadas"
JAVIER SALVAGO
HEBERTO PADILLA
Técnicas del acoso
Pueden fotografiarlas
junto a un rosal
en un jardín etrusco
frente a la columnata del Partenón
con sombreros enormes
entre cactus en México
llevando los colores de moda
el pelo corto o largo
y boinas de través como conspiradores:
no cambiarán
no dejarán de ser las mismas
la barbilla en acecho
el rostro de óvalo
y los ojos cargados de un persistente desamparo
¿pero qué pensamientos
se agitan debajo de las melenas crespas
o lacias
de estas muchachas que ilustran
las revistas de moda?
Casi todas son pálidas
y están como cansadas
Las líneas de sus manos son estrictas y melancólicas
Mudan cada seis meses
de vestidos zapatos peinados y sombreros
y yo siempre descubro
un rizo fantasmal
bajo la onda bermeja
No importa que se cubran con pieles de visón
o lleven botas de vinilo
faldas de cuero
o usen nuevas pelucas:
siempre las reconozco
bajo cualquier disfraz
lo mismo que a un espía
Además
me persiguen en trenes o en aviones
sobre todo de noche
se benefician con la oscuridad
andan de tres en tres
a mi espalda
a mi lado
frente a mí
Dos trepan a los árboles
con la cámara en la mano
otra resbala debajo de un avión
con el ojo torcido de las agonizantes
y observan y miden mis reacciones
para indagar si tiemblo o lloro ante la muerte
Que sufra
tenga hambre o las desee
no les
importa
Su tarea
no es hacer el amor sino ilustrarlo
Pueden fotografiarlas
junto a un rosal
en un jardín etrusco
frente a la columnata del Partenón
con sombreros enormes
entre cactus en México
llevando los colores de moda
el pelo corto o largo
y boinas de través como conspiradores:
no cambiarán
no dejarán de ser las mismas
la barbilla en acecho
el rostro de óvalo
y los ojos cargados de un persistente desamparo
¿pero qué pensamientos
se agitan debajo de las melenas crespas
o lacias
de estas muchachas que ilustran
las revistas de moda?
Casi todas son pálidas
y están como cansadas
Las líneas de sus manos son estrictas y melancólicas
Mudan cada seis meses
de vestidos zapatos peinados y sombreros
y yo siempre descubro
un rizo fantasmal
bajo la onda bermeja
No importa que se cubran con pieles de visón
o lleven botas de vinilo
faldas de cuero
o usen nuevas pelucas:
siempre las reconozco
bajo cualquier disfraz
lo mismo que a un espía
Además
me persiguen en trenes o en aviones
sobre todo de noche
se benefician con la oscuridad
andan de tres en tres
a mi espalda
a mi lado
frente a mí
Dos trepan a los árboles
con la cámara en la mano
otra resbala debajo de un avión
con el ojo torcido de las agonizantes
y observan y miden mis reacciones
para indagar si tiemblo o lloro ante la muerte
Que sufra
tenga hambre o las desee
no les
importa
Su tarea
no es hacer el amor sino ilustrarlo
De: "El justo tiempo humano"
MICHEL LEIRIS
Tú
Mi libro de canto dorado que no quiero leer de cabo a rabo.
Mi tarta de aniversario que no precisa de velas para estar iluminada.
Mi alcohol que transporta sin náuseas ni dolor de cabeza.
Mi banco para una inmaterial suerte de carpintería
Mi barco de recreo siempre listo para hacerse a la mar.
Mi violín que se hace melodía en cuanto mi mano roza sus cuerdas.
Mi arma de precisión no atacada por la herrumbre.
Mi aurora en los verdes jardines y en las pilas de carbón.
Mi sendero del bosque jalonado de blancos guijarros.
Mi fábula demasiado maravillosa para sufrir el post-scriptum de una moraleja.
Mi castillo de torrecillas múltiples, desvanecido apenas se baja el puente levadizo.
Mi unidad, en la presencia y en la ausencia.
Mi alfabeto -de arco iris a zodíaco- con viñetas pintadas en los tonos más ácidos,
y en los tonos más suaves.
Mi desgarrón y lo que zurce
Mi prueba por el nueve.
Mi parte y mi todo.
Mi panacea.
Mi suerte.
Mi razón y mi sinrazón.
Mi frescor y mi fiebre.
Mi libro de canto dorado que no quiero leer de cabo a rabo.
Mi tarta de aniversario que no precisa de velas para estar iluminada.
Mi alcohol que transporta sin náuseas ni dolor de cabeza.
Mi banco para una inmaterial suerte de carpintería
Mi barco de recreo siempre listo para hacerse a la mar.
Mi violín que se hace melodía en cuanto mi mano roza sus cuerdas.
Mi arma de precisión no atacada por la herrumbre.
Mi aurora en los verdes jardines y en las pilas de carbón.
Mi sendero del bosque jalonado de blancos guijarros.
Mi fábula demasiado maravillosa para sufrir el post-scriptum de una moraleja.
Mi castillo de torrecillas múltiples, desvanecido apenas se baja el puente levadizo.
Mi unidad, en la presencia y en la ausencia.
Mi alfabeto -de arco iris a zodíaco- con viñetas pintadas en los tonos más ácidos,
y en los tonos más suaves.
Mi desgarrón y lo que zurce
Mi prueba por el nueve.
Mi parte y mi todo.
Mi panacea.
Mi suerte.
Mi razón y mi sinrazón.
Mi frescor y mi fiebre.
Versión de Antonio Martínez Sarrión
JOSE MARIA DE HEREDIA
Jasón y
Medea
A Gustave Moreau
Ambos, en los boscajes que sintieron el són
de contiendas remotas; mágica paz nacía,
y alba de milagrosas lágrimas los ceñía
bañándolos en fértil y extraña floración.
Por los aires flotaba letal emanación.
Su palabra el poder del encanto decía;
el héroe, tras ella, de sus armas vertía
relámpagos radiantes del ilustre Toisón.
Sobre lagos de plata llovía luz del cielo.
aves maravillosas pasaban, y su vuelo
en el bosque regaba pedrería luciente.
Amor les sonreia. Mas la fatal esposa
llevábase consigo, colérica y celosa,
con su padre y los dioses, los filtros del oriente.
Versión de Otto de Greiff
A Gustave Moreau
Ambos, en los boscajes que sintieron el són
de contiendas remotas; mágica paz nacía,
y alba de milagrosas lágrimas los ceñía
bañándolos en fértil y extraña floración.
Por los aires flotaba letal emanación.
