martes, 15 de enero de 2013

ZAZIL ALAÍDE COLLINS





Tumbling



La fiera bonza
se me lanza con colmillos de alcanfor.
Toma mis manos. 

          Amanece
con la tonada callejera
de una añorada ninfómana 

que levanta
el anhelo de la paloma
temblorosa
por su canción infantil. 

Heme, bajo el búnker
con un desdén de fantasías.
Soledad de lupanar.
Y por el tracto, la náusea en brasas.  

          Bajo el brassiere, la tentación del mordisco
de un guillotinado san Martín de Porres
o un lechero en engorda
en los pechos de la poliandria;
las mieles de la gesta,
en la imaginación del retraso,
en la espera y el rechazo
de una vida.  

Mi vientre se acomoda.
Impávido y ufano
quiere parir en la náusea.

            No,
que no.
No al filo del acantilado
del cronotopo sin hambre;
de frente a frente al oficio
por sexo no amor primero
en la tripa, vámonos 

antes de preferir el escozor,
lo movedizo del cielo que miramos,
desde los estambres,
degustando la sutil ventisca
al pronunciar los soplos.  

         Somos el germen del no
o el éxito de todos los fracasos.
—No llores, Ángel González—

Vámonos, vámonos, como putillos, al diablo.
Cojamos entre las piernas
lo que deba sostenerse,
con el ahínco,
en el acorde
                                       y sus veintiún consonantes.

OLAVO BILAC





Última página



Primavera: sonrisa de las cosas, los ramos
palpitaban de flores y huéspedes parleros;
octubre anaranjaba la arena en los senderos,
recuerdas? Bajo el cielo de octubre nos amamos.

Verano: sin testigos, cabe la mar llegamos;
Otoño deshojaba los álamos ligeros;
tentónos el pecado, te acercaste, pecamos...
¡Ah! ¡tu primer sonrisa, tus abrazos primeros!

Sobrevino el Invierno: saltaste a mis rodillas;
besé con largo beso tu boca y tus mejillas;
ardió con viva llama tu núbil cuerpo en flor.

¡Oh carne! ¿qué ambicionas? Corazón, ¿qué más quieres?
Huyen las estaciones y pasan las mujeres,
y yo que he amado tanto desconozco el amor.

Versión de Víctor M. Londoño


CLAUDIA POSADAS





Visión



El hervir de tierra y viento girando sobre el agua,
la Ciudad invisible:
su reflejo es la muralla que perturba el interior del lago.

En la superficie
rueda la espesura;
en lo profundo
esplende el crisol en que arderá la ofrenda.

La voluntad lejana de una estrella
detiene la órbita del polvo
y libera al vórtice terrestre copos de su luz:
en el centro de la gravitación esplende el astro,
Phosphorus de todo principio,
una rosa corona el Alminar inverso.

En la vorágine rotando sobre el agua,
las torres se fortifican;
en el fondo,
la quietud invade el temblor de la Alcazaba
hasta forjarse el tallo que sostiene la Ciudad de Oro.
El silencio vibra en la ondulación del agua.

El agua. Que un deseo de beberla,
pero al tocar sus dones
la Ciudad desaparece
en el desamparo de la noche.

NELLY SACHS






El contorno



Queda eso...
con mi mundo saliste
cometa de la muerte.
Va quedando el abrazo
del vacío
un anillo girando
que perdió su dedo. 

Otra vez negrura
ante la creación
ley de tristeza.
Deshojado el atolondrado oro
de la noche
que el día se permitió. 

La caligrafía de las sombras
como herencia.

Paisajes coloreados de verde
con sus aguas clarividentes
ahogados
en los callejones de las tinieblas. 

Cama, silla y mesa
salieron en puntillas del cuarto
tras el cabello de la separación...
Todo ha emigrado contigo
toda mi posesión fue expropiada... 

sólo que tú lo que más amo me bebes
las palabras del aliento
hasta que enmudezco

Versión de Klaus Dieter Vervuert y Rodolfo Alonso


ANGÉLICA SANTA OLAYA





Insalvable



una puerta cerrada
la saliva del sol que chorrea
entre mis piernas
dos bocas abiertas y lejanas
la sed
nuestra sed
mirándose de reojo
el agua helada en la hielera
lejos
como la distancia
entre una mano y otra
un armario sin abrir
y un verso prestado
abrién-dose
a la sola soledad
de esta duda
que no sabe
si tomar la pluma
y dibujar una puerta
sobre tus labios
o abrir la ventana
y saltar al vacío
con la sed
a cuestas

BLANCA LUZ PULIDO





Proposición a algunos días



En el silencio
de mis ojos cerrados
miro el reverso de estas horas.

La realidad se fragmenta en ecos
que insisten sin respuesta.
Hoy me descubro ser tan sólo
una respuesta sorda que me espera,
un vértigo vacío,
una raíz separada de la tierra.

Hay días tan voraces
que no deberían amanecer