lunes, 23 de noviembre de 2020


 

VLADIMIR HOLAN

  

 

Encuentro en el ascensor



Entramos en la cabina y estábamos allí solos los dos.
Nos miramos sin hacer otra cosa.
Dos vidas, un instante, la plenitud, la felicidad...
En el quinto piso ella bajó y yo, que continuaba,
comprendí que nunca más la vería,
que era un encuentro de una vez para siempre
y que aunque la hubiera seguido lo habría hecho como un muerto,
y que si ella se hubiera vuelto hacia mí
sólo hubiera podido hacerlo desde el otro mundo.


Versión de Clara Janés

 

REYNALDO URIBE

 

 



alguien quiere

que el amor

sea una rata

que camine

en las entrañas





MÓNICA NEPOTE

 

 

 

Oráculo

 



Está en el eco del cielo, en las cuentas de vidrio sobre el pañuelo del mago. Está en el hilo dorado con el que tejes mis ojos, en la sangre, en el índice de la bruja dormida; en el trazo del agua. Donde quieras que esté, ahí habita, cómo una mano sobre tu pecho o una voz, sonámbula, nombrándote desde otra orilla.

RENÉE FERRER

 


 

Compañía

 



Las voces queridas

participan del silencio

tras las puertas.

Un pájaro tritura

por un instante la oscuridad

con

el martillo de su garganta.

En el interior de mí misma

converso con la que soy:

esa soledad me acompaña.

 

VLADIMIR MAÏACOVSKI

 

 

 

Despedida

 


 

En el auto ya,
                             después de cambiar el último franco,
                                                                                              pregunto:
-¿A qué hora partimos hacia Marsella?
París,
          corre,
                       despidiéndome,
con toda su extraordinaria belleza.
Sube a mis ojos,
                                 la humedad de esta separaci6n.
Mi corazón,
                        de sentimentalismo se ablanda.
¡Yo quisiera vivir,
                                      y morir en París,
si no existiera,
                             esa tierra,
                                                 que se llama Moscú!


Escrito en el año 1925 como último poema de una serie dedicada a un viaje al extranjero.

 

PIER PAOLO PASOLINI

 

  

Muerte



Vuelvo a ti, como vuelve
un emigrado a su país y lo redescubre:
he hecho fortuna (en el intelecto)
y soy feliz, tanto
como hace tiempo lo era, destituido por norma.
Una rabia negra de poesía en el pecho.
Una loca vejez de jovencito.
Antes tu alegría se confundía
con el terror, es verdad, y ahora
casi con otra alegría
lívida, árida: mi pasión decepcionada.
Ahora me das miedo de verdad,
porque estás de verdad cerca, incluida
en mi estado de rabia, de oscura
hambre, de ansia casi de criatura nueva.

 

 

De: "La religione del mio tempo"

Versión de Delfina Muschietti