Su palabra el poder del encanto decía;
el héroe, tras ella, de sus armas vertía
relámpagos radiantes del ilustre Toisón.
Sobre lagos de plata llovía luz del cielo.
aves maravillosas pasaban, y su vuelo
en el bosque regaba pedrería luciente.
Amor les sonreia. Mas la fatal esposa
llevábase consigo, colérica y celosa,
con su padre y los dioses, los filtros del oriente.
Versión de Otto de Greiff
JULIO LLAMAZARES
El
río traía a veces zapatos de mujeres entre las hojas tiernas
y los troncos muertos.
Pero nosotros cruzábamos los puentes con canciones y pañuelos de azafrán.
Y, en el verano, colgábamos pendientes de cerezas en las orejas de la amada.
Más allá, en su memoria, los ciervos se incendiaban como flechas de sangre:
veloces en sus ojos azules y lejanos; rojos en sus cabellos heridos por la bruma.
y los troncos muertos.
Pero nosotros cruzábamos los puentes con canciones y pañuelos de azafrán.
Y, en el verano, colgábamos pendientes de cerezas en las orejas de la amada.
Más allá, en su memoria, los ciervos se incendiaban como flechas de sangre:
veloces en sus ojos azules y lejanos; rojos en sus cabellos heridos por la bruma.
De: "Memoria de la nieve" 1982
viernes, 29 de julio de 2016
ALTAGRACIA SAVIÑÓN
¡Mírame
desde lejos!
Mírame desde lejos.
Hace ya tanto tiempo que mi vida
Es un martirio trágico y acervo,
Que huyó la dicha a una región sombría,
Dejándome en recuerdo...
Y que el dulce panal de mi alegría
Lo amargaron de intento.
Yo que supe emprender la oscura vida
Por un camino lóbrego e incierto.
¡Ay! Yo siento aletear sobre mi frente
Un pájaro funesto,
Que me narra la oscura pesadumbre
De algún abismo tétrico.
No te acerques, por Dios, nunca mi alma,
Respeta ese misterio;
Sigue solo tu senda de alegrías
Que la esfinge se deja en el desierto.
Cuando turbas el reposo de la hora,
El palpitar de un corazón enfermo,
De una guitarra los dolientes ecos
Escucho y no te veo...
Pienso en tus ojos negros cual la noche,
Con negruras de trópico e infierno,
Y en la infinita soledad del alma,
Yo, por amarte tanto, siento miedo.
Y la triste leyenda de mis cuitas,
La guardo en el misterio
De tus ojos tan negros que hacen daño.
Mírame desde lejos...
[Publicado en La Cuna de América, el 10 de marzo, 1913.]
Mírame desde lejos.
Hace ya tanto tiempo que mi vida
Es un martirio trágico y acervo,
Que huyó la dicha a una región sombría,
Dejándome en recuerdo...
Y que el dulce panal de mi alegría
Lo amargaron de intento.
Yo que supe emprender la oscura vida
Por un camino lóbrego e incierto.
¡Ay! Yo siento aletear sobre mi frente
Un pájaro funesto,
Que me narra la oscura pesadumbre
De algún abismo tétrico.
No te acerques, por Dios, nunca mi alma,
Respeta ese misterio;
Sigue solo tu senda de alegrías
Que la esfinge se deja en el desierto.
Cuando turbas el reposo de la hora,
El palpitar de un corazón enfermo,
De una guitarra los dolientes ecos
Escucho y no te veo...
Pienso en tus ojos negros cual la noche,
Con negruras de trópico e infierno,
Y en la infinita soledad del alma,
Yo, por amarte tanto, siento miedo.
Y la triste leyenda de mis cuitas,
La guardo en el misterio
De tus ojos tan negros que hacen daño.
Mírame desde lejos...
[Publicado en La Cuna de América, el 10 de marzo, 1913.]
ELSA LÓPEZ
MARÍA ELENA WALSH
"Yo dormía pero mi corazón velaba..."
Cantares
Como a sus vanas hojas
el tiempo me perdía.
Clavada a la madera de otro sueño
volaban sobre mí noches y días.
Cantares
Como a sus vanas hojas
el tiempo me perdía.
Clavada a la madera de otro sueño
volaban sobre mí noches y días.
Poblándome
de una
nostalgia distraída,
la tierra, el mar, me entraban en los ojos
y por ociosas lágrimas salían.
nostalgia distraída,
la tierra, el mar, me entraban en los ojos
y por ociosas lágrimas salían.
Cuántos
papeles ciegos
en la tarde vacía.
Qué multitud de imágenes miradas
como a través de una mortal llovizna.
en la tarde vacía.
Qué multitud de imágenes miradas
como a través de una mortal llovizna.
Entorpecidas
sombras
en vez de manos mías,
de tanto enajenarse en los espejos,
todo lo que tocaba se moría.
en vez de manos mías,
de tanto enajenarse en los espejos,
todo lo que tocaba se moría.
Memorias
y esperanzas
callaban su agonía:
un porfiado presente demoraba
siempre las mismas ramas amarillas.
callaban su agonía:
un porfiado presente demoraba
siempre las mismas ramas amarillas.
Qué
tiempo sin sentido
el que mi amor perdía.
Qué lamentable primavera inútil
haciendo en vano flores que se olvidan.
el que mi amor perdía.
Qué lamentable primavera inútil
haciendo en vano flores que se olvidan.
Pero
mi corazón
velaba y no sabía.
Recuperada su pasión secreta
ahora enamorado resucita.
velaba y no sabía.
Recuperada su pasión secreta
ahora enamorado resucita.
Y el
tiempo que hoy me guarda
entre sus hojas vivas
es un tiempo feliz desde hace tantos
sueños que nacerán en la vigilia.
entre sus hojas vivas
es un tiempo feliz desde hace tantos
sueños que nacerán en la vigilia.
MIGUEL GONZÁLEZ GERTH
Cenizas
de los muertos
Cuando el sol está yéndose hacia
el sur en el otoño y hundiéndose
cada vez más en el cielo ártico, los
el sur en el otoño y hundiéndose
cada vez más en el cielo ártico, los
esquimales de Iglulik juegan con hilo
formando una malla con objeto de
atraparlo e impedir así su
desaparición.
J. G. Frazer, La rama dorada
formando una malla con objeto de
atraparlo e impedir así su
desaparición.
J. G. Frazer, La rama dorada
Cuando
después de haber soltado el más hondo
lamento de la soledad reaparece uno,
semejante fantasma probablemente asumirá
el aura de un vidente. Pues lo que ve
no es aquello de que la gente habla.
