"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 18 de agosto de 2018
ETHEL KRAUZE
No hay trabajo
1
No hay
trabajo
de la
vida
en este
abrazo
dulce
que nos
damos.
Puedes
sentir
el puro
instante
………. el
sinsentido puro:
no
pensar
no
esperar
no
desear,
sólo la
parvada de pétalos
que
vibran
en el
aire,
la
exhalación de luz que nos abraza,
a su
vez,
emulándonos.
No hay
trabajo,
no
temas
no
debes nada
no hay
pagarés
no hay
registro
……….de
datos.
Sólo
hay esto,
que es
mucho.
Sólo
hay esto.
2
El
cuello,
la
alondra roja
de mi
pelo que te cubre
cuando
cierras los ojos
para posarte
……….soñando
en él.
Tampoco
ahí hay trabajo,
sólo el
parpadeante sol
detrás
de los arbustos
diciéndote:
“Aquí
estoy,
tú no
trabajes,
no te
muevas de ti.
Confía
en este
sinsentido
en la
belleza pura
del
crepúsculo rojo
que yo
mismo estoy siguiendo
sin
saber por qué.
¡Oh
joya del instante
que no
dura
……….más
allá del parpadeo!”,
mientras
tú recuestas
la
cabeza
y te
sumas
al
aroma del cuello.
El palo
de lluvia está sonando.
No te
muevas,
escucha.
RUBÉN MÁRQUEZ MÁXIMO
VI
Abordo tu piel
como si fuera un barco
un remolino
un
viento de espuma luminosa
una nota
una nota
o una
sílaba saliendo de la boca.
De: “Poemas de mar y viento”
HERMAN HESSE
Vida de una flor
Por la verde ronda de hojas ya se asoma
con temor infantil, y apenas mirar osa;
siente las ondas de luz que la cobijan,
y el azul incomprensible del cielo y del Verano.
Luz, viento y mariposas la cortejan; abre,
con la primera sonrisa, su ansioso corazón
hacia la vida, y aprende a entregarse,
como todo ser joven, a los sueños.
Más ahora ríe toda, arden sus colores
y en su cáliz asoma ya el dorado polen;
aprende a sentir el calor del mediodía
y, agotada, se inclina al lecho de hojas por la tarde.
Labios de mujer madura con sus bordes,
donde las líneas tiemblan por la edad ya presentida.
cálida florece al fin su risa, en cuyo fondo
amarga caducidad y hastío anidan.
Pero ya se ajan y reducen los pétalos,
ya cuelgan pesadamente sobre las semillas.
Palidecen los colores como espectros: el gran
secreto envuelve ya a la moribunda.
Por la verde ronda de hojas ya se asoma
con temor infantil, y apenas mirar osa;
siente las ondas de luz que la cobijan,
y el azul incomprensible del cielo y del Verano.
Luz, viento y mariposas la cortejan; abre,
con la primera sonrisa, su ansioso corazón
hacia la vida, y aprende a entregarse,
como todo ser joven, a los sueños.
Más ahora ríe toda, arden sus colores
y en su cáliz asoma ya el dorado polen;
aprende a sentir el calor del mediodía
y, agotada, se inclina al lecho de hojas por la tarde.
Labios de mujer madura con sus bordes,
donde las líneas tiemblan por la edad ya presentida.
cálida florece al fin su risa, en cuyo fondo
amarga caducidad y hastío anidan.
Pero ya se ajan y reducen los pétalos,
ya cuelgan pesadamente sobre las semillas.
Palidecen los colores como espectros: el gran
secreto envuelve ya a la moribunda.
Versión de Andrés Holguín
IRENE SÁNCHEZ CARRÓN
Motel, money,
murder, madness
Todas las calles de aquella noche iban al cielo.
Ella surgió del fondo de su vaso.
Quiso beber con él sin prisa.
Quiso saber su historia
mientras le deshojaba el corazón.
Más tarde
le pidió con los labios que se fuera con ella.
Confundir puede el cuerpo el placer con la muerte.
Pasaron como una exhalación por su memoria
la luz mortal de las farolas,
la sombra del sombrero,
el verde botella de los ojos de la chica
mientras se ahogaba en un charco rojo de pétalos.
Todas las calles de aquella noche iban al cielo.
Ella surgió del fondo de su vaso.
Quiso beber con él sin prisa.
Quiso saber su historia
mientras le deshojaba el corazón.
