miércoles, 7 de octubre de 2020

ANA TORRES LICON



 

Modales en la Mesa

 


 

Si la vida fuera una mesa,

pediría que fuese redonda,

que los poderosos no recargaran

los codos sobre el tablero,

y que los pobres comieran con la boca llena.

Si las reglas de urbanidad existieran en la vida

solicitaría que se extinguiera la vigilia,

aboliría el uso de cubiertos:

inútil hábito de fingida cortesía

(como si no usáramos la lengua viperina,

despotricando del débil pisoteado).

El postre y el café serían prohibidos

mientras la justicia no fuera utopía.

Vigilaría los modales en la mesa,

con el rigor de un anciano,

y la sabiduría de un niño.

 

BERTOLT BRECHT

  


 

Contra el Engaño




No se dejen seducir:
no hay ningún retorno.
El día está a las puertas;
ya se siente el viento nocturno:
no habrá ningún mañana.

¡No se dejen estafar!
La vida es poca.
¡Bébanla a grandes tragos
porque no les parecerá bastante
cuando tengan que dejarla!

¡No se dejen consolar!
¡No tienen mucho tiempo!
¡La pudrición, para los redentores!
La vida es lo más grande:
de nada más disponemos.

¡No se dejen engañar!
¡Al tajo y agótense!
¿Qué pueden temer ya?
Morirán como los demás animales
y no hay nada después.


LUIS MARRE

  


 

El culpable

 



Sobresaltado sueño
el sueño del culpable. Sueña
a su abuelo volteando un niño
frente a un muro, y despierta
al punto que el abuelo airado
abre la mano.

 

El culpable sueña a su padre
niño aún, inocente…
La luz va a él para herirle, para
cegarle, tropieza con ella
como con un cuchillo con el rostro
de la Ira.

 

El culpable recuerda a Isaac,
a Isaac, inocente cuello,
y el cuchillo de Abraham
devolviendo el rostro del ángel
de Dios.

 

Confúndese el culpable, no
siente el abrazo de la zarza
al muro resonante de su cuerpo,
su hijo llora,
olvida que la sangre es inocente.

 

ANNA VENTURA

 


 

Tu quoque

 


 

César en los bosques nórdicos, en invierno.
Duerme poco, no come nada;
si no pelea, escribe. La palabra se
afila como un arma. Como arma
es infalible. Cesare sabe
que será el amo del mundo,
pero ahora está solo,
en el bosque nevado. Los guardias
duermen, el fuego
se apaga en pequeñas lenguas
rojas y amarillas. Cesare
no tiene remordimientos,
no se arrepiente,
no tiene miedo. Pero en Roma,
en las tranquilas habitaciones
de una casa patricia,
donde se congregan
todos los remordimientos,
todos los lamentos,
todos los miedos,
allí donde el líder no dirige
ningún pensamiento,
allí se afila una daga.

.

.


SAMUEL BECKETT

  


 

Bebe solo

 

 


Bebe solo

Bufa quema fornica revienta solo

Como antes

Los ausentes están muertos los presentes apestan

Saca tus ojos vuélvelos hacia los juncos

Se enojen los perezosos

No vale la pena está el viento

Y el insomnio

 

MANUEL MAGALLANES

   

 

Nadie ve, ni tú misma...



Como el rayo de sol que envuelve al árbol
y que hace florecer todas sus ramas;
como la onda de agua cristalina
que da al rugoso tronco fresca savia,
así en redor de mí, como un divino
efluvio que hace florecer mi alma,
así como la onda cristalina,
dándome un vigor nuevo estás, mi amada.

Como la flor su aroma, como el rayo
de sol su aura ardiente, como el agua
su frescura vital, así te llevo
conmigo, así de mí nunca te apartas.
Ante mi vista erguida te hallo siempre,
siempre estás al final de mis miradas:
te ven mis ojos cuando estoy despierto,
y si dormido estoy te ve mi alma.

Aunque nunca se unieron nuestras bocas
y nunca nuestros brazos en guirnalda
de amor entrelazáronse mis labios
están sobre tu boca perfumada
continuamente. Nadie, ni tú misma,
nadie ve con qué dulce, con qué blanda
suavidad van mis labios oprimiendo
tu boca tan pequeña y tan amada...

Nadie ve, nadie ve cómo rodean
mis brazos tu cintura delicada;
cómo mi cuerpo roza el cuerpo tuyo,
cómo te estrecho a mí, cómo te palpan
mis manos temblorosas. Nadie advierte
cómo, ávido de ti, caigo a tus plantas!
Nadie ve, ni tú misma, que te adoro
con toda la ternura de mi alma...