martes, 2 de noviembre de 2021


 

EDUARDO LLANOS MELUSSA

 


 

Desaparición de Rodrigo Lira

 

  

“Algún día se sabrá
que hicimos nuestro oficio el más oscuro de todos
o que intentamos hacerlo
Algunos ejemplares de nuestra especie
reducidos a unas cuantas señales
de lo que fue la vida en estos tiempos
darán que hablar en un lenguaje todavía inmanejable
Las profecías me asquean y no puedo decir más.”

(Enrique Lihn: La musiquilla de las pobres esferas, 1969.)

 

 

Para despedirme de ti, Rodrigo,
me asomo a esta hoja en blanco
en que tu rostro aparece de repente
como un expósito tiritando a la intemperie.

Qué hemos de hacer sin ti, Rodrigo,
sin esas cartas que nadie jamás te respondió,
sin aquella sonrisa desolada
que ni diez mil psicoterapias cambiarían.
Con qué norte vagar ahora por Santiago,
con quién beberemos el café que nos dejaste
sin azúcar y helado como este vientecillo
con que la noche va tatuándose en nosotros.

Que me patee Dios, hermano,
si estoy haciendo retórica con tu nombre
así como la prensa hizo crónica roja
con tus venas cortadas en el baño.

Te escribo este adiós
con las manos chamuscadas y torcidas.
No siento ni mi cuerpo ni mi sangre.
Mi cabeza quedó dando tumbos allá en el crematorio.

Alguien viene horadando nuestras gargantas hace tiempo.
Pero no importa.
Nosotros quedaremos en silencio
para que tu voz
haga vibrar entera esta ciudad.

 

 

PABLO ROMAY

 

  

 

Herida entre las piernas

 


Mujer terrestre,

pudorosa se esconde entre tus muslos,

reservada del mundo,

una herida que no sana entre las piernas,

una llaga de amor,

que exuda olores que despiertan los instintos,

ventilados por las faldas.

Altar donde nace el deseo,

boca que gime,

yo quiero lamer esa herida,

como curandero ancestral,

esperando curarte ese amor lastimado,

esa percepción de sexo débil,

dolor y placer en conflicto.

 

SAM PINK

 

  

Tan divertida

 

 

Pasé por un lago
donde unos vagabundos
intentaban atraer
una ardilla para bajarla de un árbol
ofreciéndole
una papafrita.
Algunas cosas se ven tan divertidas
que solo sabés
que tenés que alejarte
lo más rápido que puedas.

 

Versión de Mat Guillan

 

 

FRANCISCO RUIZ UDIEL

 


 

Yo soy Lynndie England

 

 

Yo soy Lynndie England
cuando permanezco distante
ante el estrujamiento contra el pueblo de Irak
soy Haydar Sabbar con una mordaza
y una capucha mientras me escupen
el cuerpo desnudo
y sobre mis genitales
alguien apaga un cigarrillo
soy un perro anónimo
que arrastran por el suelo de un pasillo
soy la humanidad llagada por la guerra
un ser que convulsiona en un sueño
y amanece con las manos amoratadas de torturas
soy tantas muertes en un tiempo
donde Dios prepara su acto en este Zoológico humano
soy un hombre convencido de mis cuatro patas
pero soy también Nick Berg
decapitado por un hombre con un puñal en su mano.

Sobre el puñal,
puedo ver a alguien que se asemeja
cada día a mi áspero rostro de ser humano.

  

De: “Alguien me ve llorar en un sueño”

 

 

 

MARK STRAND

 

 

Siete poemas

 


1. A la orilla
de la noche del cuerpo
diez lunas se levantan.

 

2. La cicatriz se acuerda de la herida.
La herida se acuerda de la pena.
De nuevo estás llorando.

 

3. Andando bajo el sol
nuestras sombras son barcas de silencio.

 

4. Mi cuerpo se tiende
y escucho mi propia voz
tendida a mi costado.

 

5. La roca es placer
cuando se abre
entramos en ella
como a nosotros mismos
caca noche.

 

6. Cuando hablo con la ventana
digo que cada cosa
es todas las cosas.

 

7. Tengo una llave,
abro la puerta y entro.
Está oscuro y entro.
Está más oscuro y entro.

 

 

DANIEL CUNDARI

 

 

6

 

La luz está llena de vahído,

tu sonrisa se derriba en la sala

colmada de algo con ginebra.

 

Los músicos se voltean y se ojean

como mujeres malas o ladrones.

 

El escalofrío, la suerte, el barranco,

hacia el sur nos llama el remolino

de un contrabajo enlucido de amarillo.

 

La muerte ya no importa, he de vivirla

con estilo y de manera peligrosa

como una carta libre de sello y sin destino.

Hay monos en frac que me ofrecen bebidas

con guantes blancos y vasos de mayólica.

 

Hay un silencio que atrona en su voz en la madera

y tu mirada que perdura en el picante humo de la vida.