martes, 6 de septiembre de 2022


 

MANUEL GARCÍA

 

 

Sueño del escorpión

 

 

Un escorpión en medio

de un círculo de fuego

se abrasaba (y un hombre

reía) y en el centro

tenía el cuerpo abierto.

En medio de la carne

dañada, puso un beso

el aguijón, qué dulce

placer, qué hiriente trueno

de dolor, qué alegría

de veneno crujiendo.

La carne, acostumbrada

a hervir en el incendio,

se refrescó y quedara

sucia ceniza negra

o del placer secreto

o de la fruta ajena

que se pudrió por dentro.

Y yo no sé quién soy:

si el aguijón, si el hombre,

si el veneno o el fuego.

 

De: “Prado negro”

THOMAS LOVELL BEDDOES

 

  

Un reloj golpeando la medianoche

 

 

Escuchao el eco de los pasos del Tiempo,
Esos momentos se han perdido
En el desconocido sepulcro de los años.
Tu nombre se ha desvanecido en el olvido,
Hundido para siempre en las aguas del pasado,
Convertido en sagrada roca, adorado
por las custodias del valor, de la fuerza y del bien.
El futuro se pasea con jóvenes alas sobre el mar,
Naciendo detrás del vuelo, invisible para el siglo humano;
Con sus cien pasos indolentes,
Masticando el mundo desde el exterior,
Pasando suave sobre las almas mortales.
Así le canto al Tiempo, al coloso del universo,
Que con cada pie sumido en la Oscuridad
Se desliza silenciosamente.

Nubes de muerte se abaten sobre nosotros,
Es en vano luchar contra la marea;
Todos debemos hundirnos desgarrando el aire.
Con frenético dolor nos enfrentaremos a la Fama.
Podemos pensar en la Eternidad,
De quien el Tiempo es esclavo,
Sometido y arrastrado por las sombrías
fronteras de la destrucción.
¿Serán estas palabras el eco de nuestro destino?
Tal vez nuestros temblorosos pensamientos
Jamás se perderán, escritos en las inmutables estrellas
Como orgullosas aves; como los reyes de antaño
En sus tronos de mármol,
Sonriendo con la luz del relámpago.
Buceando en aquel mar del espíritu,
De rebaños mortales; finalmente nos hundiremos.
Nuestro rostro será pintado de arcilla,
De nuevo en el vientre de la Madre Tierra,
Mientras nuestra alma, en peregrino vuelo,
Persigue un más brillante nacer.

 

 

ALGERNON CHARLES SWINBURNE

 

  

Una despedida

 

 

Vámonos de aquí, canciones mías; ella no escuchará.
Vámonos de aquí juntos, sin temor.
Guardad silencio, pues ha pasado el tiempo de cantar;
las viejas y queridas cosas han acabado.
Ella no nos ama, ni a vosotras ni a mí, como nosotros la amamos
Sí, aunque cantásemos como ángeles en su oído, ella no escucharía.

Levantémonos y partamos; ella no lo sabrá.
Vayamos hacia el mar como los grandes vientos,
henchidos de espuma y arena; ¿de qué vale quedarnos?
De nada sirve, pues las cosas son así,
y el mundo entero es amargo como una lágrima.
Y, aunque os esforzárais en mostrar cómo son las cosas,
ella no lo sabría.

Vamos a casa, pues; ella no llorará.
Dimos al amor muchos sueños y días que guardar,
flores sin aroma, y frutos que no crecían,
diciendo: “Si quieres, pasa la hoz y siega”.
Todo está ya segado; no queda hierba que cortar.
Y a los que hemos sembrado, aunque el sueño nos venciera,
ella no lloraría.

Vámonos de aquí y descansemos; ella no amará.
No oirá si cantamos acerca de esto,
ni verá los caminos del amor, cuán dolorosos y escarpados son.
Venid pues, que así sea, quedaos calladas; ya basta.
El amor es un mar baldío, amargo y profundo;
y, aunque ella contemplara el cielo entero en flor allá arriba,
ella no amaría.

Abandonemos, alejémonos; a ella no le importará.
Aunque todas las estrellas convirtieran el aire en oro,
y el incansable mar viera ante sí moverse
una flor de luna que embelleciera todas las flores de espuma;
aunque nos cubrieran las olas y arrojaran
a la profundidad los labios ardientes y el cabello ahogado,
a ella no le importaría.

Vámonos de aquí; ella no lo verá.
Cantemos todos, una vez más, juntos; acaso ella,
ella también, al recordar días y palabras que fueron,
se volverá un poquito hacia nosotros, suspirando; pero nosotros
ya nos habremos ido, nos habremos marchado,
como si nunca hubiésemos estado aquí.
No, ni aunque todos los hombres al verlo se apiadaran de mí,
ella no lo vería.

 

 

JOSÉ ANTONIO CALCAÑO

 

 

Redención

 

 

Muéveme tu bondad, que me acaricia,
a esperar el perdón; pero no cabe
que remitas en mí culpa tan grave,
sin hacer menoscabo a tu justicia.

Es tal la magnitud de mi malicia,
que tu misma clemencia hallar no sabe
medio ni pena que mi crimen lave;
y aún dictando mi muerte, me es propicia.

Haz, pues, lo que a tu gloria corresponde;
vuelve la faz del llanto de mis ojos,
y sólo ve como ofenderte pude.

¡Descarga! ¡Es santo tu rigor! Mas dónde
el rayo me herirá de tus enojos,
que la sangre del Cristo no me escude.

 

ÓSCAR DÍAZ

 

 

Si estuviera encerrado en la torre de un castillo

Te he escrito porque te echaba de menos.

CARIÑO, 🙁

Cur scribam, docui.

Cur mittam, quaeritis, istos?

Vobiscum cupiam quolibet esse modo.

OVIDIO, TRISTES, V, I.

 

 

He abrazado a mi padre con un cuenco

de mendigar entre las manos

 

luego examinando con atención lo que yo era

y el corazón de leche con los dientes de leche

 

todo vestido en blanco

sobre la cama

cubierta por los mirtos

 

en algún momento empezamos

a jugar

las palabras se encuentran en mis dientes

de leche

 

el perro no ladraba

si estuviera encerrado en la torre de un castillo

habría perros que jamás ladraron

 

ahora me he quedado solo

porque están en los pisos superiores

si estuviera encerrado en la torre de un castillo

a caballo te llevaría

una carta

llena de sólidas palabras

que tú mismo podrías comprobar

 

se repite una imagen

me afecta doblemente la felicidad

o bien porque recuerdo en pasado su contacto

o bien porque en presente la distancia me la niega

 

no lo he abrazado

he estado mendigando con mis dientes

de leche

dientes de leche que ya se han caído

tengo el cuenco vacío de palabras

 

si una sirena con pelo orgulloso

no sabe suturar

un océano entero

 

¿Por qué te llamo por skype, preguntas?

Porque deseo estar contigo de algún modo

 

 

BOŽIDAR PROROČIĆ

 

  

Noche de dolor

 


Con un suspiro,

belleza,

te presiento

Escribo la carta

en las cadenas de la soledad

Me transformo en el prisionero

del laberinto

y del abismo de emociones,

secreto y destino mío

Los versos son el hilo

por el que te sigo

en las noches de dolor

te sigo

a la trampa de los recuerdos

De nuevo embriagas

durante el juego

La noche te entrega a mí 

  

Versión de Zeljka Lovrencic