"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
miércoles, 28 de julio de 2021
EDMUNDO KAZALL
No
preguntes...
No
preguntes, qué fui yo, en otros años,
como
queriendo encontrar
la
clave para nuestro amor.
Porque
exquisitos son
los
planes espontáneos
y
las historias que puedan
escribir
nuestras manos hoy.
Entiendo,
que le temes al fracaso.
Pero
no cuestiones
el
destino de los dos.
Deja
que el enigma
se
revele paso a paso,
sin
escuchar los supuestos
de
nuestra propia voz.
Tan
solo,
regálame
un momento
para
dibujar tus labios,
divinizados
por su mudo esplendor,
y,
enajenarlos de esta emoción que siento
mientras
agradezco,
por
su incitantes formas,
la
gran inspiración de Dios.
DANIELA C. KOMATSU
Solo
eras tu
(A Él por ser mi inspiración)
El
tiempo se acaba, la vida no es la misma, el cielo se desgastó y las nubes se
disolvieron con el viento, con la lluvia. Las aves no vuelan y los animales ya
no se levantan del suelo.
Hay un paisaje irreal que se dibuja difuso frente a mi y mis ojos no logran
distinguir su color. Las rosas no huelen a perfume y el atardecer me sabe algo
amargo. Las estrellas no salen por las noches y el sol cansado se duerme
temprano.
Las calles lloran en su soledad y los perros no ladran con el mismo fervor.
Acaba el día y finalmente caigo rendida sobre mi cama sin saber que le sucede
al mundo o que es lo que me sucede a mi.
Me senté una solitaria tarde a reflexionar, repasé detenidamente cada momento
de mi vida, los días en los que me sentía sola e incapaz de cualquier cosa.
Entonces encontré el problema, ahora se que hacía mudas mis mañanas y
melancólicas mis noches.
Sólo eras tu, tu ausencia es lo que me mata, lo que no me deja vivir. Revivir
en sueños la vez que te marchaste, sólo te dirigiste hacia la puerta, sin decir
palabra alguna y luego no te volvi a ver. Solo Dios sabe cuantas lágrimas
derrame, cuantas veces te llamé sin obtener respuesta. Quería escuchar tu voz,
sentirte cerca una vez más, aunque te encuentres a kilómetros de mi.
DEMETRIO KORSI
Con
queja de indio y grito de chombo.
Con
queja de indio y grito de chombo,
dentro
de la cantina de Pancha Manchá.
trazumando
ambiente de timba y kilombo,
se
oye que la cumbia resonando está...
Baile
que legara la abuela africana
de
cadena chata y pelo cuscú;
fuerte
y bochinchosa danza interiorana
que
bailó cual nadie Juana Calambú.
Pancha
Manchá tiene la cumbia caliente,
la
de Chepigana y la del chocó,
y
cuando borracha se alegra la gente,
llora
el tamborero, llora Chimbombó...
Chimbombó
es el negro que Meme embrujara,
Chimbombó
es el negro de gran corazón;
le
raya una vieja cicatriz la cara;
tiene
mala juma y alma de león
¡Y
el tambor trepida! ¡Y la cumbia alegra!
Meme,
baila... El negro, como un animal,
llora
los desprecios que le hace la negra,
¡y
es que quiere a un gringo la zamba fatal!
Como
un clavo dicen que saca otro clavo,
aporrea
el cuero que su mano hinchó;
mientras
más borracho su golpe es más bravo,
juma
toca cumbia, dice Chimbombó...
Vengador,
celoso, se alza de un respingo
cuando
Meme acaba la cumbia, y se va
cogida
del brazo de su amante gringo
(rumbo
al dormitorio de Pancha Manchá)
Del
puñal armado los persigue, y ambos
mueren
del acero del gran Chimbombó,
¡y
la turbamulta de negros y zambos
sienten,
que, a la raza, Chimbombó vengó!
Húyese
hacia el Cauca el negro bravío
y
otra vez la cumbia resonando está...
¡Pero
se dijera que no tiene el brío
de
la vieja cumbia de Pancha Manchá!
Es
que falta Meme, la ardiente mulata,
y es
que falta el negro que al Cauca se huyó:
siempre
habrá clientela y siembre habrá plata,
¡pero
nunca otro hombre como Chimbombó!
JOSÉ KOZER
Acta
I
La
vagina de Sara cumplió sesenta años, penetraciones, un
giro,
apenas el sentimiento
de
sentir el rasponazo, así
suena
(sonaba) cuando
descorchan,
once varones,
cinco
hembras, nueve
nacieron
de pie, el resto no
alcanzó
la veintena: todo
el
mundo muere en edad
provecta,
dicen (decían)
los
chinos.
