
"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 1 de junio de 2022
LUDWIG SAAVEDRA
Improptu
La
danza
De las amapolas
Es sutil
Como tu lengua
Devoro tus pezones
Como moras.
GIUSEPPE UNGARETTI
La
muerte meditada
Canto quinto
Has
cerrado los ojos,
nace una noche
nena de falsos huecos,
de ruidos muertos
como de corchos
de redes caladas en el agua.
Tus
manos se hacen como un soplo
de inviolables lontananzas,
inaferrables como las ideas,
y el
equívoco de la luna
y el balancearse, dulcísimos,
si quieres posármelas sobre los ojos,
tocan el alma.
Eres
la mujer que pasa
como una hoja
y dejas en los árboles un fuego de otoño.
Versión
de Jesús López Pacheco
JHAVIER ROMERO
Mis
piernas flacas en Macedonia
Dicen
los aficionados al misterio que fue con la fuerza divina de sus piernas
y no
con sus cabellos que Sansón derribó el templo de los filisteos.
Dicen
los filósofos que sólo con la ayuda de sus músculos gemelos
pudo
Sísifo mover su roca una y otra vez hasta la cima. Y también se cuentan
las
proezas de los Rarámuris, el pueblo de los pies de aire,
que
corriendo sobre el viento van y vienen a través de la sierra Tarahumara;
y no
olvidemos el gran salto,
el
dorado salto de Irving Saladino,
no
olvidemos que a pesar de sus misiles
el
coyote siempre fue vencido por las patas del correcaminos.
Te
das cuenta, Alessandrula, tantos galardones y medallas se le deben a las
piernas,
a
muchas piernas en el mundo, pero no a las mías.
A
las mías les adeudo mi metro ochenta y cuatro de estatura,
el
calambre repentino de las madrugadas,
los
pantalones cortos,
los
pantalones largos,
los
goles de chiripa,
el
autobús que nunca alcanzo en medio de la lluvia,
la
noche que andando sin parar durante horas
me
salvaron de morir de frío en Luxemburgo.
Y
también cuando se enredan en tu cuerpo,
cuando
trepan en ti como la yedra sobre la pirámide,
cuando
tiran de ti como las jarcias de un trirreme
y tu
cuerpo cual vela se despliega en la noche
y un
viento de lejanos cerros te va llenando de cocuyos
y de
hojas,
somos
un barco al que le ha brotado un guayacán en medio,
atravesamos
la noche con la luz de nuestras flores,
somos
un faro vagabundo en la tormenta,
la
cola de un cometa
que
se va llenando de pájaros hasta que aparece la mañana.
Y es
una mañana en Macedonia, Alessandrula,
hay
muchas piernas y barrigas frente al Orhid,
hay
muchísimas palabras en el aire,
hay
una luz tan indecisa sobre el agua
que
me hace recordar los mediodías
en
que mis piernas flacas
continúan
enlazadas a las tuyas,
y
somos después de nuestro viaje
como
un pajarito empapado de rocío
sobre
un enorme cable de energía.
HUGO BALL
El
verdugo
Te
pongo a rodar sobre tus rojos manteles.
Pongo manos a la obra: radiante como un maestro carnicero.
Los bancos y las mesas como cuchillos relampagueantes
el enano de la sífilis husmea en los sartenes llenos de cola y jalea.
Tu
cuerpo es retorcido esplendoroso y brilla como la luna amarilla
tus ojos son pequeñas lunas lascivas
tu boca revienta voluptuosa en la miseria de las judías
tus manos una caracola, que vive en los jardines rojo sangre llenos de uvas y
rosas
¡Ayuda,
Santa María! ¡Brotaron de tu cuerpo los frutos
oh santísima! Me escurre fuego ardiente por las piernas.
Mi pelo una tormenta, mi cerebro la yesca
mis dedos diez ávidos clavos de carpintero
que clavo en los fetiches de la cristiandad.
Cuando
tu grito de dolor dinamitó fuera del pino tus dientes
bajó un bullicio de oro por entre las vigas del cielo.
Una hostia gigante huía y se detuvo entre montañas de rosas
borboteaba un aleluya entre los miembros de apóstoles y pastores.
Entonces
danzaban hombres y rameras desnudos en éxtasis desquiciado
paganos, turcos, cafres y moros sobretodo
se disiparon los ángeles del círculo terrestre
y llevaron oscuridad y suplicio en un platón centelleante
No había ningún capullo materno, ningún ojo inyectado de sangre y sin esperanza
cada alma se abría a la infancia y al milagro.
GERARDO RODRÍGUEZ SALAS
Nueva
Zelanda
Que no te engañe mi mirada
tranquila y silenciosa,
ni mis labios carnosos,
ni mi torso desnudo.
Soy
la isla sin brazos
y sin wahaika,
mujer racial y exótica remesa,
fertilidad colgada al cuello,
fatua y baldía.
Que
no te engañe mi mirada
tranquila y silenciosa,
mi eterna juventud en los museos.
LUIS DE CAMÕES
De
cómo estoy me hallo tan incierto
De
cómo estoy me hallo tan incierto
que en vivo ardor temblando estoy de frío;
sin causa alternamente lloro y río;
abarco el orbe pero nada advierto.
Es
todo mi sentir un desconcierto;
un fuego el alma, la mirada un río;
de pronto espero, al punto desconfío;
ora divago, de repente acierto.
Estando
en tierra al Cielo me levanto;
milenios son mis horas; ningún día
he podido vivir sólo una hora.
¿Pregúntame
el porqué de este quebranto?
Responderlo no sé… Tal vez sería
sólo porque os miré, dulce Señora.