domingo, 29 de abril de 2018


ALFONSO COSTAFREDA





Te dieron vida



Te dieron vida y ahora vives
aun más allá de sus deseos.
Les fuiste una quimera necesaria
y te apoderas de tus dueños.

Y no diremos que no existes
aunque tenaces te neguemos:
si son en el desierto de su vida
sólo espejismos tus soñados reinos,
en nuestra mente estás, estás, acaso
más que nosotros eres cierto.


ÁLVARO SOLÍS





La noche entera


Fuensanta:
¿tú conoces el mar?
dicen que es menos grande y menos hondo
que el pesar.
Ramón López Velarde



I

Nunca miramos el mar,
nunca nos detuvimos a mirarlo inalcanzable.
su furia contenida por años ruge sin parar y las palmeras inmóviles,
oleadas de sofocación, cortinas, entrecerradas ventanas.
Tanto calor como para fundar diez mil infiernos;
arden las paredes y mi cabeza arde en las brazas de este tiempo.

Nunca miramos el mar, nunca entrecerramos los ojos para mirar el mar de abril.


II

Apoyado en la ventana te esperé la noche entera.
La noche era un camino que no se podía recorrer con calma,
extendía sus fronteras hacia donde no era posible esperar.
Porque el corazón no puede soportar las heridas que produce la esperanza,
la noche era un sesgo que nunca aprendí a tomar con sigilo.

Tú me atormentabas diciendo que llegarías más tarde
con la indiferencia que se da la hora a algún desconocido.
Mi corazón era un volcán extinto que de repente exhala pequeñas fumarolas recordando el tiempo de erupción.
Pero aquel día mi paso fue más lento, y llegué tarde,
me esperabas con los jeans color rosa y tu cinta para el cabello y tus zapatos,
y tu bolso de mano y tu llavero y los rasgos de tu blusa y tu indiferencia del mismo color.
Parecías no advertir que te miraba, y pensé que estabas sola, que no esperabas,
que estabas muy lejos de casa, de los sabores resecos del invierno,
que no pertenecías a nadie, ni a ti misma,
mientras te maquillabas sin prisa mirándote al espejo y agachabas la cabeza como avergonzada.
Ese día llegué tarde pero hicimos el amor con toda calma,
luego te pusiste mi camisa color vino
y pedimos comida china, relucían tus blancas piernas donde yo recostaba mi cabeza para recordar tu gesto entristecido de la espera.

Porque la noche extiende sus dominios sobre todos los que anhelan el retorno de alguien que nunca volverá,
mi corazón contiene aun las furias de aquel mar que siempre nos fue inalcanzable.

Nunca miramos el mar,
nunca entrecerramos los ojos para mirar el mar de abril.



ESTHER DE CACERES





No pasarás por el camino...



No pasarás por el camino
a la hora en que mis ojos te buscan,
cuando los pájaros vagabundos se van de la tarde
y llora en la noche mi voz.

Mi corazón te esperará en la puerta de los días
¡pero no llegarás!
¡Y ha de cerrarse la oración en mi soledad!

¡No pasarás por el camino!
Pero yo he de esperarte otra vez,
cuando los pájaros vagabundos se van de la tarde
y llora en la noche mi voz...


RICARDO MOLINARI





Estas cosas



No sé, pero quizás me esté yendo de algo, de todo,
de la mañana, del olor frío de los árboles o del íntimo sabor
de mi mano.
Pero estas llamas y la lluvia bajan por la tarde del día elevadas,
con su trabajo cruel y afanoso, con el terror de la primavera
y el tiempo y la noche vanamente disueltos en su impaciencia.

Yo sé que estoy mirando, extendido, sin atender
lo que el polvo y el abandono ocultan de mi cuerpo y de mi lengua.
Una palabra, aquella sonriente y terrible de ternura,
oscurecida por la razón y el mágico envenenamiento de la nostalgia;
sedentaria huye por un campamento, llamada y perseguida permanente,
sin alguna vez, devuelta entera y desentendida
al seno ardiente de la noche, al ser mayor e indestructible de la atmósfera.
Nada queda después de la muerte definido y elevado, ni la imagen voluntariosa
sobre los pastos crecidos y ondulantes, ni el pie
atropellado que dispara de su quemada historia intacta.

Sin clamor el rostro siente el húmedo temporal, el albergue perecedero
y la flor abierta en el vacío,
sin volver los ojos, va en su rapidez disuelto
y extrañísimo.
Soy el ido, el variante del cielo,
de la calle muerta en las nubes,
su entretenimiento como un pájaro.

¡Amor, amor! una brizna del sentido,
tal vez un día donde mis labios bebieron la sangre
y todas estas nieblas azotadas e irremediables, perdidas.
Decidido, toma, ¡oh noche!, mis secos ramos y llénalos de rocío brillante
y pesado, igual al de las hojas del orgulloso y reclinado invierno. 


VIOLETA LUNA





Luna



Luna siempre que te veo
Luce triste tu mirada
Luna azul, luna plateada
Luna amante solitaria
Sol vigilas a tu dama
Siempre que ella est dormida
Sol no pierdas la paciencia, no no no
Que la tienes dominada
Sol, vigilas a tu amante sin poder
Tocarla, besarla
Luna, vives a la espera del momento
De amarlo, besarlo
Luna lavaras tu cuerpo
Reflejandote en el agua
Sol tu fuego no te sirve
Para detener el tiempo
Sol, vigilas a tu amante sin poder
Tocarla, besarla
Luna, vives a la espera del momento
De amarlo, besarlo
Mensajeros de amor
Pese al dolor
Mensajeros de amor


IBN ZAYDUN





Me dejaste, ¡oh gacela!



Me dejaste, ¡oh gacela!,
atado en manos del infortunio.
Desde que me alejaste de ti,
no he conocido placer de sueño.
¡Si entrara en mi destino un gesto
tuyo o una mirada fortuita!
Mi intercesor -¡mi verdugo!-
en el amor es tu bello rostro.
Estaba libre del amor
y yo hoy me veo rendido.
Fue mi secreto silencioso,
y ahora ya se sabe.
No hay escape de ti,
lo que desees para mí,
así sea.