Su relato es algo que las palabras mienten.
¿Qué fin tienen las cosas que decimos?
¿Son las palomas de la Piazza di San Marco
las mismas que las de Trafalgar Square?
En algún sitio yace la respuesta y su verdad
trasciende todo espacio con límites abiertos.
La medida del amor intenta restaurar
el cuerpo hace tanto tiempo desollado.
Hay que robar al tiempo muy piadosamente,
llámese reliquia o llámese como se quiera,
y celebrar dicho prodigio con ritos de primavera
retocado, mas por derecho de conquista, poseído:
lascivia del espíritu (“A ti, mar nuestro, unidos
en prueba de dominio verdadero y permanente”).
De nuevo diestra lucha ha de librarse en contra
de un enemigo peligroso aunque en derrota,
y con viril piedra recordarse la victoria
(“La patria cuenta con que cada hombre haga
su parte; gracias a Dios yo hice la mía”).
¿Qué fin tienen las cosas que decimos?
Las decimos como un cebo, un juego de sonoros hilos
para atrapar al sol que no puede atraparse.
No hay forma cierta de unirse con las olas
o de ganar la guerra: hablar no es realidad, es arte.
En algún sitio todo lo ya dicho se deshace
cual columbario que de pronto queda abierto,
de donde las palabras, palomas que anidaron mucho
tiempo,
las santas urnas rompen y aleteando escapan.
lamento de la soledad reaparece uno,
semejante fantasma probablemente asumirá
el aura de un vidente. Pues lo que ve
no es aquello de que la gente habla.
Su relato es algo que las palabras mienten.
¿Qué fin tienen las cosas que decimos?
¿Son las palomas de la Piazza di San Marco
las mismas que las de Trafalgar Square?
En algún sitio yace la respuesta y su verdad
trasciende todo espacio con límites abiertos.
La medida del amor intenta restaurar
el cuerpo hace tanto tiempo desollado.
Hay que robar al tiempo muy piadosamente,
llámese reliquia o llámese como se quiera,
y celebrar dicho prodigio con ritos de primavera
retocado, mas por derecho de conquista, poseído:
lascivia del espíritu (“A ti, mar nuestro, unidos
en prueba de dominio verdadero y permanente”).
De nuevo diestra lucha ha de librarse en contra
de un enemigo peligroso aunque en derrota,
y con viril piedra recordarse la victoria
(“La patria cuenta con que cada hombre haga
su parte; gracias a Dios yo hice la mía”).
¿Qué fin tienen las cosas que decimos?
Las decimos como un cebo, un juego de sonoros hilos
para atrapar al sol que no puede atraparse.
No hay forma cierta de unirse con las olas
o de ganar la guerra: hablar no es realidad, es arte.
En algún sitio todo lo ya dicho se deshace
cual columbario que de pronto queda abierto,
de donde las palabras, palomas que anidaron mucho
tiempo,
las santas urnas rompen y aleteando escapan.
JOSÉ MARÍA DE HEREDIA
Antonio
y Cleopatra
Contemplaban
los dos cómo dormía
el claro Egipto bajo el cielo ardiente
y cómo hacía Bubastis, lentamente,
desembocaba el Nilo en la bahía.
el claro Egipto bajo el cielo ardiente
y cómo hacía Bubastis, lentamente,
desembocaba el Nilo en la bahía.
En su
coraza el adalid sentía
-como a través de un sueño transparente-
desfallecer sumiso y atrayente
el cuerpo voluptuoso que ceñía.
-como a través de un sueño transparente-
desfallecer sumiso y atrayente
el cuerpo voluptuoso que ceñía.
Volviendo
ella su rostro enamorado,
tendía con pasión los labios rojos
y las claras pupilas agoreras.
tendía con pasión los labios rojos
y las claras pupilas agoreras.
Y el
guerrero, sobre ellas inclinado,
contemplaba en el fondo de sus ojos
otro mar en que huían las galeras.
contemplaba en el fondo de sus ojos
otro mar en que huían las galeras.
Versión de Andrés Holguín
MIGUEL LABORDETA
Amor
de hombre
Como
un don planetario
recién nacido celeste
a mí
al rebelde varón de mirada perpleja
has llegado por las venas secretas
de tus pupilas debutantes
en edades remotas haciéndote
dulce relámpago de sangre
en los resecos destierros de mi pecho
roto bajo la apagada lluvia de los monos
que dejan sobrecitos con niños de pecho
en las puertas de aquellas casas
en que alguien va a morir por Nochebuena.
Ya tan sólo es un querido momento
desmayado de éxtasis de paloma y león
que se encontraran tras un viaje perdido
por las zonas glaciales de los túneles
donde el mundo rueda tras de sí mismo
mordiéndose impasible su nada.
Huirán verticales cosechas de zapatos
buscando las estrellas que se contienen
en las miradas de los buzos perdidos
de mis días y mis noches agonizantes
por tu labio desnudo dulcísimo.
Escucharé derrumbado por las esquinas
el gemido de mis muertos más viejos
esforzándose por ponerse de pie
para verte mejor
y a mis aún no nacidos
encaramarse por las farolas
que todavía no existen
para cantarte el regazo primario
con que las tiernas montañas
iniciaron su idilio
con los poderosos dioses-canguros.
No sirven ya las jóvenes palabras masculinas
pues el temblor es sísmico de larva solar
y la mudez cala en el centro de mis lagunas
donde tú
oculta mensajera temblorosa
de la dulce carne que morirá
emerges ritmo tímido
de rosas madrugadas
pálida estremecida
bajo mi asombro de sólo océano viril
terriblemente sediento
de tu pan.
Reconociéndote
con aquel aire púrpura
que cuando yo era niño
rodeaba de sábados azules
las altas torres de nuestra ciudad...
...y el vasto mundo
se hace sentido puro.
recién nacido celeste
a mí
al rebelde varón de mirada perpleja
has llegado por las venas secretas
de tus pupilas debutantes
en edades remotas haciéndote
dulce relámpago de sangre
en los resecos destierros de mi pecho
roto bajo la apagada lluvia de los monos
que dejan sobrecitos con niños de pecho
en las puertas de aquellas casas
en que alguien va a morir por Nochebuena.
Ya tan sólo es un querido momento
desmayado de éxtasis de paloma y león
que se encontraran tras un viaje perdido
por las zonas glaciales de los túneles
donde el mundo rueda tras de sí mismo
mordiéndose impasible su nada.
