lunes, 20 de agosto de 2018


MARÍA PAULA ALZUGARAY





Error



Elegir lo roto por instinto estético, compasivo o de fe
es hundirse en una manoseada noche de tolerancia.

Con la delicadeza que se envuelve un vestido con papel, amamos
el pasado de la rotura
queremos volver a cuando antes de su avería.

Lo roto no desea hermosearse, no puede componerse.
Hay cosas que son rajadas, les gusta así. Esa es su gloria.

Cesante ocio de lo que no funciona.



MARÍA NEGRONI





Escrituras



el arte es una cosa mental
pero tus manos
alzadas
a lo invisible de mí

como si fueran sordas
al tacto
de lo que no tendremos

quisieron abrir un cauce

y así fuimos un río
y nos íbamos
de la boca a la boca
sin más expectativa
que todo

y hasta pudiera decirse
que una ciudad perdida
se asomó a tu dibujo

mientras los cuerpos volvían
a saber eso que ignoran


MERCEDES ARAUJO





Vi lo que vi
una jirafa con pestañas de mujer pisando
sus patas derechas a un solo tiempo
turbada, resoplando y turbada.
Una hembra a contraluz del sol
ofreciendo sus ojos.
Vi lo que vi: movimientos furtivos en la hierba
cuatro leones atraviesan la bruma
allí en la nada donde las plantas cambian
un bosque que luego es pradera
y nuevamente un bosque.

No me defendí esa noche ni la siguiente.

Vi lo que vi
cráneos de elefantes con memoria
hombres lince, mujeres con velos como murallas
una cafetera árabe en una plaza
custodiada por pastores.

Todos los animales tememos a otro.


MERCEDES ROFFÉ





Situación para romper un hechizo



Acuéstate
                 boca arriba
como si fueras a morir
o a darte a luz.

Remonta
la cuesta de los años
en lo oscuro.

Llega al umbral
                        traspásalo / sumérgete
en la honda, estrecha, escala del olvido.

Dime qué ves.
Enfréntalo / enfréntate
a quien eras antes aún de la memoria.

¿Te reconoces?
Continúa.
Sí, reconoces ahora el camino
que te ha traído hasta aquí.
Su nitidez lo delata
   —un sueño azul que se proyecta en la pantalla azul del tiempo
y va cobrando sentido.

¿Te ves?
Pregúntale por qué y acéptala
—cualquiera sea la respuesta

—He venido a decirte adiós —responde.
No digas más que eso
sin saña
sin violencia
sin rencor alguno.

Intentará retenerte
volver a responder lo que ya sabes
lo que ya le has oído
quizás de otra manera.

Baja los ojos y crea
—con la mirada solo—
un reguero en el suelo
un surco de tierra húmeda y cenizas.

Verás alzarse un fuego
una pared de fuego
—un fuego frío—
entre tú y tu fracaso.
Despídete.
Dale la espalda.
Vuelve a tomar el camino
            —el mismo:
el sueño azul sobre el azul del tiempo.

Remonta los peldaños de la escala honda, estrecha.
Llega al umbral
traspásalo y desciende
la pendiente oscura de los años.

Vuelve a tu cuerpo
¿sientes?  un dolor en el vientre o en el pecho
como si algo de ti te hubiese sido arrancado
te anuncia que has vencido.

El dolor se irá
tú quedarás contigo.

La memoria del hueco
te seguirá adonde vayas.



FELI SALGADO





Empuja el corazón, quiébralo, ciégalo…
José Ángel Valente



ahoga
en silencio
la brisa
el polvo
haz
que el vacío
la noche
primen


NÉSTOR PONCE





Dentista



esa mujer tenía prendidos unos ojos
como el arco iris
le salían arcos de las cejas
y del bozal
flores de amor

cuando aplicaba el torno
su profesionalidad era pasmosa
fruncía el ceño
como Einstein
cuando entonaba baladas marchitas

un día me estaba perforando una muela
aplicaba anestesias en las encías
agujas de medio metro
me entraban en la piel

sus ojos menta y miel
suspiraban de pura concentración
largaban destellos
que caminaban por las paredes
como ciempiés en fiesta de carnaval

doctora le dije entre tornos
líquidos antisépticos
pinzas y otros enseres
me estoy enamorando de usté

se quitó el bozal
con gesto impúdico:
yo también
respondió con voz de dentífrico
mientras de los ojos
se le derrumbaban
consultorios enteros:

jamás vi muelas tan hermosas