sábado, 7 de octubre de 2017

VANESA PÉREZ-SAUQUILLO






Me hablaron de un lugar
donde la vida juega bajo un toldo
a no enseñar los dientes.
Creía que no existía.

Pensé que no había puentes
sin peaje
para llegar a nadie.

Que todas las ventanas
tienen hierros
o se cubren de párpados.

Que a la luna
o la miras a solas
o se transforma en queso.


Entonces me llamasteis.
Os miré,
salté
y supe
que en la otra orilla
del espejo
corre el viento.

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