Señales
X
No abras de nuevo
ese postigo
donde
noche a noche
merodea mi voz
y tu silencio de cristal
hace añicos
al viento
ni permitas
el paso del vestigio de luz
al trillar la mansedumbre
en el laúd último del día
que te aguarda
enmudecido
En el claror intermitente
morará
una tímida sonrisa
deshielada
abandonada al azar
en un sitio extraño
y olvidado
Y en el soledoso recinto
ensordecido de objetos familiares
guarda esta flor negra
y nauseabunda
del amor
raída
opulencia
de
la
muerte
No abras de nuevo
ese postigo
donde
noche a noche
merodea mi voz
y tu silencio de cristal
hace añicos
al viento
ni permitas
el paso del vestigio de luz
al trillar la mansedumbre
en el laúd último del día
que te aguarda
enmudecido
En el claror intermitente
morará
una tímida sonrisa
deshielada
abandonada al azar
en un sitio extraño
y olvidado
Y en el soledoso recinto
ensordecido de objetos familiares
guarda esta flor negra
y nauseabunda
del amor
raída
opulencia
de
la
muerte
De: “Inscripciones y señales”
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