Situación para romper un hechizo
Acuéstate
boca
arriba
como si
fueras a morir
o a
darte a luz.
Remonta
la
cuesta de los años
en lo
oscuro.
Llega
al umbral
traspásalo / sumérgete
en la
honda, estrecha, escala del olvido.
Dime
qué ves.
Enfréntalo
/ enfréntate
a quien
eras antes aún de la memoria.
¿Te
reconoces?
Continúa.
Sí,
reconoces ahora el camino
que te
ha traído hasta aquí.
Su
nitidez lo delata
—un sueño azul que se proyecta en la pantalla azul del tiempo
y va
cobrando sentido.
¿Te
ves?
Pregúntale
por qué y acéptala
—cualquiera
sea la respuesta
—He
venido a decirte adiós —responde.
No
digas más que eso
sin
saña
sin
violencia
sin
rencor alguno.
Intentará
retenerte
volver
a responder lo que ya sabes
lo que
ya le has oído
quizás
de otra manera.
Baja
los ojos y crea
—con la
mirada solo—
un
reguero en el suelo
un
surco de tierra húmeda y cenizas.
Verás
alzarse un fuego
una
pared de fuego
—un
fuego frío—
entre
tú y tu fracaso.
Despídete.
Dale la
espalda.
Vuelve
a tomar el camino
—el mismo:
el sueño
azul sobre el azul del tiempo.
Remonta
los peldaños de la escala honda, estrecha.
Llega
al umbral
traspásalo
y desciende
la
pendiente oscura de los años.
Vuelve
a tu cuerpo
¿sientes?
un dolor en el vientre o en el pecho
como si
algo de ti te hubiese sido arrancado
te
anuncia que has vencido.
El
dolor se irá
tú
quedarás contigo.
La
memoria del hueco
te
seguirá adonde vayas.
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