domingo, 16 de julio de 2017


ELEONORA FINKELSTEIN




El peso del error



Ignoraba el ocio de las bestias
que desfilan frente a las estrellas fijas.
Decía: sólo mis prodigios se gestan con el error,
soy, en tanto, el taumaturgo de lo posible.

Entonces extirpaba del polvo,
los calendarios y los mapas,
los viajes y las permanencias
pero todo ya venía maculado
con el repetido trazo de los círculos.

Decía: conozco el presente
como a un solo alfilerazo en el tapiz.
Y antes, uno más. Y después, otro.
Siempre ligados por la espalda
y siempre a un segundo de la disolución.
Juguemos a reconocernos las caras en el espejo.
¿Ves a la virgen en cópula con los dioses?
¿Ves a la ramera de cuerpo blanco y virgen?
Soy el taumaturgo de lo posible, repetía,
y equivoco las cosas.
Una y otra vez, hasta el cansancio.



DIONICIO MORALES




Señales



X


No abras de nuevo
                               ese postigo
donde
          noche a noche
                                 merodea mi voz
y tu silencio de cristal
                                    hace añicos
al viento
                       ni permitas
el paso del vestigio de luz
al trillar la mansedumbre
en el laúd último del día
que te aguarda
                        enmudecido
En el claror intermitente
                                          morará
una tímida sonrisa
                                 deshielada
abandonada al azar
en un sitio extraño
                              y olvidado

Y en el soledoso recinto
ensordecido de objetos familiares
guarda esta flor negra
                                    y nauseabunda
del amor
                   raída
opulencia
                 de
                     la
                         muerte


De: “Inscripciones y señales”


VÍCTOR HUGO




Los nidos



Cuando el soplo de abril abre las flores,
buscan las golondrinas
de la vieja torre las agrestes ruinas;
los pardos ruiseñores
buscando van, bien mío,
el bosque más sombrío,
para esconder a todos su morada
en los frondosos ramos.
y nosotros también, en el tumulto
de la inmensa ciudad, hogar oculto
anhelantes buscamos,
donde jamás oblicua una mirada
llegue como un insulto;
y preferimos las desiertas calles
donde la turba inquieta
en tropel no se agrupa; y en los valles
las sendas del pastor y del poeta;
y en la selva el rincón desconocido
donde no llegan del mundo los rumores.
Como esconden los pájaros su nido,
vamos allí a ocultar nuestros amores.



Versión de Salvador Díaz Mirón

JORGE GAITÁN DURÁN




¡Vengan cumplidas moscas!



Cuántas veces de niño te vi
Cruzar por mi alcoba de puntillas.
Enhebrabas tu aguja con manos
Más ligeras que los días.

Luego te olvidé. No es poca cosa
Vivir. El mundo es bello y el deseo
Vasto. (Que lo diga Ulises,
Cuando nada en el mar y come uvas
Después de la batalla). Mas cada
Año acortabas el hilo, zurcidora
Aplicada.
Como una madre
O Penélope siempre lozana me has
Guardado fidelidad. ¡La única!

Empollabas la herencia con tus
Mimos. Solícita, cuidabas huesos,

Dientes, toda la ruin materia
Que te ceba.
¿Vale más el alma?
No encontraste nada en la mía
Que me hiciera rey.
Quedaba poco
Cuando destapaste el pudridero.

¡Vengan cumplidas moscas! Hoy te pago
El ansia con que viví cada momento.


MARILINA RÉBORA



  



Yo quisiera quererte como antes te quería,
Y sentirte, como antes, en todo consecuente,
Yo quisiera decirte: te quiero todavía...
Y recibirte, al fin, con ánimo sonriente.

Yo quisiera tomar tu mano con la mía,
Y llevarlas fraternas, como antes, a mi frente,
Guardándote a mi lado, junto a mí todo el día,
Saber que estás conmigo, aunque te halles ausente.

Pero ya no es posible que esta dicha suceda,
Desde que el desencanto se apoderó del alma,
Y pienso que vivir así, tampoco pueda...
Porque quiero querer y mi amor se resiste,
Porque quiero esperar, cuando no tengo calma,
Porque quiero reír y por siempre estoy triste.


MARUJA VIEIRA




Para ti no hay palabras



Para ti no hay palabras.
Hay sólo mudas páginas en blanco
y este lento caer
de las manos inútiles
que olvidaron y hallaron
letras
sueños
y árboles.

Hubo palabras antes.
Cuando el mar,
cuando el grito luminoso
de los últimos faros.

Para ti sólo hay tiempo,
no hay palabras.
Y el tiempo es infinito
ahora que te amo.