Huirán verticales cosechas de zapatos
buscando las estrellas que se contienen
en las miradas de los buzos perdidos
de mis días y mis noches agonizantes
por tu labio desnudo dulcísimo.
Escucharé derrumbado por las esquinas
el gemido de mis muertos más viejos
esforzándose por ponerse de pie
para verte mejor
y a mis aún no nacidos
encaramarse por las farolas
que todavía no existen
para cantarte el regazo primario
con que las tiernas montañas
iniciaron su idilio
con los poderosos dioses-canguros.
No sirven ya las jóvenes palabras masculinas
pues el temblor es sísmico de larva solar
y la mudez cala en el centro de mis lagunas
donde tú
oculta mensajera temblorosa
de la dulce carne que morirá
emerges ritmo tímido
de rosas madrugadas
pálida estremecida
bajo mi asombro de sólo océano viril
terriblemente sediento
de tu pan.
Reconociéndote
con aquel aire púrpura
que cuando yo era niño
rodeaba de sábados azules
las altas torres de nuestra ciudad...
...y el vasto mundo
se hace sentido puro.
De: "Punto y aparte"
jueves, 28 de julio de 2016
MARÍA ELENA WALSH
Si no
recuerdo mal, todo cabía
entre los horizontes de un pañuelo.
Entonces figuraba el mediodía
un sol con ojos en mitad del cielo.
Y gracias a una tierna hechicería
la noche prodigaba su consuelo
con tanta caridad que uno veía
las estrellas tiradas en el suelo.
Pero hoy el agua no lo dice. Es cierto:
ya no se pone un corazón dorado
ni roba añiles a la golondrina.
Porque el mundo hechizado está desierto.
Qué dolor, sobre él se ha desatado
el Miedo con sus trapos de neblina.
entre los horizontes de un pañuelo.
Entonces figuraba el mediodía
un sol con ojos en mitad del cielo.
Y gracias a una tierna hechicería
la noche prodigaba su consuelo
con tanta caridad que uno veía
las estrellas tiradas en el suelo.
Pero hoy el agua no lo dice. Es cierto:
ya no se pone un corazón dorado
ni roba añiles a la golondrina.
Porque el mundo hechizado está desierto.
Qué dolor, sobre él se ha desatado
el Miedo con sus trapos de neblina.
OLINDO GUERRINI
Era
en invierno...
Era
en invierno. Estábamos, ya tarde,
sentados junto al fuego, muy turbados,
y con hablar de tiempo, enrojecíamos
cual niños de colegio enamorados.
sentados junto al fuego, muy turbados,
y con hablar de tiempo, enrojecíamos
cual niños de colegio enamorados.
Sus
ojos al bordado ella inclinaba
y al techo los tenía yo clavados;
no se dijera que ambos observásemos
sino que ambos éramos observados.
y al techo los tenía yo clavados;
no se dijera que ambos observásemos
sino que ambos éramos observados.
Pensaba
yo: "Por sólo una sonrisa
le daría la sangre de mis venas,
y de las flores de mi ingenio el ramo".
le daría la sangre de mis venas,
y de las flores de mi ingenio el ramo".
Cuando
de pronto, alzose ella muy pálida,
sus manos escondió entre mis cabellos
y "Escucha -dijo susurrante-: "Te amo".
sus manos escondió entre mis cabellos
y "Escucha -dijo susurrante-: "Te amo".
RAÚL RENAN
Soneto
en tres términos
río
llora eterno
eterno llora río
río llora río eterno
eterno
llora río
río eterno eterno
llora llora llora río
río
eterno río
llora
llora
eterno llora
río
De: De las queridas cosas (1982)
AMANTE ELEDIN
VI
Río Mapocho
2007
Cuando
niño
Tenía tu corriente que me arrastraba
No había peces entre las piedras
El río me enseñaba a aletear
Y crecía en sus caídas y remansos.
Tenía tu corriente que me arrastraba
No había peces entre las piedras
El río me enseñaba a aletear
Y crecía en sus caídas y remansos.
Mi
pobreza
Era desnudez en el agua
La mano que fortalecía mi cuerpo
Cruzaba tus corrientes claras
Hacia la orilla del sol
Bajo su flor abierta
Mi piel se tostaba como un grano de trigo
Cruzaba el único puente sumergido
En mi memoria de pez
Luego se esfumaba en la corriente
Lo levantaba de nuevo para volver.
Era desnudez en el agua
La mano que fortalecía mi cuerpo
Cruzaba tus corrientes claras
Hacia la orilla del sol
Bajo su flor abierta
Mi piel se tostaba como un grano de trigo
Cruzaba el único puente sumergido
En mi memoria de pez
Luego se esfumaba en la corriente
Lo levantaba de nuevo para volver.
El
puente nuevo que había
Tiene grietas en su faz
El lecho en que dormía su caudal
Está marchito y arrumbado.
Un hilillo enjuto te señala
Y no cantan los guijarros ni las piedras
Con tu paso.
No brotas ni corres ni hablas
Tu lengua mutilada está callada.
Cuando grande no soy pez
No tengo esa orilla ni la espiga.
Por un nuevo puente de hormigón
Cruzo sobre tus heridas.
Tus ojos secos en mi memoria se llenan de lluvia.-
Tiene grietas en su faz
El lecho en que dormía su caudal
Está marchito y arrumbado.
Un hilillo enjuto te señala
Y no cantan los guijarros ni las piedras
Con tu paso.
No brotas ni corres ni hablas
Tu lengua mutilada está callada.
Cuando grande no soy pez
No tengo esa orilla ni la espiga.
Por un nuevo puente de hormigón
Cruzo sobre tus heridas.
Tus ojos secos en mi memoria se llenan de lluvia.-
EDUARDO GARCÍA
Como
eco de una voz en la escalera
un distante violín viene brotando,
viene rasgando el aire, resonando
por las frías estancias. Mira afuera
del círculo perfecto en que se encierra
tu vida ese violín que va borrando
las sombras de tus días, conjurando
tristeza con tristeza a su manera.
Si de pronto el reloj se detuviera
en el compás preciso, justo cuando
tu corazón se va de contrabando
al temblor de la cuerda y la madera,
seguiría el violín en la escalera
ahuyentando las sombras, resonando
por las calles del tiempo, a su manera.
un distante violín viene brotando,
viene rasgando el aire, resonando
por las frías estancias. Mira afuera
del círculo perfecto en que se encierra
tu vida ese violín que va borrando
las sombras de tus días, conjurando
tristeza con tristeza a su manera.
