sábado, 25 de julio de 2015

FÉLIX DE AZUA


 

Ahora es mi turno, cuando cierro los ojos...


Ahora es mi turno, cuando cierro los ojos
y me olvido de ti, de tu salvaje higuera y tus higos salvajes,
cuando tu carne, como un libro de cuentos, resplandece en la noche
a la luz de un hogar mediterráneo;
y me dejo cegar por el brillo solar de la memoria
mientras mi cuerpo entero se quema en un chispazo.

Ahora infantiles yemas te descubren, y entre las llamas muertas
rescato el viejo yugo, los utensilios viejos y las viejas guirnaldas
del buey, de la cebada y de la Pascua de Resurrección.
Es mi turno, no el tuyo. Te levanto en mis palmas
como se exponen los recién nacidos
a las nubes plomizas, irritadas
como vacas repletas que atronan el establo
los campos secos, el pozo, la uva amarga.

Pero tú, hecha una niña, también tientas las ubres, y arqueada
jadeas entre brasas; es mi turno y tú danzas
resonando perpleja y sonriente,
átomo, brizna, astilla de una combustión
que no puedo pensar sin sentirme infinito.

Tus yemas y tu sonrisa atónita me invitan al incendio...
pero me venden luego por la espalda como cosa fútil,
como ese azar minúsculo, gratuito
que te alcanza las nubes y se empeña en durar.

Y mientras tú contratas con terribles clientes
a los que yo sólo conozco por el nombre,
y cuyas sombras, mantos, miradas esquinadas,
me hacen alzar la sábana aterrado;
hundido al fin, hundido,
olvidado por fin, perdido y solo, cobijado en mí mismo,
puedo gritar, gritar hasta romper el techo y por la grieta ver
la esplendorosa faz sin ojos y sin boca
que me agarra del cuello y me disuelve en risas,
fuego de azufre, espanto y aroma de castaños.


 

 

 

GONZALO MILLÁN


 

1.

 

Amanece.
Se abre el poema.
Las aves abren las alas.
Las aves abren el pico.
Cantan los gallos.
Se abren las flores.
Se abren los ojos.
Los oidos se abren.
La ciudad despierta.
La ciudad se levanta.
Se abren llaves.
El agua corre.
Se abren navajas tijeras.
Corren pestillos cortinas.
Se abren puertas cartas.
Se abren diarios.
La herida se abre.

Sobre las aguas se levanta niebla.
Elevados edificios se levantan.
Las grúas levantan cosas de peso.
El cabrestante levanta el ancla.

Corren automóviles por las calles.
Los autobuses abarrotados corren.
Los autobuses se detienen.
Abren las tiendas de abarrotes.
Abren los grandes almacenes.
Corren los trenes.
Corre la pluma.
Corre rápida la escritura.

Los bancos abren sus cajas de caudales.
Los clientes sacan depositan dinero.
El cieno forma depósitos.
El cieno se deposita en aguas estancadas.

Varios puentes cruzan el río.
Los trenes cruzan el puente.
El tren corre por los rieles.
El puente es de hierro.
Corre el tiempo.
Corre el viento.
Traquetean los trenes.

De las chimeneas sale humo.
Corren las aguas del río.
Corre agua sucia por las cloacas.
Las cloacas desembocan en el río.
Las gallinas cloquean.
Cloc cloc hacen las gallinas.
De la cloaca sale un huevo.

El río es hondo.
El río es ancho.
Los ríos tienen afluentes.
Los afluentes tienen cascadas.
Los afluentes desembocan en el río.
Las avenidas son anchas.
La calle desemboca en la avenida.
El río desemboca en el mar.
El mar es amplio.
 

De “La Ciudad”

 

PAZ MOLINA




Líberame

 

Líberame,dios suicida,
sentado en tu trono de basura
con una solemnidad impúdica.
Tu envoltura circense,tu menear el trasero
en busca de buenos dividendos
para tu campaña publicitaria

Libérame,dios inútil,
tu atolondrado sentir,
tus manos cruzadas sobre el pecho
y en actitud iconoclasta tus piernas
destinadas a la oscuridad
raíces de rubios fabricantes de nácar
vendible en el mercado con categoría
de estiércol

Tu apariencia respetable,sin embargo.
La idiosincracia carcomida de tus ideas
bullendo en el intestino como preguntas
sin respuestas.

