miércoles, 9 de agosto de 2017


PIEDAD BONNETT




Desolación



Ese sonar de aldabas me levantó del sueño,
sobresaltó mi corazón dormido.
Cuánto ruido trajiste a esta casa:
Qué músicas extrañas,
qué silencios no oídos.
Todos los corredores se poblaron de ti
y olvidaron de golpe su soledad de siglos.
Un aroma de mar invadió las alcobas
y a un día tembloroso se abrieron sus postigos.
Ese sonar de aldabas sobresaltó mi noche,
rompió candados y rompió cerrojos.
No podía saber que cuando el aire
barriera el polvo en todos los rincones
y de olor a manzanas se llenara la huerta,
te marcharías sin sonar de aldabas,
dejando tus silencios
                                    y las puertas abiertas.


De: "Círculo y Ceniza"


FERNANDO CHARRY LARA




Como la ola



Con llegada de espuma hasta la playa triste,
oscura ola de esplendor lunar extendido,
tú cruzas, tú cruzas
con remoto ardor despertando mi beso
en el mar delirante de la noche.

En fuga siempre, llena de reflejos,
reconstruyendo a solas lo amargo y lo distante,
o recostada un poco a la luz de los crepúsculos,
así mejor dibujo la melancolía de su retrato:
junto al piano, a la ventana
de irrespirables sueños, a la música de súbito callada,
esperando una voz que llega como el eco a las zonas
desiertas.

Nocturna entonces,
como la piel,
como lo profundo de los besos,
como la noche de los árboles,
como el amor sería junto a su cabellera.

Luego, sin sonido,
espuma silenciosa tras la sombra,
entre el rumor apagado de los pasos,
desnuda huyes, pálida ola,
no se te reconoce.


MARCELO DANIEL FERRER




Leve me acerco



A la distancia justa
Del torbellino de tu aliento,
En tu rojo intenso
Y la humedad de tus adentros.

Sin rozar la fragilidad.
Sin alterar sustancia.
Sin soltar destellos.
Sin controlar reflejos.

Sin excluir la mirada,
Como abarcando la nada
Que ya tiene un cuerpo
Y engendra un alma.

En la espera tensa
En medio de la urgencia
Que acrecienta la llama
Que mi pecho inflama
Y deshace el esfuerzo
De contener las ganas.

Leve
Me acerco,
Te beso.


RAMÓN VALDEZ








Y era el amor al fin se había posado
Era una mariposa sobre el seno dorado.
Y era el amor
Ese amor que por siempre la había perturbado
En mil noches de sueños ardientes, descarados.
Y era el amor
El amor del suspiro, del beso apasionado
El amor tan sublime, el amor esperado,
Y sí, era el amor
Y ya lo ha comprobado,
Por eso se ve triste,
Por eso ya no canta,
Por eso es que ha llorado.


JUAN CARLOS SUÑEN

  


La rosa se ha propuesto
ceder, su voluntad es esa sobre los tréboles.

Su voluntad es puro
sedimento, un dolor del que otro
no podría echar mano. El viento deja
quieto al milano y humo
dulce en los arañoles, trae del pueblo
olor a hoguera recién cortada.

El monte
es una mesa negra, casi humana,
para el festejo de la primavera.


De "El hombro izquierdo"


EDITH SÖDERGRAN




Amor



Mi alma era un traje celeste como el cielo;
lo dejé sobre una roca junto al mar
y desnuda llegué hasta ti y parecía una mujer.
Y como mujer me senté a tu mesa
y brindé con vino y aspiré el aroma de unas rosas.
Me encontraste bella y semejante a alguien que en sueños viste,
olvidé todo, olvidé mi infancia y mi patria,
sólo sabía que tus caricias me tenían cautiva.
Y tú, sonriendo, tomaste un espejo y dijiste que me mirara.
Vi que mis hombros estaban hechos de polvo y se desmoronaban,
vi que mi belleza estaba enferma y ahora sólo quería desaparecer.
Oh, aférrame entre tus brazos, tan fuertemente
que ya no necesite nada más.


Versión de Renato Sandoval e Irma Sítanen