Si de pronto el reloj se detuviera
en el compás preciso, justo cuando
tu corazón se va de contrabando
al temblor de la cuerda y la madera,
seguiría el violín en la escalera
ahuyentando las sombras, resonando
por las calles del tiempo, a su manera.
De "Horizonte o frontera"
Hiperión 2003
HEBERTO PADILLA
Entre marzo y abril
está mi mes más cruel...
Entre marzo y abril está mi mes más cruel
Apretado a tus brazos
ascua feliz
el más tierno y salvaje
te dije:
éstos tienen que ser los brazos del amor
Puse tus ojos y tus labios abiertos
debajo de los míos
y caímos cantando en el sofá
fue la última vez en que pudimos amar
sin sobresaltos.
y en vez de libros
flores
y un hechizo calcáreo en la pared
con manchas
y la espuma de los muebles de mimbre
orlando tu aureola
abriendo abanicos de fuego
lanzallamas
y un cielo
y una constelación que se agigantan
muslos y vulvas inmortales
y mi oído en tu vientre
donde te late un nuevo corazón
y en tu entraña
ahora estás embarazada
en la abertura exigua de cada poro
el eterno deseo
la única escritura digna de nuestros nombres
y el retrato de Marx
junto al de nuestros padres
implorando
que arranquemos del mundo la tristeza
Nos alzamos
nos vestimos
le arrancamos al mundo la tristeza
sonreímos
te sentaste a mi lado
me miraste
y yo
el escueto y lógico
te grité
fuego mío, bruñido por la vida
laurel invulnerable
tacto
jadeo
gozo
Algo de eso te dije o te grité
con el horror de que pudieran acabarse
de pronto las palabras
Y continuábamos desnudos
cuerpos
debajo de un pantalón
de un vestido de lana
todo temblor
desnudos
Nadie que no seas tú
podría plegarse a la modulación urgente de mis días
te dije
en realidad quería susurrarte mis años
pero eso te alegró
y te dormiste
protegida
confiada
los libros
y la ropa
por el suelo
Cuando duermes parece que te ahogas o sufres
Me das miedo
Ése era yo
tú describiéndome
asustada con mi respiración
De modo que esperé a que durmieras
mucho rato
para que nada pudiera despertarte
nunca nada ni nadie
animales del siglo
enlazados desnudos
y el mundo entre los dos
¿o una cara del mundo?
¿Pero cuál?
Luego fueron zapatos burdos
apresurados
no en la yerba
en el suelo
en la penumbra
en el amanecer
yo vistiéndome adormilado
oyendo
no tu respiración
sino la orden
la más humana
desvistiéndome luego en otro sitio
audible de las voces
vuelto a vestir
con una tela del color de la tierra
un efecto sencillo en una sinfonía
Adelante camina
la más humana
de las voces
Golpetazos
aullidos
Yo subiendo
bajando escaleras
del color de la tela
Puertas
abriéndose
cerrándose
entre marzo y abril
un golpe de metal sobre metal
una cara del mundo.
¿Pero cuál?
Un mes oculto entre otros dos
¿el más cruel? ¿el más fiel?
Y la pared garabateada a punta de cucharas
nombres
fechas
despedidas
pedazos de oraciones
La litera es también color tierra como la tela
El techo y la letrina son también muy oscuros
del color de la tela.
De "El hombre junto al mar" 1981
Entre marzo y abril está mi mes más cruel
Apretado a tus brazos
ascua feliz
el más tierno y salvaje
te dije:
éstos tienen que ser los brazos del amor
Puse tus ojos y tus labios abiertos
debajo de los míos
y caímos cantando en el sofá
fue la última vez en que pudimos amar
sin sobresaltos.
y en vez de libros
flores
y un hechizo calcáreo en la pared
con manchas
y la espuma de los muebles de mimbre
orlando tu aureola
abriendo abanicos de fuego
lanzallamas
y un cielo
y una constelación que se agigantan
muslos y vulvas inmortales
y mi oído en tu vientre
donde te late un nuevo corazón
y en tu entraña
ahora estás embarazada
en la abertura exigua de cada poro
el eterno deseo
la única escritura digna de nuestros nombres
y el retrato de Marx
junto al de nuestros padres
implorando
que arranquemos del mundo la tristeza
Nos alzamos
nos vestimos
le arrancamos al mundo la tristeza
sonreímos
te sentaste a mi lado
me miraste
y yo
el escueto y lógico
te grité
fuego mío, bruñido por la vida
laurel invulnerable
tacto
jadeo
gozo
Algo de eso te dije o te grité
con el horror de que pudieran acabarse
de pronto las palabras
Y continuábamos desnudos
cuerpos
debajo de un pantalón
de un vestido de lana
todo temblor
desnudos
Nadie que no seas tú
podría plegarse a la modulación urgente de mis días
te dije
en realidad quería susurrarte mis años
pero eso te alegró
y te dormiste
protegida
confiada
los libros
y la ropa
por el suelo
Cuando duermes parece que te ahogas o sufres
Me das miedo
Ése era yo
tú describiéndome
asustada con mi respiración
De modo que esperé a que durmieras
mucho rato
para que nada pudiera despertarte
nunca nada ni nadie
animales del siglo
enlazados desnudos
y el mundo entre los dos
¿o una cara del mundo?
¿Pero cuál?
Luego fueron zapatos burdos
apresurados
no en la yerba
en el suelo
en la penumbra
en el amanecer
yo vistiéndome adormilado
oyendo
no tu respiración
sino la orden
la más humana
desvistiéndome luego en otro sitio
audible de las voces
vuelto a vestir
con una tela del color de la tierra
un efecto sencillo en una sinfonía
Adelante camina
la más humana
de las voces
Golpetazos
aullidos
Yo subiendo
bajando escaleras
del color de la tela
Puertas
abriéndose
cerrándose
entre marzo y abril
un golpe de metal sobre metal
una cara del mundo.
¿Pero cuál?
Un mes oculto entre otros dos
¿el más cruel? ¿el más fiel?
Y la pared garabateada a punta de cucharas
nombres
fechas
despedidas
pedazos de oraciones
La litera es también color tierra como la tela
El techo y la letrina son también muy oscuros
del color de la tela.
De "El hombre junto al mar" 1981
miércoles, 27 de julio de 2016
MARÍA ELVIRA LACACI
Incienso
Incienso.
Olor que me penetra
rasgando los sentidos.
Y huyo.
Me siento acorralada
por ese olor vivísimo.
Partículas quebradas
de una luz lejanísima
se adentran en mi alma, hoy todo sombra.
