martes, 22 de noviembre de 2016


ÁNGEL CRUCHAGA




Amada mía



Amada mía, amada en tiempos del primer arco iris
o allá en la creación junto a las primeras alas.

Desde la sangre de mi madre hacia ti vuelvo mi rostro.
Las abejas de mis almendros vuelan en torno de tus ojos.

Mi corazón, saeta gastada de noche en el cielo
atraviesa la paloma del día para borrarse en tu voz.

Alargas en tus ojos los hondos paralelos
mientras la mañana se eleva de tus brazos.

Te llevaré en la ola de mis venas
así como el cielo lleva su largo temblor de pájaros.

La tierra gira, mi amiga, en un rincón de tus ojos.
El viento distancia estrellas detrás de tu cabellera.



JUAN CUNHA




La nostalgia de mi tierra...



La nostalgia de mi tierra,
de mi campo, el de otro tiempo,
me anda siempre por las sienes,
la nostalgia de tierra.
Me anda siempre por las sienes
y se me asienta en el pecho.

A veces es nube y pájaro,
a veces galope y eco,
a esa majada, esa tropa,
y yo silbando, tropero.

Paisanos de serio rostro,
ancha mano y gesto lento,
paisanos de serio rostro,
cuando me ausento a las veces,
cuando me ausento a las veces
al paso me los encuentro.

De noche veo fogones
con ruedas de mate y cuentos.
De noche veo fogones
y el llanto de las guitarras.
Y el llanto de las guitarras
que a rachas me trae el viento.

La nostalgia de mi pago
me pone triste el acento.
Viene de allá, campo afuera,
y se me va pecho adentro.


De: "A eso de la tarde"


ENRIQUE MORÓN

  


Oda al número dos



Siempre infantil caminas por las cifras
enseñando tu cola puntiaguda,
y tu panza de niño adolescente
por donde se resbala la ternura.

Eres, al fin, el único juguete
que traza el usurero con su pluma.
Cisne de los papeles escolares!
¡Príncipe y equilibrio de las curvas!

Cuando tu nombre se abre entre mis labios
apenas si se mueve tu figura;
en el aire nadando te me alejas
por un mundo de hierro y de penumbra.

¿Qué vas a hacer cuando el dolor te lleve
por las altas ventanas de las sumas?
¿Qué vas a hacer cuando los ases vengan
a oscurecer tu blanca dentadura?

Vuelve a mis labios niños, quiero hacerte
corazón infantil de flor y fruta.
Vuela de los papeles a los prados,
donde crecen los soles y las lunas.


De: "Odas numerales"


DOLAN MOR




Ahora la poesía no menciona los sauces a orillas...



Ahora la poesía no menciona los sauces a orillas
de la alberca, ni escribe cisne o dalia al pie de un cardenillo.
Sólo habla de McDonalds, drogas, viajes a Europa,
la práctica promiscua del sexo en los hoteles.
No está bien ser poeta si no fumas cannabis,
si no besas a un perro en su esfera de muerte.
Sólo se necesita un coche en la cartera, un anillo
en la oreja, un polvo en la nariz. No importa
si eres hembra o macho en tus costumbres
siempre que un vibrador descanse en tu bolsillo
cual pez de silicona bajo un lago de escarcha.
No debes olvidar las playas de nudismo o leer
a Bukowski en medio de un spa (aunque ignores
que Spa se llama un pueblo en Bélgica,
o que salut per aquam proviene del latín).
Lo importante es decir palabras en inglés e ignorar
que Lezama vivió dentro de un mulo asmático y rapsoda.
También que lleves gafas en medio de la noche,
o que hagas como yo que me pongo una gorra
hasta para ducharme en los meses de invierno.
Un sello en el mercado, los enigmas del marketing
en cada laberinto que construyen tus dedos
mientras subes un día al tren, al ascensor que te lleve
a ese suave destino que es el arte.
Eso sí, nunca olvides borrar de tus poemas las hojas
de los sauces o ir a un restaurante donde la carta ignore
ese plato exquisito: el cisne de Darío
(desplumado y enfermo) con la dalia en el pico.


VINICIUS DE MORAES




Mujer al sol



Una mujer al sol es todo mi deseo,
viene del mar, desnuda, con los brazos en cruz
y la flor de los labios abierta para el beso
y en la piel refulgente el polen de la luz.

Una hermosa mujer, los senos en reposo
y caliente de sol, nada más se precisa.
El vientre terso, el pelo húmedo y una sonrisa
en la flor de los labios, abierta para el gozo.

Una mujer al sol sobre quien yo me arroje
y a quien beba y me muerda y con quien me lamente,
y que al someterse se enfurezca y solloce,

e intente rechazarme, y que al sentirme ausente
me busque nuevamente y se quede a dormir
cuando yo, apaciguado, me disponga a partir.


JOSÉ LUPIÁÑEZ




La despedida



Aquí en lo oscuro
quedo pulsando mi dulcémele,
mientras veo que te alejas
feliz, contra la línea del horizonte.
Mueves el cuerpo al son de mis acordes,
cada vez más distante, más cómplice,
y un ritmo de secreto te hace tan diminuto.
sí, te alejas de esta pequeña hoguera
que hemos prendido juntos,
y en la alcoba, se extingue la ardentía,
como hermoso extinguirse era bajo tu cuerpo.
Hay un sol tibio que camina delante,
y una brisa en el rostro de quien amé;
mis besos lleva en él como prendidos,
hoy que se aleja,
feliz, contra la línea del horizonte.