jueves, 24 de enero de 2019


JORGE DÁVILA VÁZQUEZ





Hora 29



A veces te recuerdo
con el asombro
que contemplaste
un loto en los jardines
de aquel palacio florentino
convertido en albergue

A veces vuelvo a mirar tu rostro
frente a las catedrales
góticas

A veces retorna tu estupor
ante la música escuchada
en un teatro inmenso
y lejano
perdido entre la bruma
del recuerdo
de una ciudad
con su medialuna de mar
entre las casas.

A veces cuando azotan
mistrales a mis velas
y caen a lo lejos arboledas enteras
tu rostro de Granada
fascinado
regresa
y te siento
remota,
pero también más cerca,
íntimamente amada
piel a piel
sueño a sueño

A veces
no retornan
ni tu voz,
ni tus manos,
todo vaga en remotas aldeas
de infortunio,
todo es piedra de olvido
y raíz de tiniebla,
sólo me queda entonces tu rostro desvaído
ante la luz asida
por los impresionistas
o tu voz en la noche helada
de un febrero en que todas las aguas
cantaron
como un coro
de sirenas de plata. 


HERNÁN LAVÍN CERDA


  


La canción del peluquero



Mi padre Segismundo Cabezón fue el peluquero
más pobre, más barrigudo y más triste que una rata.

Por eso yo me muerdo la nariz, todo el ombligo, la misteriosa pata,
y prometo que nunca me iré de aquí hasta llegar a ser el mero mero.

No puedo negar que me gusta el arte de la peluquería desde siempre,
con tijeras chinas, alemanas o japonesas, aunque a veces caigo en la tristeza

o más bien me desilusiono por no llegar a ser el gran Cabezón
que algún día pude ser y que solamente fue mi padre, don Segismundo,

el único entre los mortales, el inmortal, el último de los Cabezones
que ocupa un lugar de privilegio en la Historia de la Peluquería Universal.


Por si hay dudas en el aire, vuelvo a decir que Segismundo Cabezón
fue el peluquero más peluquero entre todos los peluqueros

que en el mundo han sido, el más pobre, a veces el más feliz,
el más barrigudo y más triste que una rata, el más barrigón entre los barrigones.

Por eso uno se muerde la nariz, toda la pata, el misterioso ombligo,
y promete que tal vez nunca se irá de aquí hasta llegar a ser el mero mero.



CARLOS MANUEL VILLALOBOS





Los dragones de la noche



Si uno pudiera estar despierto cuando duerme, vería al ángel guardián combatiendo a muerte con la muerte. Entonces uno podría advertirle que no gaste el filo de la espada en vano. Que no es la muerte la que vuela zumbando por el cuarto, que es un pequeño dragón de patas largas. Pero el ángel de la guarda no lo sabe y se asusta y casi siempre pierde la batalla. Es por eso que cada noche hay fiesta de vampiros brindando con nuestra sangre, y hay un ángel escondido en el armario que alucina con el rugido de los leones y la muerte volando sobre la cama.

¿Quién zumba en la sombra siseando la culpa?
¿Qué bronco relajo me clava las uñas en el sueño?

¿Qué acertijo de dragón sonámbulo
busca en vano una espada que
le alumbre el camino hacia la muerte?

¿Quién está tocando las trompetas de la guerra?

¿Quién este ser de zancudos gritos que
aturde con su vuelo los insomnios?

¿Quién es esta criatura de zigzag sonoro
que busca mi piel desnuda para besarse con mi sangre?

¿Quién este pequeño vampiro con pecho de gato
que salta por las noches
y asusta el ángel que me guarda?


KAREN VALLADARES





Ninguna tarde azul



No existe ninguna tarde azul de verano. Aquí todo es opaco, o hay mucho sol, en todo caso nuestras tardes son amarillentas. Hoy en la madrugada a  las 2 con 30 para ser exacta, frente a la casa se escucharon 8 balazos. Jorge dice que fue de una 38, quizá en la entrada del bloque, pero yo los escuché más cerca, casi en mis oídos. Estaba adormitada y tuve que despertarme a ver qué sucedía, me asomé a la ventana, pero el callejón estaba completamente vacío y sin ruido; excepto por el eco de las balas reventándose a mitad de la madrugada. Después no pude dormir. Lyure se levantó llorando,  asustada, alzando los brazos, como pidiendo que la cargara. Toda la noche había sido rara, sin más movimiento que el que nosotros mismos dábamos. Parecía lúgubre, como si la noche toda quisiera desaparecer por completo. O volverse una estrella distante para todos.


DANIEL TÉLLEZ





XXIII



No necesitar la palabra amor
-nunca hemos de decirlo- como la Otilia húmeda de la pantalla
no ser la limpia sed ni todos los bemoles
la bitácora que abre el reino de los cielos
la ganzúa que abre el diccionario (justamente)
así se piensa
en la página donde se halla la palabra buscada
palíndromo de Roma
el miedo de caerse al suelo y se rompa
la usura de las definiciones.



.

GIOVANNY GÓMEZ





Una palabra como casa



Señor dame una palabra
que tenga la forma de un barco
un barco de velas inextinguibles
donde pueda ir a conocer el mar
Dame esta palabra por casa
por vestido por amante
deja que ella sea mi soledad
mi alimento y  no pueda sobrevivirla

Aquí estoy tan vacío de formas
y silencio…

Toda mi inspiración semeja
el ruido de unas manos atadas
necesito un barco por cuerpo
y el amor por mar

Escúchame  por estas alucinaciones
y la vastedad de las cosas que vuelven
a su lugar