Incienso.
Un Dios,
amordazado por la Vida,
intenta liberarse. Inútilmente.
Incienso.
Acaso un día,
al aspirar tu aroma penetrante,
no huya. Arrollándolo todo.
Seguida y perseguida
por un fantasma amado:
El Dios de mi niñez. Que olía a incienso.
Incienso.
Olor que me penetra
rasgando los sentidos.
Y huyo.
Me siento acorralada
por ese olor vivísimo.
Partículas quebradas
de una luz lejanísima
se adentran en mi alma, hoy todo sombra.
Incienso.
Un Dios,
amordazado por la Vida,
intenta liberarse. Inútilmente.
Incienso.
Acaso un día,
al aspirar tu aroma penetrante,
no huya. Arrollándolo todo.
Seguida y perseguida
por un fantasma amado:
El Dios de mi niñez. Que olía a incienso.
ELA CUAVAS
Escritura
Las
palabras me asaltan y de tanto tocarlas enloquece el piano. Las palabras
duermen en mí, pero al tomar el lápiz despiertan todas en confusión de pájaros.
Platón
y el nombre de los amantes, Van Gogh y su desordenado alfabeto, Artaud y su
Torre de Babel.
Las palabras
juegan a las escondidas y yo quiero atraparlas como a moscas, derribarlas con
mi arco de fuego sin molestar a Dios.
ALFONSO REYES
De mi
prisma
Otro
invoque a la Musa de ceño rudo
que esquiva de sus labios las ricas mieles,
y admire más a Fidias que a Praxiteles
y el pliegue de la túnica más que al desnudo.
En el arte lo ingenuo tentarme pudo.
¡Que las minervas porten fieros broqueles!
Yo prefiero la fresca flor de las pieles
y la mamila erecta por solo escudo.
Los ojos de Calíope resultan fieros:
amo más los de Filis, por lo sinceros;
y si a veces prefiero los de Melchora,
es porque en la zampoña gimo y deploro
no revivir la gracia del siglo de oro
que confunde a la reina con la pastora.
que esquiva de sus labios las ricas mieles,
y admire más a Fidias que a Praxiteles
y el pliegue de la túnica más que al desnudo.
En el arte lo ingenuo tentarme pudo.
¡Que las minervas porten fieros broqueles!
Yo prefiero la fresca flor de las pieles
y la mamila erecta por solo escudo.
Los ojos de Calíope resultan fieros:
amo más los de Filis, por lo sinceros;
y si a veces prefiero los de Melchora,
es porque en la zampoña gimo y deploro
no revivir la gracia del siglo de oro
que confunde a la reina con la pastora.
México, febrero, 1906.
ROSSANA ARELLANO
Sueño
Sueño que eres vida y yo muerte…
Llena de orgullo, como lluvia
que se aferra a la desnudez
y azota el parche de la herida.
Así, recorro tus costillas
combato en la estación de tus huesos
y hago historia en el puente que va del ombligo a tu sexo.
Transito en azul mis desvaríos
bordo en tus ojos plegarias del día a día,
antes que el sollozo venga a copular con mi silencio.
Y beso, lo silvestre que se posa en tu boca
mientras escribo a ciegas un nosotros
sobre la humedad de tu piel, toda.
Me clavo a tu pecho herido,
perforo el punto exacto de mi muerte
y pongo mi alma de poesía, en tu rojo sangre.
De tanta soledad
la letra deja estela en plumas amarillas
que no logran alzarse y susurran minusválidas.
Me abro hacia tus sueños
que penetran la mortaja de mis alucinaciones
y maldigo al fantasma del idioma.
Amas, lo sabe hasta mi sombra,
pero no mi secreto descifrado
ni mi canto, ni mi herida.
Sueño que eres vida y yo muerte…
Llena de orgullo, como lluvia
que se aferra a la desnudez
y azota el parche de la herida.
Así, recorro tus costillas
combato en la estación de tus huesos
y hago historia en el puente que va del ombligo a tu sexo.
Transito en azul mis desvaríos
bordo en tus ojos plegarias del día a día,
antes que el sollozo venga a copular con mi silencio.
Y beso, lo silvestre que se posa en tu boca
mientras escribo a ciegas un nosotros
sobre la humedad de tu piel, toda.
Me clavo a tu pecho herido,
perforo el punto exacto de mi muerte
y pongo mi alma de poesía, en tu rojo sangre.
De tanta soledad
la letra deja estela en plumas amarillas
que no logran alzarse y susurran minusválidas.
Me abro hacia tus sueños
que penetran la mortaja de mis alucinaciones
y maldigo al fantasma del idioma.
Amas, lo sabe hasta mi sombra,
pero no mi secreto descifrado
ni mi canto, ni mi herida.
ORIETTA LOZANO
Mi
boca de poca risa
parte alegre hacia tu boca
y como siempre voy hacia tu cuerpo
estoy sin voz
a la hora de los besos.
Me detengo un minuto
en el silencio
para componer un canto a tus caricias
y voy perdiéndome en tu cuerpo.
La noche me envuelve lentamente
y las llaves de la casa
me recuerdan el regreso.
parte alegre hacia tu boca
y como siempre voy hacia tu cuerpo
estoy sin voz
a la hora de los besos.
Me detengo un minuto
en el silencio
para componer un canto a tus caricias
y voy perdiéndome en tu cuerpo.
La noche me envuelve lentamente
y las llaves de la casa
me recuerdan el regreso.
martes, 26 de julio de 2016
ALI CHUMACERO
Cesa
tu voz y muere
sobre tus labios mi alegría.
No habrá palabra que en tu piel levante
ni un incierto sabor de brisa oscurecida
como el recuerdo que en mis ojos deja
el paso de tu aliento,
porque vives inmersa en tu silencio,
impenetrable a mis sentidos
y si mis manos en tu piel se posan
inclinas la cabeza,
navegas en un tiempo que escucha tu latido,
y entre sus aguas, inundándote
bajo la tersa forma de su espejo,
estás abandonada,
próxima a ser violenta permanencia,
enemiga de olvidos,
casi perdida en íntima zozobra
y sin más voluntad
que la crueldad entre tus labios muda.
sobre tus labios mi alegría.
No habrá palabra que en tu piel levante
ni un incierto sabor de brisa oscurecida
como el recuerdo que en mis ojos deja
el paso de tu aliento,
porque vives inmersa en tu silencio,
impenetrable a mis sentidos
y si mis manos en tu piel se posan
inclinas la cabeza,
navegas en un tiempo que escucha tu latido,
y entre sus aguas, inundándote
bajo la tersa forma de su espejo,
estás abandonada,
próxima a ser violenta permanencia,
enemiga de olvidos,
casi perdida en íntima zozobra
y sin más voluntad
que la crueldad entre tus labios muda.
