martes, 15 de diciembre de 2020

RÉMY DE GOURMONT

 


  


La Iglesia

 

 


Simone, me parece bien. Los ruidos de la noche 
son dulces cual un cántico cantado por niños;
la oscura iglesia semeja un viejo «manor»;
las rosas tienen un grave aroma de amor e incienso.

Me parece bien, iremos muy serios, lentamente
nos saludará la gente que regresa de los prados.
Abriré la valla a tu paso
y el perro nos seguirá un buen rato con sus ojos tristes

Mientras tú reces, yo soñaré en los hombres .
que construyeron estos muros, el campanario, la torre,
la pesada nave semejante a una bestia de carga,
cargada con el peso de nuestros pecados cotidianos.

Cuando regresemos, Simone, será noche cerrada;
semejaremos fantasmas bajo los abetos,
pensaremos en Dios, en nosotros, en muchas cosas;
en el perro que nos aguarda, en las rosas del jardín.

 

Versión de L. S.

 

SAMUEL BECKETT

 

 

 


Da tagte es¹

 

 

redime lo que reemplaza a los adioses
la sábana de agua que navega en tu mano
a quienes nada tienen ya para la tierra
y el espejo sin niebla encima de tus ojos.

 

 

Versión de Jenaro Talens

NOTAS DEL TRADUCTOR:
Escrito también a raíz de la muerte de su padre.
1.- da tagte es:  -entonces (o allí, en sentido temporal) amaneció. En alemán en el original.

 

KARLA GÓMEZ

 

 


 

UNA CASA que ha perdido 
su concepto de casa,
aguarda como piedra.

 

Provoca la ceguera del encierro,
desvanece imágenes 
 trae los mismos días 
como si fuera imposible 
aprender la cotidianidad.

 

Acá no entra más luz 
que el de mis sombras,
y aún así no veo.

 

La casa
comienza a oxidarse,
y yo a hundirme de pasado.

 

FERNADO CHARRY LARA

 

 

 

Testimonio

 

 

Eran vísperas del crimen el empedrado,
la tarde,
el sol caído violentamente hacia el oeste,
cuando, desde balcón a la plaza,
vaías
negros jinetes cruzar.

Remotos, pálidos, silenciosos,
iban
en lento paso morado,
en procesión de monstruos fugitivos,
y su vacilación el sitio a donde
llevar duelo.

Cayendo crepúsculo a sus alrededor,
con pisadas secas,
con aturdimiento, entre el polvo,
podías creerles
sonámbulos que cruzaran con cuchillos
su sombra.

Los recuerdas, arroces de frío
y de noche, caer
sobre frágiles chozas
entregadas
como el desnudo de sus vírgenes,
quebrar cuerpos, manchar de sangre muros
y luego perderse,
tigres sin pesadillas,
tras el aullido del aire y los muertos.

En todo lugar la huella solitaria:
los harapos, el filo de sus dientes, la tiniebla.


De: "Los adioses"

 

INGEBORG BACHMANN

 

 

 

 

Salmo

 


 

1


¡Callad conmigo, como callan todas las campanas! 

En la placenta de los horrores 
buscan las sabandijas alimento nuevo. 
Públicamente, cuelga los Viernes Santo una mano 
en el firmamento, le faltan dos dedos, 
y no puede jurar que todo, 
todo, no haya sido y que nada 
será. Se hunde en las nubes pardas, 
arroba a los nuevos asesinos 
y sale absuelta. 

De noche, sobre esta tierra, 
forzar ventanas, darle para atrás a las sábanas, 
que quede al descubierto el embozo de los enfermos, 
una llaga llena de alimento, infinitos dolores 
para todos los gustos. 

Enguantados contienen los carniceros 
el aliento de los desembozados, 
la luna en la puerta cae al suelo, 
no recojas los fragmentos, la cinta de la que colgó... 

Todo estaba preparado para la extremaunción. 
(El sacramento no puede llevarse acabo).

 

 

2


Qué vanidad de vanidades. 
Arrastra una ciudad hasta ti, 
levántate del polvo de esa ciudad, 
toma posesión de un cargo 
y enmascárate 
para no ser desenmascarado. 

Cumple las promesas 
delante de un espejo ciego en el aire, 
delante de una puerta cerrada en el viento. 

Intransitados están los caminos sobre la pared a plomo del cielo. 



Oh ojos, que la tierra, almacén solar, quemó, 
con la carga de lluvia de todos los ojos cargados, 
cubiertos ahora de hilos, de telas 
hiladas por las arañas trágicas 
del presente ... 



En la cuenca de mi mudez 
pon una palabra 
y levanta grandes bosques a ambos lados, 
que mi boca 
entera quede en la sombra.  



De: "El tiempo postergado"

Versión de Arturo Parada



WALLACE STEVENS

 


 

XI

 



En una calesa de cristal

Recorrió Connecticut.

Una vez, lo traspasó un temor

Cuando confundió

Con los mirlos

La sombra de su equipaje.

 

  

De: “Trece formas de mirar un mirlo”