martes, 13 de mayo de 2014

HELENA RAMOS


  

34

 

Remisamente
se abren –incitantes–
alas violeta.

 

De: Polychromos (haikus)

 

 

RUBÉN DARÍO




Diamante

 

Puede una gota de lodo
Sobre un diamante caer;
Puede también de este modo
Su fulgor obscurecer;
Pero aunque el diamante todo
Se encuentre de fango lleno,
El valor que lo hace bueno
No perderá ni un instante,
Y ha de ser siempre diamante
Por más que lo manche el cieno.

 

 

 

 

 

ISOLDA HURTADO


 
 
Hilos de seda
 
             ..yedra que avanza, envuelve y desarraiga al alma
                                        y la divide de sí misma.
                                                         Octavio Paz
 
Rápido corre veloz
                            el coco rota ronco
                                   ¡Cocoro!
Lenta baja caminos  verde sobre verde vuela el chocoyo entre las ramas la siesta
vierte el haz el cáliz en polen y la abeja aleja dulce su peso y posa a la luz.
 
Las praderas dibujan contornos en azul...   el cielo desatado anima el aroma
a tierra mojada.  Salen caracolas de sus conchas, contenidas depositan ígneas vertientes sobre el terreno. Dormidos explotan volcanes, las piedras ardientes derriten la risa
                       leve la lava amasa la masa maíz por maíz
 
de surco en surco clarea la luna
mira el queso el coyote desde lo alto al fondo del pozo perdido el mordisco
            en roja manzana
 
de poro en poro cubre el sudor la piel de la esfera
            teje hilos de seda la araña los sube y los baja
 
de lejos cabalgan los potros
dormitan la noche cansados de espuelas al roce del lomo
 
                        las vacas pacen ladeadas colinas
                        parecen caer sostenidas
                                     ojonas al pasto devoran
                         mugidos el viento acomoda al oído
 
los pájaros confunden sus nidos
llorando el calor de las 12 del día ocultan sus crías
en busca del río.
 
Relinchan los bosques ajenos
avispas fugaces vuelan a la deriva
como plumas mariposas reposan colores.
 
Adivina el péndulo un lado y el otro tic- tac  el desierto de cactus espina
como espina a la rosa arrancarla del tallo
 
densas respiran las nubes la última gota
                    ¡bomba! al tímpano aturdido.
 
Ladran ladran las fauces abiertas del cauce
arrastran lama las piedras calizas al delta en cascada
 
                       alza la mano estira y encoge
las suelas andadas rotas carcomen las cimas
resbalan y siguen las horas al ver la montaña
 
quieto el estanque ondula el gorjeo de aves
desata las aguas  extiende sus alas
 
las hojas se sueltan del árbol
las frutas dispersas se adhieren al suelo en semillas
por millas y millas
 
             se besan arenas y arados
             se mojan al pie de la letra
 
se abre el telón
levitan los santos  los astros
la perla se hace
                        se pule
                                   se esconde
 
a saltos conejos elevan orejas al cielo al ver a conejas
sangrando los ojos.
 
Faros enfocan arden la mirada tendida por los cuatro puntos cardinales
y nada más ni menos cada vez lejano
                 recordar y avanzar
 
 
recorrer sedientos el espacio de calma
             y la prisa demora en partir...
 
Sola la ausencia derrumba la estancia
 
             lejana cúpula de astros
tumbas en cruces dispersas descansan.
 
Mañana
tal vez radiante el ceño sonría su asombro
y el rictus al fin explaye el beso
sostenido
              hasta la última
                                     lágrima.
 
                                   Enero, 2000
 
De: Florece el naranjo
 


 

ANA ILCE GÓMEZ


 

Como ramita en abril

  

Frágil como ramita en abril
fue mi corazón.

Pero tú bien sabes que en estas lides
nunca ganó el más fuerte
sino el más atrevido.

 

De: Las ceremonias del silencio


 

 

MICHÈLE NAJLIS



 

Quiero un poema sencillo y bueno

 
 

Quiero un poema sencillo y bueno
como el pan,
caliente y oloroso
con ese olor de gente,
de harina,
de manos amasando
y de un gran fuego rojo en el cielo del horno.

Quiero decirte: Ven,
mi pan es tuyo
¿no ves qué manos lo amasaron?
¿no ves que un mismo amor lo ha cocido
y que mis manos y las tuyas
estuvieron juntas en la panadería?
¿No ves que venimos amasando pan
desde el primer grano que sembramos?

Ven:
compartamos el pan y la esperanza
aunque el dolor sea largo
y la angustia infinita.

 

 

SUAD MARCOS


 
 

Sortilegio estridente

 

 

Emerjo coralina en arrecife,
vendaval marino me agita trémula.

Tempestades ondulan marejadas voluptuosas.

Tiento la agonía de mi cuerpo;
–se inicia– con olor a madriguera,
húmedo,
palpitante.

Arrecifes de quimeras renacen
con collares de peces en mi piel.

El mar evoca la lujuria inacabada.