La
muerte meditada
Canto quinto
Has
cerrado los ojos,
nace una noche
nena de falsos huecos,
de ruidos muertos
como de corchos
de redes caladas en el agua.
Tus
manos se hacen como un soplo
de inviolables lontananzas,
inaferrables como las ideas,
y el
equívoco de la luna
y el balancearse, dulcísimos,
si quieres posármelas sobre los ojos,
tocan el alma.
Eres
la mujer que pasa
como una hoja
y dejas en los árboles un fuego de otoño.
Versión
de Jesús López Pacheco
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