"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
domingo, 6 de septiembre de 2020
FRANCISCO LUIS BERNÁRDEZ
Hogar
Encendido
en palabras puras
el fuego conversa conmigo.
el fuego conversa conmigo.
Como
un abuelo labrador,
de cenizas encanecido,
llamea su boca barbada
un consejo de campesino.
de cenizas encanecido,
llamea su boca barbada
un consejo de campesino.
Y
tiene sencillez de campo,
sencillez de ropa de lino,
sencillez de pan de centeno,
sencillez de ataúd de pino.
sencillez de ropa de lino,
sencillez de pan de centeno,
sencillez de ataúd de pino.
Un
poco de cielo desciende
al humoso ademán tranquilo.
al humoso ademán tranquilo.
JORGE CARRERA ANDRADE
Boletín de viaje
Sobre
el tejado del mundo
puso el gallo a secar su canción de colores.
La Luz era ya pesada como un fruto.
puso el gallo a secar su canción de colores.
La Luz era ya pesada como un fruto.
Sus
tablas de la ley me entregó el campo.
De la misma madera de la cruz
estaba hecho el arado.
De la misma madera de la cruz
estaba hecho el arado.
Era
un anillo de dolor
la línea ecuatorial
en el dedo del corazón.
la línea ecuatorial
en el dedo del corazón.
En
la nave de veinte cornetas
embarqué mi baúl de papagayos
hacia otro extremo de la tierra.
embarqué mi baúl de papagayos
hacia otro extremo de la tierra.
Ardía
el alfabeto de las constelaciones.
Giraban gozosos los puertos niños
en el carrusel del horizonte.
Giraban gozosos los puertos niños
en el carrusel del horizonte.
Se
amotinaron los mares
y los cuatro vientos
contra mi sueño almirante.
y los cuatro vientos
contra mi sueño almirante.
Ancla:
trébol de hierro.
Te arrojó el Capitán al continente antiguo.
Vi las torres cargadas con sus sacos de nubes
y las grúas cigüeñas
con su cesta en el pico.
Te arrojó el Capitán al continente antiguo.
Vi las torres cargadas con sus sacos de nubes
y las grúas cigüeñas
con su cesta en el pico.
Europa
hacia andar con su ritmo de aceite
los arados mecánicos.
Con su pajita tornasol
la espiga chupaba el calcio.
los arados mecánicos.
Con su pajita tornasol
la espiga chupaba el calcio.
Mas,
toda la alegría del mundo
al subir por las chimeneas
se convertía en humo.
al subir por las chimeneas
se convertía en humo.
En
la hoja en blanco de la harina
imprimían los molinos
la arenga proletaria de la espiga.
imprimían los molinos
la arenga proletaria de la espiga.
Las
ciudades se hablaban a lo largo del aire.
Descubrí al hombre. Entonces
comprendí mi mensaje.
Descubrí al hombre. Entonces
comprendí mi mensaje.
MARIANO BRULL
Soneto final
Quise
encarnar mi ansia en una sola rosa;
En una forma altiva florecer en belleza;
Que tuviera un anhelo sutil de mariposa,
Y que fuera la gracia blasón de su nobleza.
En una forma altiva florecer en belleza;
Que tuviera un anhelo sutil de mariposa,
Y que fuera la gracia blasón de su nobleza.
Pero
en mi vida nada se acerca ya a la rosa:
Ni un tono ni un matiz, ¡oh, la otoñal tristeza
Que idealizó el ambiente, y ha puesto en cada cosa
El alma pensativa que dentro de mi reza!
Ni un tono ni un matiz, ¡oh, la otoñal tristeza
Que idealizó el ambiente, y ha puesto en cada cosa
El alma pensativa que dentro de mi reza!
Se
acerca del rosal la nueva florescencia;
Pronto la primavera ha de verter su esencia
Mostrándose fecunda la savia del retoño.
Pronto la primavera ha de verter su esencia
Mostrándose fecunda la savia del retoño.
Mientras
llega, da al viento su exquisita elegancia
La rosa pensativa de mística fragancia
Que perfumó escondida mi vieja alma de otoño.
La rosa pensativa de mística fragancia
Que perfumó escondida mi vieja alma de otoño.
DELIA QUIÑONEZ
Nos habita el paraíso
En nuestros templos
habita el paraíso
profundo y claro
en la oquedad que dejan
los besos
y el temblor de espasmos milenarios
el fuego es apenas un roce
en la curva del tiempo
un trecho recorrido
en algas,
tibiezas y recuerdos.
Nos habita el paraíso
ungido de fragancias
tatuamos en la piel
arcángeles inermes
y dejamos así
-balsa y fuego-
las próximas estrellas de quietud
en la memoria.
En nuestros templos
habita el paraíso
profundo y claro
en la oquedad que dejan
los besos
y el temblor de espasmos milenarios
el fuego es apenas un roce
en la curva del tiempo
un trecho recorrido
en algas,
tibiezas y recuerdos.
Nos habita el paraíso
ungido de fragancias
tatuamos en la piel
arcángeles inermes
y dejamos así
-balsa y fuego-
las próximas estrellas de quietud
en la memoria.
ELI URBINA
I
El
jade del delirio
fulge en tus ojos
Ya somos piedra
bebemos la bilis de las olas
los escupitajos de los dioses
Ya somos piedra
guardamos en nosotros
los golpes del odio contra el hueso
los golpes del odio contra el odio
Ya somos piedra
el epicentro de la sangre
la carne destrozada
la frente de los perros solitarios
que deambulan sin destino
fulge en tus ojos
Ya somos piedra
bebemos la bilis de las olas
los escupitajos de los dioses
Ya somos piedra
guardamos en nosotros
los golpes del odio contra el hueso
los golpes del odio contra el odio
Ya somos piedra
el epicentro de la sangre
la carne destrozada
la frente de los perros solitarios
que deambulan sin destino
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