Más tarde
le pidió con los labios que se fuera con ella.
Confundir puede el cuerpo el placer con la muerte.
Pasaron como una exhalación por su memoria
la luz mortal de las farolas,
la sombra del sombrero,
el verde botella de los ojos de la chica
mientras se ahogaba en un charco rojo de pétalos.
PERE GIMFERRER
Y la muerte
nadie la oía
pero hablaba muy cerca del micrófono
Con careta antigás daba un beso a los niños
Lady Day las gaviotas heridas vuelven a la luz del puerto
Extraña fruta en el aire el crepúsculo se ausenta
Con una espada con un guante con una bola de cristal
la pecera magnética la cueva del pasado el submarino bajo las
mareas que fulgen
Lady Day cuánto amor en una juventud cuántos errores
cuántas tardes hablando qué deseo qué eléctricos
jazmines
cuántos cow-boys muertos como trovadores la sonrisa en los
labios que se tiñen de sangre
los gritos en las calles las manifestaciones disueltas bajo el
arco voltaico del poniente y los lóbregos edificios
irreales
Lady Day el amor como una libélula
cazador de libélulas
Lady Day qué despacio nos viene la experiencia todo cobra un
sentido se ordena como el paisaje en los ojos cuando
recién despiertos corremos las persianas
o intentamos ordenar las palabras de un
poema
Lady Day
Animales heridos en el bosque nuestros ojos qué piden qué
desean
qué desea esta voz en el viento de otoño un lebrel o su presa
disueltos en la fría oscuridad del tiempo
escamoteados como naipes de una baraja los años de nuestra
juventud
Con dos vueltas de llave cerraron la cocina
No nos dan mermelada ni pastel de cereza
ni el amor ni la muerte extraña fruta que deja un sabor ácido.
De: "Extraña fruta y otros poemas"
nadie la oía
pero hablaba muy cerca del micrófono
Con careta antigás daba un beso a los niños
Lady Day las gaviotas heridas vuelven a la luz del puerto
Extraña fruta en el aire el crepúsculo se ausenta
Con una espada con un guante con una bola de cristal
la pecera magnética la cueva del pasado el submarino bajo las
mareas que fulgen
Lady Day cuánto amor en una juventud cuántos errores
cuántas tardes hablando qué deseo qué eléctricos
jazmines
cuántos cow-boys muertos como trovadores la sonrisa en los
labios que se tiñen de sangre
los gritos en las calles las manifestaciones disueltas bajo el
arco voltaico del poniente y los lóbregos edificios
irreales
Lady Day el amor como una libélula
cazador de libélulas
Lady Day qué despacio nos viene la experiencia todo cobra un
sentido se ordena como el paisaje en los ojos cuando
recién despiertos corremos las persianas
o intentamos ordenar las palabras de un
poema
Lady Day
Animales heridos en el bosque nuestros ojos qué piden qué
desean
qué desea esta voz en el viento de otoño un lebrel o su presa
disueltos en la fría oscuridad del tiempo
escamoteados como naipes de una baraja los años de nuestra
juventud
Con dos vueltas de llave cerraron la cocina
No nos dan mermelada ni pastel de cereza
ni el amor ni la muerte extraña fruta que deja un sabor ácido.
De: "Extraña fruta y otros poemas"
IBN HAZM
Hasta
que llegó la noche estuve esperando verte,
¡oh deseo mío!, oh colmo de mi anhelo!;
pero las tinieblas me hicieron perder la esperanza,
cuando antes, aunque apareciera la noche, no desesperaba de que siguiera el día.
Tengo para ello una prueba que no puede mentir,
pues por muchas análogas nos guiamos en asuntos difíciles,
y es que, si te hubieras decidido a visitarme, no hubiera habido tinieblas,
y la luz, -tu luz- hubiera permanecido sin cesar entre nosotros.
¡oh deseo mío!, oh colmo de mi anhelo!;
pero las tinieblas me hicieron perder la esperanza,
cuando antes, aunque apareciera la noche, no desesperaba de que siguiera el día.
Tengo para ello una prueba que no puede mentir,
pues por muchas análogas nos guiamos en asuntos difíciles,
y es que, si te hubieras decidido a visitarme, no hubiera habido tinieblas,
y la luz, -tu luz- hubiera permanecido sin cesar entre nosotros.
De: "Sobre las señales del amor"
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