"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 29 de agosto de 2018
ANA ROSETTI
Cuarto
Apoyar la frente enfebrecida en la nublada celosía del confesionario. Enumerar los inasibles recorridos de la serpiente.
Buscar un nombre para hacer cada crimen discernible. Dibujar las noches; las llagas de las paredes
encaladas en la oscuridad, brillando; los colibríes enzarzados, enredando sus lenguas de pistilo bajo los rígidos almidones
de mis tocas. Apoyar la frente. Abandonarse. Sentir cómo el anillo que atenaza mi corazón, se me resbala por el pecho
como un crisantemo decapitado.
Apoyar la frente enfebrecida en la nublada celosía del confesionario. Enumerar los inasibles recorridos de la serpiente.
Buscar un nombre para hacer cada crimen discernible. Dibujar las noches; las llagas de las paredes
encaladas en la oscuridad, brillando; los colibríes enzarzados, enredando sus lenguas de pistilo bajo los rígidos almidones
de mis tocas. Apoyar la frente. Abandonarse. Sentir cómo el anillo que atenaza mi corazón, se me resbala por el pecho
como un crisantemo decapitado.
De: "Virgo Potens"
ANDRÉS PANIAGUA
Juan E. Cirlot
Nene
Pequeñito
detenido
en un prado segado
el nene
chiquitín balbucea
aserrín
aserrán
los maderos…
En el
fondo
una
vida entre autos
se
desdibuja en fotografías
—húmeda
primero, después caliente—.
¿por
qué te visten así?
esperan—¿será,
nene?—
que tus
labios se mimeticen con el futuro de los azulejos quebrados
o que
las rondas
no se
ensordezcan bajo el andar de la década que viene
piden pan
no les dan
piden queso…
Mamá te
aguarda detrás de la tierra y el vidrio
—el
dolor de su voz
soltó
tu mano
y su
mano—
con el
velo sobre los labios
sollozos
se
acumulan entre tus dedos
se atoran
igual
que racimos de cenizas o hinojos.
ANGEL CRUCHAGA
Hallada
de improviso
así como la muerte o como el júbilo,
dueña del día y dueña del destino.
¡Hallada ahora en el camino último!
así como la muerte o como el júbilo,
dueña del día y dueña del destino.
¡Hallada ahora en el camino último!
¿Serás
la amiga
o serás el amor hondo de música?
En los rincones se enfermó mi vida
y sólo me ha quedado mi dulzura.
o serás el amor hondo de música?
En los rincones se enfermó mi vida
y sólo me ha quedado mi dulzura.
Serás
la amiga de los grandes ojos,
clara como una antorcha
que eleva su fragancia de heliotropo
sobe el gris pebetero de mi sombra.
clara como una antorcha
que eleva su fragancia de heliotropo
sobe el gris pebetero de mi sombra.
Ojos
sin límites
donde temblando se sostiene el día.
Ojos que hacéis mi corazón más triste.
Dolor de esencia tiene mi fatiga.
donde temblando se sostiene el día.
Ojos que hacéis mi corazón más triste.
Dolor de esencia tiene mi fatiga.
Ya no
tengo mi valle,
ya se borró mi última montaña.
Sólo vive la herida de mi tarde
y el silencio dormido de mis canas.
ya se borró mi última montaña.
Sólo vive la herida de mi tarde
y el silencio dormido de mis canas.
DALI CORONA
Esta lira que llega a zurcir el sueño
es un
dardo anegado en mis costillas.
Todo
quema su glacial espina,
su
cuerda cuarta que sonríe.
Atrás
en la memoria gime el verso
extendiendo
su páramo sombrío.
Todo,
amor, nos amenaza.
Ven,
recuesta aquí tu vientre sauce
y que
el follaje nos cubra del destino.
LORENA HUITRÓN
the never- ending danzón
I. La
inquietud
Figuras.
Dos figuras rondan un falso salón, o quizá un salón,
y cuando una mira al suelo la otra arrastra el pasado
con giro animal.
Agolpan los tacones la fiesta, la mortaja,
mientras el vestido encuentra la plenitud,
esta ignorancia que se encuentra
en un desliz de cuatro pasos.
Entonces la distancia se vuelve sudor y barro falso.
Dos figuras dibujan su cuna para el mundo,
lugar para beberse en agua de palomas.
Dos figuras rondan un falso salón, o quizá un salón,
y cuando una mira al suelo la otra arrastra el pasado
con giro animal.
