sábado, 11 de febrero de 2017


CÉSAR ANTONIO MOLINA




Todo el peso del mundo...




Todo el peso del mundo
no puede pesar tanto como el de esta
gata deslizándose por mi espalda
cual doblón de oro entre los dedos
de un verdugo.

ANIBAL NÚÑEZ




Flechazo místico de Colt



Felicidades ante todo te
elijo a ti la de la fila
tercera casi al centro
un poco a la derecha
desde el espectador
cabello rubio ni
largo ni corto no
es buena pista claro ni asimismo
la de los dientes de conejo todas
las yankis los tenéis no te lo tomes
a mal la de los ojos
la de los ojos tiernos
de carnero miopes que yo ayer
en el segundo banco a tu derecha
con gabardina clara
y cara de zapatos
nuevos qué más te da:
tú estarías a lo tuyo
siguiéndole las yemas a miss eva...-
que yo ayer y tu boca
quisiera haber tenido
para no mancillar.
                               Sí, tú, la misma
que vestía como todas
pero de otra manera blusa blanca
y falda hasta los pies
Nobody knows ni tú que te miraba

yo -el de la voz tomada el descreído
el sádico el mordaz el asesino-
con miradas furtivas sin embargo
cuajadas casi sólidos
vistazos que yo quise
fueran bolas de nieve
almohadones de plumas como esas de vosotras
cuarenta y siete ángeles de carne
y hueso como todos los que han sido.
Gracias por vuestras voces por tu voz
unida entrelazada
en la polifonía el oleaje
que en la concha rompía del ábside románico.
Gracias por ese amén
que despertó mis hematíes
estancados y gracias
por ese aire que ahuyentó el incienso
los rastreros madores
de la pobre parroquia:
                                      las matabais cantando
como quien lava albas
con alegría manípulos
amitos corporales
sobrepellices sucios de santidad de mira
me y no me toques Áuf!
acallando los quiries gorigoris
de feligreses cluecas con incluso
el miserere que cerró la parte
primera y me dejó tan boquiabierto.
El miserere más alegre
que jamás escuché pues te miraba
y no queria perderme (por nada de este mundo)
tu tan ingenuo júbilo escolar
con el que me engañaste que aún me dura
tu sonrisa canora y me contagia.


Marzo, 1973



ELENA SOTO




Métrica de la estación oscura



Mientras el lagarto hiberna en las crines del caballo
tú enciendes el fuego de la casa.
Ha llegado la estación oscura de los hielos
y la tierra ya no se puede arar.
Se acorta el día
y las uñas crecen lentas,
se endurecen las ramas del cerezo,
si cavas
verás que llegar al corazón es difícil.

Mientras hiberna la serpiente en la ubre de la vaca
tú recoges bayas encarnadas.
Ha llegado la estación dulce de las madrigueras
y los caminos están desiertos.
El pelo se oscurece y la noche se alarga,
la fuente del jardín se cubre de cristales,
si golpeas
verás que llegar al corazón es difícil.

De la calle del Arcángel con la música en el corazón
Te esperaré hasta el día de la resurrección
sólo por verte aparecer con ese vestido rojo entre la hierba.
Suena la trompeta, vibra la seda
y el ventilador girando como la rueda de la fortuna.
Es un ritmo demasiado alegre para el Juicio Final.

Regresas abatida
cuando los grillos cantan las completas
pareces un alma recién llegada del purgatorio
-aunque digas que vienes de la calle del Arcángel
y que te golpeas el pecho
porque me traes música en el corazón-

Si fueras una gota de sangre entre la lana
una amapola florecida por confusión en los almendros
no me sorprenderías tanto.
Pero es otoño
y el rojo tiñe hasta las plumas de las aves,
si sabes mirarlo,
y entre la hierba
las zorras te han copiado el vestido.
Como tú, vienen de la calle del Arcángel
golpeándose el pecho
con la música en el corazón.


ARMANDO ROA VIAL





Pajarístico. Relectura de Juan Luis Martínez.



El peso humano
de los pájaros
los hace hablar en español,
no en pajarístico.
La persuación de la palabra
los hace cambiar de ciudadanía
para remontar cielos más altos.
Entiéndase bien:
al lenguaje, con vuelo firme y veloz
también le brotan alas.


ELSA LÓPEZ




Tus nietos y mis nietos
conocerán un día el viaje que soñamos.
Sentados en el tren navegarán Krasnoiarsk,
los ríos nacarados de Siberia,
la tromba de marfil de tus rodillas
anidando mis pieles.
Me leerán.
Te leerán.
Volverán sobre tus pasos y los míos.
Llegarán al gran templo
y me verán, desnuda,
trepando por tus huesos como una enredadera.


1993



CARLOS BARRAL




Ternura de tigre



La lengua sobre todo, afectuosa,
áspera y cortesana en el saludo.

Las zarpas de abrazar, con qué cuidado,
o de impetrar afecto, o daño, a quien lo doma.

La caricia con uñas, el pecho boca arriba
para mostrar el corazón cautivo.

La piel toda entregada, la voz ronca
retozando en su jaula de colmillos,
y los ojos enormes, de algas, sonriendo
a la muerte inmediata
                                       a que fue sentenciado.