Toma
tu cuerpo ahora, vuelve el rostro,
mírate así, segura y desplomada
hacia un estanque donde mora el miedo,
donde sólo hay imágenes
y el cuerpo deja su cautivo duelo
para entrar en la fuente de su origen.
Verás nacer el sueño de tu cuerpo
anegando en pureza toda vida,
todo impulso negado en puro movimiento
y toda forma sostenida en puro resplandor
ya no será la flor sino su aroma,
ya no serás tú misma.
mírate así, segura y desplomada
hacia un estanque donde mora el miedo,
donde sólo hay imágenes
y el cuerpo deja su cautivo duelo
para entrar en la fuente de su origen.
Verás nacer el sueño de tu cuerpo
anegando en pureza toda vida,
todo impulso negado en puro movimiento
y toda forma sostenida en puro resplandor
ya no será la flor sino su aroma,
ya no serás tú misma.
No
importa entonces que de pronto mueras
y pierdas toda sombra
quedándote en escombros defendida,
si toda tú pereces,
náufraga de tu propio mar,
presa dentro de ti, vencida
como ángel que asolado por el fuego
lanzara su impotencia,
y sólo un desengaño
entre rocas de olvido y de tinieblas
dejan tus labios mudos
y la pureza inútil de tu cuerpo.
y pierdas toda sombra
quedándote en escombros defendida,
si toda tú pereces,
náufraga de tu propio mar,
presa dentro de ti, vencida
como ángel que asolado por el fuego
lanzara su impotencia,
y sólo un desengaño
entre rocas de olvido y de tinieblas
dejan tus labios mudos
y la pureza inútil de tu cuerpo.
Muere,
desnuda forma,
hielo que mata mi alegría,
crueldad vertida en mármol fatigado;
muere ya, y deja que contemple
la lucha de tu cuerpo con la sombra,
el debatir inútil de tus labios
contra el vacío olvido de tus ruinas,
que en ataúd o tumbas duermes
entre un querer o no de tus sentidos.
hielo que mata mi alegría,
crueldad vertida en mármol fatigado;
muere ya, y deja que contemple
la lucha de tu cuerpo con la sombra,
el debatir inútil de tus labios
contra el vacío olvido de tus ruinas,
que en ataúd o tumbas duermes
entre un querer o no de tus sentidos.
AMANTE ELEDIN
Lengua
voz
El
mundo no tiene lengua:
Voz.
Voz.
Son
estertores eso que se dice
Por altavoces y conferencias.
Por altavoces y conferencias.
En
cadenas se transmiten enfermedades
Y pestes,
Como un crepitar
Envuelto en llamas y humo.
Y pestes,
Como un crepitar
Envuelto en llamas y humo.
No
hay palabras porque no quedan actos.
Hay que rehacer lo humano
Y darle una voz.-
Hay que rehacer lo humano
Y darle una voz.-
JUAN DE DIOS PEZA
A Mis
Hijas
Mi tristeza es un mar; tiene su bruma
que envuelve densa mis amargos días;
sus olas son de lágrimas; mi pluma
está empapada en ellas, hijas mías.
Vosotras sois las inocentes flores
nacidas de ese mar en la ribera;
la sorda tempestad de mis dolores
sirve de arrullo a vuestra edad primera.
Nací para luchar; sereno y fuerte
cobro vigor en el combate rudo;
cuando pague mi audacia con la muerte,
caeré cual gladiador sobre mi escudo.
Llévenme así a vosotras; de los hombres
ni desdeño el poder ni el odio temo;
pongo todo mi honor en vuestros nombres
y toda el alma en vuestro amor supremo.
Para salir al mundo vais de prisa.
¡Ojalá que esa vez nunca llegara!
Pues hay que ahogar el llanto con la risa,
para mirar al mundo cara a cara.
No me imitéis a mí: yo me consuelo
con abrir más los bordes de mi herida;
imitad en lo noble a vuestro abuelo:
¡Sol de virtud que iluminó mi vida!
Orad y perdonad; siempre es inmensa
después de la oración la interna calma,
y el ser que sabe perdonar la ofensa
sabe llevar a Dios. dentro del alma.
Sea vuestro pecho de bondades nido,
no ambicionéis lo que ninguno alcanza,
coronad el perdón con el olvido
y la austera virtud con la esperanza.
Sin dar culto a los frívolos placeres
que la pureza vuestra frente ciña,
buscad alma de niña en las mujeres
y buscad alma de ángel en la niña.
Nadie nace a la infamia condenado,
nadie hereda la culpa de un delito,
nunca para ser siervas del pecado
os disculpéis clamando: estaba escrito.
¡Existir es luchar! No es infelice
quien luchando, de espinas se corona;
abajo, todo esfuerzo se maldice,
arriba, toda culpa se perdona.
Se apaga la ilusión cual lumbre fatua
y la hermosura es flor que se marchita;
la mujer sin piedad es una estatua
dañosa al mundo y del hogar proscrita.
No fijéis en el mal vuestras pupilas
que víbora es el mal que todo enferma,
y haced el bien para dormir tranquilas
cuando yo triste en el sepulcro duerma.
Nunca me han importado en este suelo
renombre, aplausos, oropeles, gloria:
procurar vuestro bien, tal es mi anhelo;
amaros y sufrir tal es mi historia.
Cuando el sol de mi vida tenga ocaso
recordad mis consejos con ternura,
y en cada pensamiento, en cada paso,
buscad a Dios tras de la inmensa altura.
Yo anhelo que, al morir, por premio santo,
tengan de vuestro amor en los excesos:
las flores de mi tumba vuestro llanto,
las piedras de mi tumba vuestros besos.
Mi tristeza es un mar; tiene su bruma
que envuelve densa mis amargos días;
sus olas son de lágrimas; mi pluma
está empapada en ellas, hijas mías.
Vosotras sois las inocentes flores
nacidas de ese mar en la ribera;
la sorda tempestad de mis dolores
sirve de arrullo a vuestra edad primera.
Nací para luchar; sereno y fuerte
cobro vigor en el combate rudo;
cuando pague mi audacia con la muerte,
caeré cual gladiador sobre mi escudo.
Llévenme así a vosotras; de los hombres
ni desdeño el poder ni el odio temo;
pongo todo mi honor en vuestros nombres
y toda el alma en vuestro amor supremo.