Te sugiero que abandones lo conocido.
Que cambies tu postura por una de corte moderno.
Una sinceridad de niño te vendría bien hoy día.
Decirle frases dulces a las estrellas
y esperar la micro en las esquinas
con el cuello desabrochado a ver si se conmueven
las ancianas.

Escribir poemas melancólicos
en los que jóvenes impúberes se desmayen,
sutiles rosas se marchiten,
tristes ciegos agonicen
y perros fieles mueran de frío en busca
del amo perdido en la nieve.

Hacer cosas que la gente comprenda,
abandonar la postura típica del mártir
crucificado en su propio lenguaje incomprensible.

Libérame, dios inútil.
Tu imagen en el espejo, tu quehacer,
tus blasfemias, la indefensión de tu cuerpo
me conmueven.

Quiero empezar contigo una posible conquista
del idioma perdido en el revés del absurdo.

 

JORGE BOCCANERA


 

Besos



La vida no es
la cara ni el llanto de la cara
ni la mano ni el golpe de la mano en la cara
ni el viaje de la mano ni la estéril huida de la
           cara

es el hilo de sangre que sale de tu boca.

 

 

JOSÉ LEZAMA LIMA


 

Minerva define el mar



Proserpina extrae la flor
de la raíz moviente del infierno,
y el soterrado cangrejo asciende
a la cantidad mirada del pistilo.
Minerva ciñe y distribuye
y el mar bruñe y desordena.

Y el cangrejo que trae una corona.

La batidora espuma, la anémona
desentrañando su reloj nocturno,
la aleta pectoral del Ida nadador.
Su pecho, delfín sobredorado,
cuchillo de la aurora.
Ciegos los peces de la gruta,
enmarañan, saltan, enmascaran,
precipitan las ordenanzas áureas
de la diosa, paloma manadora..
Entre columnas rodadas por las algosas
sierpes, los escondrijos de las arengas
entreabren los labios bifurcados
en la flor remando sus contornos
y el espejo cerrando el dominó
grabado en la puerta cavernosa.
Su relámpago es el árbol
en la noche y su mirada
es la araña azul que diseña
estalactitas en su ocaso.
Acampan en el Eros cognocente,
el mar prolonga los corderos
de las ruinas dobladas al salobre.
Y al redoble de los dentados peces,
el cangrejo que trae una corona.
Caduceo de sierpes y ramajes,
el mar frente al espejo,
su silencioso combate de reflejos
desdeña todo ultraje
del nadador lanzado a la marina
para moler harina fina.
Lanzando el rostro en aguas del espejo
interroga los cimbreantes
trinos del colibrí y el ballenato.
El dedo y el dado
apuntalan el azar,
la eternidad en su gotear
y el falso temblor del múrice disecado.
El mascarón de la Minerva
y el graznar
de las ruinas en su corintio
deletrear,
burlan la sal quemando las entrañas del mar.

El bailarín se extiende con la flor
fría en la boca del pez,
se extiende entre las rocas
y no llega al mar.
Roto el mascarón de la minerva,
otrora la cariciosa llanura de la frente
y el casco cubriendo los huevos de la tortuga.
Subía sobre la hoguera de la danza,
extendido el bailarín, sumado con la flor,
no pudo tocar el mar,
cortado el fuego por la mano del espejo.
Sin invocarte, máscara golpeada de Minerva,
sigue distribuyendo corderos de la espuma.
Escalera entre la flor y el espejo,
la araña abriendo el árbol en la noche,
no pudo llegar al mar.

Y el cangrejo que trae una corona.

 

 

 

GUSTAVO ADOLFO GARCÉS


 

21


El día es incierto

y no deja ver muy bien
sus maneras

intenta darme algo

una palabra

un párrafo en blanco

titubea

tropieza igual que yo

casi nada me dice

se vacía sin llenarse

a tientas heredo su lección