sábado, 27 de mayo de 2017


RAMÓN LÓPEZ VELARDE




El mendigo



Soy el mendigo cósmico y mi inopia es la suma
de todos los voraces ayunos pordioseros;
mi alma y mi carne trémulas imploran a la espuma
del mar y al simulacro azul de los luceros.

El cuervo legendario que nutre al cenobita
vuela por mi Tebaida sin dejarme su pan,
otro cuervo transporta una flor inaudita,
otro lleva en el pico a la mujer de Adán,
y sin verme siquiera, los tres cuervos se van.

Prosigue descubriendo mi pupila famélica
más panes y más lindas mujeres y más rosas
en el bando de cuervos que en la jornada célica
sus picos atavía con las cargas preciosas,
y encima de mi sacro apetito no baja
sino un pétalo, un rizo prófugo, una migaja.

Saboreo mi brizna heteróclita, y siente
mi sed la cristalina nostalgia de la fuente,
y la pródiga vida se derrama en el falso
festín y en el suplicio de mi hambre creciente,
como una cornucopia se vuelca en un cadalso.



EFRÉN REBOLLEDO




  
Claro de luna



Como un cisne espectral, la luna blanca
En el espacio transparente riela,
Y en el follaje espeso, filomela
Melifluas notas de su buche arranca.
Brilla en el fondo obscuro de la banca
Tu peinador de vaporosa tela,
Y por las frondas de satín se cuela
O en los claros la nivea luz se estanca.
Después de recorrer el mármol frío
De tu pulida tez, toco una rosa
Que se abre mojada de rocío;
Todo enmudece, y al sentir el grato
Calor de tus caricias, mi ardorosa
Virilidad se enarca como un gato.




GUILLERMO FERNÁNDEZ




Las tazas de café



Antes de que el agua del café
puse a entibiar unas palabras
que debieron discurrir
con su rebaño de ovejas obsesivas
en un calvero de montaña

Las peinó el entendimiento
con sagaz óleo de luz
rediles cordiales
naranjas persuasivas

Bebimos el café
entre distancias elegantes
—el mío estaba más que nunca
helado y sin azúcar

Te despediste
y me quedé con las palabras
como fotografías
volteadas contra el muro

  
De: “Bajo llave”


JOSÉ CARLOS BECERRA





El deseo concluido



Las imágenes que emergen de tu cuerpo desembocan en esta noche que no eres tú ni soy yo quienes conversan en el cuarto de al lado y a quienes escucho completamente solo.
Concibiendo esta noche como algo inmóvil, bien podríamos ser tú y yo los que están al otro lado,
tu voz es un receptáculo indeterminado que no ha terminado nunca,
aunque en última instancia este espacio nos haya suprimido juntos y estemos allá hablando, esperándote yo rendido en la cama tibia
mientras tú regresas del baño quejándote del frío.

Porque el amor lleva consigo su propio espacio,
porque el muerto no sentirá nunca su desaparición;
la fosforescencia que se mueve sobre la superficie del deseo que ha concluido.


VICENTE HUIDOBRO




Exterior



Árboles cerrados a toda aventura
Árboles cerrados a la lámpara triste
Los faros de piel viva sobre las rosas del adiós
La imagen guardada para un viaje
Alma mía ésta es la leyenda de los años
Que detesta la casa estable y el astro de hierros fríos

Otros buscan un rey leproso que adorar
Una gloria de cúpulas el mármol de una noche larga
Vagar sobre truenos de aire sucio.
Ninguno declina sus resortes
Y saluda al mundo y sus montañas

He creado carne y llanto
He creado luz y abismo
Me he sentado a cantar
Sobre la cumbre mojada de ternuras y violencias
En donde empieza el aire de la eternidad

Ningún aliento hace subir el día
Ninguna mano hace saltar la noche
Los astros de los grandes adivinos
Apenas pueden secar el canto de las aguas
Por el camino de los signos altivos
Se va la voluntad hacia la muerte
Se van los dioses a la cifra exacta
Por el camino de los monstruos
Se van los ruidos de la muerte
Por el camino de las hojas
Se van los ojos de la muerte
Por el camino de la tarde
Se va la muerte de la impaciencia
Y un ruido de esqueleto gira al fondo del río




JOSÉ ÁNGEL VALENTE




«Serán ceniza...»



Cruzo un desierto y su secreta
desolación sin nombre.
El corazón
tiene la sequedad de la piedra
y los estallidos nocturnos
de su materia o de su nada.

Hay una luz remota, sin embargo,
y sé que no estoy solo;
aunque después de tanto y tanto no haya
ni un solo pensamiento
capaz contra la muerte,
no estoy solo.

Toco esta mano al fin que comparte mi vida
y en ella me confirmo
y tiento cuanto amo,
lo levanto hacia el cielo
y aunque sea ceniza lo proclamo: ceniza.

Aunque sea ceniza cuanto tengo hasta ahora,
cuanto se me ha tendido a modo de esperanza.