domingo, 17 de mayo de 2020


WANG WEI





Despedida



Desmonto. Mientras bebemos vino:
¿Adónde irás? El mundo me ha engañado:
A mi colina del mediodía me vuelvo.
Ve, vete. No pregunto más:
Nubes blancas sin fin, nubes.



GUIDO RIGGIO POU





24



Triste el jardín,
quiere que le habiten
otras flores.


De: “El otro jardín”


DULCE MARIA LOYNAZ




  
Selva



Selva de mi silencio,
apretada de olor, fría de menta.

Selva de mi silencio, en ti se mellan
todas las hachas; se despuntan
todas las flechas;
se quiebran
todos los vientos.

Selva de mi silencio, ceniza de la voz
sin boca, ya sin eco; crispadura de yemas
que acechan el sol,
tras la espera
maraña verde... ¿qué nieblas
se te revuelven en un remolino?
¿Qué ala pasa cerca
que no se vea
succionada en el negro remolino?

(La selva se cierra
sobre el ala que pasa y que rueda.)

Selva de mi silencio,
verde sin primavera,
tú tienes la tristeza
vegetal y el instinto vertical
del árbol. En ti empiezan
todas las noches de la tierra;
en ti concluyen todos los caminos.

Selva apretada de olor, fría de menta.

Selva con tu casita de azúcar
y su lobo vestido de abuela;
trenzadura de hoja y de piedra,
masa hinchada, sembrada, crecida toda
para aplastar aquella,
tan pequeña,
palabra de amor...



SANTIAGO KOVADLOFF






Flor de verano, fin del país



Inquietante lección de los jazmines:
cuanto más agonizan más perfuman.

Doblados sobre el tallo,
yendo del blanco luz al blanco macilento,
caen y se pudren
mientras perfuman sin tregua
el cuarto en que aún resisto.

Las calles ordenadas por el miedo están sembradas
    de jazmines,
los errores, los encierros, la deriva ciudadana,
poblados de jazmines.

En el país nadie sabe terminar como esas flores.
Imposible hacer que la vergüenza exhale
    suavidades
o que brote más que sombra del engaño.

Los jazmines acusan,
su aroma muerde las migajas del honor.

O cambiamos el país o abolimos el verano.


De: “Ciertos hechos”


JUAN CARLOS SUÑEN





23



Sí a aquel pagado
y sobrio que medía
sin ardor sus maneras varoniles:
altivo contra el torpe
divagar de los buenos ciudadanos.

O a ese otro consciente,
de adversario adquirido
y amigo devorado.
O al celador o al preso. Si tan sólo
deseaban salvarse,
desesperadamente,
salvarse. Bien podríamos
amonestar sus idas
y venidas. ¿Pero a este...?

¿No era él quien amaba,
entregado a cuadernos descuidados,
al tocar de la prisa sobre puentes cohibidos
por el tiempo, y quemaba
sus tardes largas entre manos rojas
que le llamaban (que según decía
le llamaban danzando) hasta lugares donde
le querían traído y extranjero,
borracho y extranjero,
desnudo y necesario? ¿No era acaso,
el mismo que volvía por las primeras luces
del mar cantando (casi
podemos verle desde aquí, curtido,
tan minucioso bajo la resaca
del cielo) , respirando
toda la vanidad del mar, la recibida
inocencia del viejo sol, soberbia? ¿No era el mismo
entonces que el que ahora prevalece
modesto entre los otros liberales?


De: "La prisa"


CARL SANDBURG





Entre rojas escopetas



(Tras despertar al alba una mañana, cuando el viento cantaba con
voz baja entre las ramas secas de un olmo)

Entre rojas escopetas,
en los corazones de los soldados .
corre la sangre libre
en la larga, larguísima campaña:
     siguen los sueños.

Entre las monturas de cuero,
en las cabezas de los soldados,
recios en la tortura y la matanza
de toda lucha cuerpo a cuerpo:
     siguen los sueños.

Entre los cañones que abrasan,
en las manos de los soldados,
traídos de los pliegues de carne de las mujeres...
blandos en medio de la sangre y el llano...
en todas vuestras cabezas, todos vuestros corazones,
entre las escopetas, las monturas, los cañones:

     Los sueños,
siguen los sueños
entre los muertos boca arriba,
destrozados, inútiles ya del todo:
los sueños del camino y la meta siguen intactos.


Versión de Miguel Martínez-Lage
De: "Poemas de guerra 1914-1915”