Agolpan los tacones la fiesta, la mortaja,
mientras el vestido encuentra la plenitud,
esta ignorancia que se encuentra
en un desliz de cuatro pasos.
Entonces la distancia se vuelve sudor y barro falso.
Dos figuras dibujan su cuna para el mundo,
lugar para beberse en agua de palomas.
II. El
delirio
Qué
valiente resulta ser el cuerpo
al rendirse combatiendo,
vaina dichosa que se pierde en su sonido
rompiéndose lenta por el sol.
A gritos de ancla respira la cintura
escuchando la promesa del perfume
del tamarindo en el verano,
y a gritos de abanico enmudecen las orquestas.
al rendirse combatiendo,
vaina dichosa que se pierde en su sonido
rompiéndose lenta por el sol.
A gritos de ancla respira la cintura
escuchando la promesa del perfume
del tamarindo en el verano,
y a gritos de abanico enmudecen las orquestas.
Cuanto
mayor es el giro
menor la vergüenza.
menor la vergüenza.
Tal vez
el alcohol es alianza
cuando en los labios del otro
se columpia el rumor en alguna silla.
cuando en los labios del otro
se columpia el rumor en alguna silla.
III. La
ruptura
Regresa
el tizne a la punta del zapato,
las miradas agazapan la luz
al quedar la música descalza.
Se detienen las figuras, vuelve el tiempo
para dejar esta incómoda distancia
cuando se apartan los brazos
como al soltarse una cuerda.
las miradas agazapan la luz
al quedar la música descalza.
Se detienen las figuras, vuelve el tiempo
para dejar esta incómoda distancia
cuando se apartan los brazos
como al soltarse una cuerda.
Pero un
cuerpo, sólo un cuerpo
permanecerá esperando otra canción,
la que embriaga la edad y la disfraza
al devolver el murmullo de saberse,
por el goce de otra sombra,
figura ilimitada.
Lo que todos tendrían que saber (interlude)
permanecerá esperando otra canción,
la que embriaga la edad y la disfraza
al devolver el murmullo de saberse,
por el goce de otra sombra,
figura ilimitada.
Lo que todos tendrían que saber (interlude)
Para
conocer la sabiduría del naufragio basta olvidar nuestro peso, prolongar la
laxitud del cuerpo, ser Caronte con la barca y las manos vacías. Quien
desconoce la inutilidad de la brazada para llegar a tierra firme, es por que
teme saber que el origen de sí mismo se conoce a través de una minúscula pausa,
cuando los brazos se dan por vencidos y en el ritmo del agua las piernas se
despiden de la angustia por haber sido torpes.
El ahogo sólo es reconocible cuando inútil te sometes a la velocidad del nado por la ansiedad de tocar las orillas.
Pero el abismo cobija cualquier momento y densidad.
El ahogo sólo es reconocible cuando inútil te sometes a la velocidad del nado por la ansiedad de tocar las orillas.
Pero el abismo cobija cualquier momento y densidad.
NATALIA GÓMEZ
25
Los
ansiosos vivimos más que cualquier hombre
Y
cuando hacemos
-lo que
sea-
Será
por ayer
Hoy
Mañana
Y por
evitar sufrir en 40 años
Aunque
no se pueda
-y lo
sepamos-.
Vivimos
más
Porque
el ritmo cardíaco es al triple
Y los
latidos
Y la
respiración
Y este
escalofrío
evolucionan
al tiempo de nuestras excesivas preocupaciones.
El
mecanismo de defensa de nosotros los ansiosos
Es el
doble menos el doble más el doble que esto
Para
terminar siempre en el mismo sitio
-Teniendo
miedo a todo-.
La
adrenalina que se libera en un ataque de pánico
Nos
hace huir a un rincón
Y
oprime los oídos sin una fuerza real
Y
llorar, gritar, autoabrazarnos
Porque
vamos a morir
Porque
en cualquier momento
Alguien
entrará por nosotros a matarnos
-O
caerá el edificio en que estamos
O nos
dará un infarto
O podrá
ser el fin del mundo
O no
poder con el futuro
O
atragantarnos
O
quemarnos con algún cerillo
O
tropezarnos
O
perder a alguien
O no
lograr algo
O
lograrlo todo-.
En
realidad
No hay
peligro
Más que
el cerebro del ansioso
Que nos
hace repetir movimientos
De tres
en tres y es poco
Porque
jamás es suficiente
Para
evitar el peligro
De
vivir más que cualquier hombre.
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