Hoy
cumple años la muerte, óyela comer candela, óyela cómo
duerme:
en el machote
aparecen
los datos (ya,
borrosos)
nombre y
apellidos
hasta la
segunda
generación
(unas
treinta y tantas
sílabas
con el montonazo
de
signos diacríticos al
modo
checoslovaco):
edad,
dirección (anterior
a la
actual) señales
visibles
(ya no) causa y
por
qué no consecuencia
de
defunción. Estado civil.
Cuño.
Sellos. En efectivo.
El
vuelto aún su retintín al
golpear
la mesa apolillada
del
señor funcionario en
mangas
de camisa, su corbatín
ofendía
nuestros sentimientos,
sin
embargo se le pagó sin
embargo
no dejó de cobrar.
A mí
su nieta o nieto todavía me huele la casa a pastel de guayaba
recién
horneado manos de
hojaldre,
Sara. Raja Sara
caja
Sara baja Sara. Las
cosas
que Piaget descubría
nos
las había contado Sara.
A la
mesa, entre muertos y
vivos,
éramos (unos) treinta.
Sara
a la cabecera, ochenta
años,
un poco ida, un poco
tiesa,
hierática sonrisa. Algo
desconchinflada.
Búcaros de
minutisas.
Faroles chinos,
cajas
de comida japonesa:
———-bento.
Y Sara me repetía
al
oído, bento. Viento. A
bientôt.
Y nos reíamos. Su
nieta
o nieto preferido
(tortillerito
mío susurrábame
al
oído, parejera): aplaudieron
los
muertos, los once vivos se
le
tiraron al salmón ahumado.
Comed,
comed, que vienen
tiempos
malos.
Y vi
que Sara se persignó, se llevó la mano derecha a la cabeza
(tocada
por la peluca) (sotto
voce,
Sara se rapaba) juntó
(namasté)
las manos: por
si
las moscas hay que creer,
repartir
a los moribundos
entre
los dioses, empezó a
llover.
Primero una llovizna
de
nada entreverada de ceniza,
arreció,
menos agua, más polvo
y
óxido, agua frígida, ceniza
idéntica
en color y textura al
verdín
original (Génesis). Y
nos
llevamos a Sara en andas.
A
Sara y el salmón, las cajas
a
medio consumir de jengibre
en
salmuera, pescados (tres
clases)
crudo, fideos fríos
(soba)
los vasos vaciados de
vino.
Entramos. Entre cuatro
candiles
la depositamos sobre
el
jergón de heno tundido
(mullido)
de una cosecha
primigenia.
Y fueron llegando.
Primero
los animales. Se
acomodaron,
de hinojos. Luego
el
Pregonero, ¿hay alguien en
casa
que entienda arameo? Y
nada
de Reyes prosternarse a
los
pies de Sara. Le cerraron
los
ojos, la ayudamos a vestir
disfraz
carnal, ley última salir
bailando
con su insoluble
careta
de la resurrección
———————-tapándonos
el rostro.
JOHN OROZCO
Black
Baccara
Rosa Negra.
Tú
eres de oscura belleza pétalos frágiles de luna,
La
rosa negra que decora el silencio,
Quién
depura con alegría lo afligido y aviva la rutina con sonriente voz,
Quién
resurge de batallas desoladoras y vuelve en sí con la mirada más fuerte e
imponente a vencer,
Eres
quién brinda todo sin temor y da su corazón al sentimiento positivo y a
la verdad.
Eres
ese beso letal de sutil suspiró,
La
inolvidable caricia de sensual calidez,
La
aventura erótica teñida en tinta piel y la humedad mágica expresa en el mirar.
SILVIO RODRÍGUEZ
Ojalá
Ojalá
que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan
para
que no las puedas convertir en cristal.
Ojalá
que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo.
Ojalá
que la luna pueda salir sin ti.
Ojalá
que la tierra no te bese los pasos.
Ojalá
se te acabe la mirada constante,
la
palabra precisa, la sonrisa perfecta.
Ojalá
pase algo que te borre de pronto:
una
luz cegadora, un disparo de nieve,
ojalá
por lo menos que me lleve la muerte,
para
no verte tanto, para no verte siempre
en
todos los segundos, en todas las visiones:
ojalá
que no pueda tocarte ni en canciones.
Ojalá
que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda.
Ojalá
que tu nombre se le olvide a esa voz.
Ojalá
las paredes no retengan tu ruido de camino cansado.
Ojalá
que el deseo se vaya tras de ti,
a tu
viejo gobierno de difuntos y flores.