"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 7 de octubre de 2017
JUAN JOSÉ MACÍAS
33
ah
semejante
ah
dulce mía e incorruptible lúnula
ya
reclama el reflujo
ya
demanda distancia la cansada visión
ya se
olvida esto que es
para
mejor recordar lo que es ser
oh no
te derroches más en crecer en mí
porque
así disminuyes
dios
bajará a tu egipto y enmendará los daños
la
sombra de lo que juntos somos
y que
ahora mismo
no
sabríamos a cuál de los dos corresponde
ya sólo
demora la luz de la lucerna
piensa
lo no mirado y al pensarlo
míralo:
fuéramos tú y yo no obstante
transparentes
cristales
dos
cristales sumados se restan claridad
De: “Deo volente”
MIGUEL FLORIANO
The nest of lovers
Y yo te veo porque yo te quiero.
Es el amor que no tiene sentido.
Claudio Rodríguez
Esta
noche el tiempo nos observa sin moverse.
Es el amor, que no tiene sentido,
y no es más que materia de ambición y duelo.
Es el amor, que no tiene sentido,
y no es más que materia de ambición y duelo.
ADOLFO BURRIEL
ANDRÉS TRAPIELLO
E. D
Mírame aún. Creció musgo en mis labios
y en los inviernos crudos me visita la nieve.
Siéntate, viajero, a mi lado.
Cuando la lluvia arranca plateadas
coronas de la piedra y silenciosa
en el ciprés muere la tarde, sólo
de ti me acuerdo. Pero tú estás lejos.
Pasa tu mano por mi nombre y quita
las hojas amarillas que lo cubren,
y los pétalos secos de esas flores
antiguas. Llámame después y dime
si el viento de esos campos lo ha borrado
o si tiembla en el aire todavía
como el romero verde.
Mírame aún. Creció musgo en mis labios
y en los inviernos crudos me visita la nieve.
Siéntate, viajero, a mi lado.
Cuando la lluvia arranca plateadas
coronas de la piedra y silenciosa
en el ciprés muere la tarde, sólo
de ti me acuerdo. Pero tú estás lejos.
Pasa tu mano por mi nombre y quita
las hojas amarillas que lo cubren,
y los pétalos secos de esas flores
antiguas. Llámame después y dime
si el viento de esos campos lo ha borrado
o si tiembla en el aire todavía
como el romero verde.
De: "La vida fácil"
ARIEL MONTOYA
La carta
La
carta que te escribo merece la palidez de tu rubor.
Entre líneas
hallarás la piel de mi voz.
Al borde de tus párpados encendidos
residirán por un momento
mis proposiciones.
Tus ojos,
gratos gatos roedores de mi mensaje,
encontrarán
en la multitud de letras
fallas geológicas amatorias
por donde se puedan filtrar
terrenales congojas,
a las que no deberás temer.
Pero lee esta carta
antes que amanezca,
no sea que el sol
borre los destellos de la tinta,
el flujo de mis sueños
absorbidos
en la celulosa fibra del papel.
No sea que sus amorosas frases
se desangren en la página.
Léela ahora,
viaja desde tu cama
o desde el sitio donde estés
a través de su literatura
pues en ella encontrarás
alfombras mágicas,
encantadores de serpientes,
pájaros
picoteando peras
y peces voladores
trasegando sirenas.
Léela.
Escudríñala.
Descifra el volumen
de sus dulces anotaciones.
Léela al revés y al derecho,
y cuando la termines
cierra los ojos
para que mis palpitaciones
descansen
en
paz.
De: “Perfil de la Hoguera”
Entre líneas
hallarás la piel de mi voz.
Al borde de tus párpados encendidos
residirán por un momento
mis proposiciones.
Tus ojos,
gratos gatos roedores de mi mensaje,
encontrarán
en la multitud de letras
fallas geológicas amatorias
por donde se puedan filtrar
terrenales congojas,
a las que no deberás temer.
Pero lee esta carta
antes que amanezca,
no sea que el sol
borre los destellos de la tinta,
el flujo de mis sueños
absorbidos
en la celulosa fibra del papel.
No sea que sus amorosas frases
se desangren en la página.
Léela ahora,
viaja desde tu cama
o desde el sitio donde estés
a través de su literatura
pues en ella encontrarás
alfombras mágicas,
encantadores de serpientes,
pájaros
picoteando peras
y peces voladores
trasegando sirenas.
Léela.
Escudríñala.
Descifra el volumen
de sus dulces anotaciones.
Léela al revés y al derecho,
y cuando la termines
cierra los ojos
para que mis palpitaciones
descansen
en
paz.
De: “Perfil de la Hoguera”
VANESA PÉREZ-SAUQUILLO
Me
hablaron de un lugar
donde la vida juega bajo un toldo
a no enseñar los dientes.
Creía que no existía.
donde la vida juega bajo un toldo
a no enseñar los dientes.
Creía que no existía.
Pensé
que no había puentes
sin peaje
para llegar a nadie.
sin peaje
para llegar a nadie.
Que
todas las ventanas
tienen hierros
o se cubren de párpados.
tienen hierros
o se cubren de párpados.
Que a
la luna
o la miras a solas
o se transforma en queso.
o la miras a solas
o se transforma en queso.
Entonces
me llamasteis.
Os miré,
salté
y supe
que en la otra orilla
del espejo
corre el viento.
Os miré,
salté
y supe
que en la otra orilla
del espejo
corre el viento.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)