Para salir al mundo vais de prisa.
¡Ojalá que esa vez nunca llegara!
Pues hay que ahogar el llanto con la risa,
para mirar al mundo cara a cara.
No me imitéis a mí: yo me consuelo
con abrir más los bordes de mi herida;
imitad en lo noble a vuestro abuelo:
¡Sol de virtud que iluminó mi vida!
Orad y perdonad; siempre es inmensa
después de la oración la interna calma,
y el ser que sabe perdonar la ofensa
sabe llevar a Dios. dentro del alma.
Sea vuestro pecho de bondades nido,
no ambicionéis lo que ninguno alcanza,
coronad el perdón con el olvido
y la austera virtud con la esperanza.
Sin dar culto a los frívolos placeres
que la pureza vuestra frente ciña,
buscad alma de niña en las mujeres
y buscad alma de ángel en la niña.
Nadie nace a la infamia condenado,
nadie hereda la culpa de un delito,
nunca para ser siervas del pecado
os disculpéis clamando: estaba escrito.
¡Existir es luchar! No es infelice
quien luchando, de espinas se corona;
abajo, todo esfuerzo se maldice,
arriba, toda culpa se perdona.
Se apaga la ilusión cual lumbre fatua
y la hermosura es flor que se marchita;
la mujer sin piedad es una estatua
dañosa al mundo y del hogar proscrita.
No fijéis en el mal vuestras pupilas
que víbora es el mal que todo enferma,
y haced el bien para dormir tranquilas
cuando yo triste en el sepulcro duerma.
Nunca me han importado en este suelo
renombre, aplausos, oropeles, gloria:
procurar vuestro bien, tal es mi anhelo;
amaros y sufrir tal es mi historia.
Cuando el sol de mi vida tenga ocaso
recordad mis consejos con ternura,
y en cada pensamiento, en cada paso,
buscad a Dios tras de la inmensa altura.
Yo anhelo que, al morir, por premio santo,
tengan de vuestro amor en los excesos:
las flores de mi tumba vuestro llanto,
las piedras de mi tumba vuestros besos.
JUAN LOZANO Y LOZANO
Ingenua
colegiala de ojazos taciturnos
que a través de la reja de tu alcoba
indagas el misterio de los astros nocturnos.
que a través de la reja de tu alcoba
indagas el misterio de los astros nocturnos.
Adivino
que sueñas...
(Los ojos se prolongan
en las ojeras lánguidas, y los senos turgescen,
y las manos se afiebran, y los labios florecen...)
(Los ojos se prolongan
en las ojeras lánguidas, y los senos turgescen,
y las manos se afiebran, y los labios florecen...)
En tu
carne virgínea ya la mujer se inicia,
y en tus horas inquietas
entrevés el coloquio , presientes la caricia.
y en tus horas inquietas
entrevés el coloquio , presientes la caricia.
La
romántica espera te ha embellecido tanto,
como jamás lo sospechó mi canto.
como jamás lo sospechó mi canto.
Porque
en los pechos núbiles el amor presentido,
es el Alba, que avanza sobre un campo florido.
es el Alba, que avanza sobre un campo florido.
RAINER MARIA RILKE
Por
ti, para que tú un día llegaras,
¿no respiraba yo a media noche
el flujo que ascendía de las noches?
Porque esperaba, con magnificencias
casi inagotables, saciar tu rostro
cuando reposó una vez contra el mío
en infinita suposición.
Silencioso se hizo espacio en mis rasgos;
para responder a tu gran mirada
se espejaba, se ahondaba mi sangre.
¡Qué expresión fue sembrada en mi interior
para que, cuando crece tu sonrisa,
proyecte sobre ti espacio cósmico!
Pero tú no vienes, o vienes demasiado tarde.
Precipitaros, ángeles, sobre este
linar azul. ¡Segad, segad, oh ángeles!
¿no respiraba yo a media noche
el flujo que ascendía de las noches?
Porque esperaba, con magnificencias
casi inagotables, saciar tu rostro
cuando reposó una vez contra el mío
en infinita suposición.
Silencioso se hizo espacio en mis rasgos;
para responder a tu gran mirada
se espejaba, se ahondaba mi sangre.
¡Qué expresión fue sembrada en mi interior
para que, cuando crece tu sonrisa,
proyecte sobre ti espacio cósmico!
Pero tú no vienes, o vienes demasiado tarde.
Precipitaros, ángeles, sobre este
linar azul. ¡Segad, segad, oh ángeles!
Versión de Jaime Ferrero Alemparte
MICHEL LEIRIS
Juventud
Bello zaguán del alba
reposo de los árboles que peinan la crin de las nubes
¿beberé tu gran cubo de agua fresca
bajo el sol grávido de gavillas de mies?
En un teatro de la ciudad
ante vestidos negros envueltos en doradas pieles
se representa ese espectáculo detestable
la infancia del cuarto oscuro del pan seco y del agua
mas ni una lágrima borda las pestañas
ni un brillo resplandece
De un lado a otro me paseo
la sierra de mi mirada corta circularmente los horizontes
y permanezco erguido
punto negro del cetro
en medio de una corona circular
mi vida que se deshace tal un círculo en el agua
Bello zaguán del alba
reposo de los árboles que peinan la crin de las nubes
¿beberé tu gran cubo de agua fresca
bajo el sol grávido de gavillas de mies?
En un teatro de la ciudad
ante vestidos negros envueltos en doradas pieles
se representa ese espectáculo detestable
la infancia del cuarto oscuro del pan seco y del agua
mas ni una lágrima borda las pestañas
ni un brillo resplandece
De un lado a otro me paseo
la sierra de mi mirada corta circularmente los horizontes
y permanezco erguido
punto negro del cetro
en medio de una corona circular
mi vida que se deshace tal un círculo en el agua
Me
golpea la espuma El viento me arrastra
De niño no amaba el mar
a causa de sus manos frías
de su boca salada
lacio sabor anticipado de la muerte y las faunas polares
mas se iluminaban belenes
en la cripta de muchas pestañas
y esperaba muchos lechos de paja
nacarados por muchos reyes magos
con brazos repletos de regalos
De niño no amaba el mar
a causa de sus manos frías
de su boca salada
lacio sabor anticipado de la muerte y las faunas polares
mas se iluminaban belenes
en la cripta de muchas pestañas
y esperaba muchos lechos de paja
nacarados por muchos reyes magos
con brazos repletos de regalos
Versión de Antonio Martínez Sarrión
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