"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
lunes, 25 de agosto de 2025
NADALE FIDINE
El
grito
Me
viene de las profundidades de
esta
página
el
grito pesado y desgarrador
de
las palabras prisioneras
en
nuestros corazones amantes
En
el sentido de las realidades
la
fealdad es demasiado bella
y al
mismo tiempo
terrible
es la belleza.
Oh
adorable contraste
de
la vida en la tierra.
La
angustia inexorable penetra en los corazones
Y esboza
finamente
lo
imprevisto
ante
la evasión cobarde de los sentidos marchitos
cada
minuto que pasa
Y a lo largo
de los rostros desamparados
débiles
males
se derraman
como
aceite de unción.
Un
aire
de
decadencia a grandes pasos
ha
tomado nuestro mundo por la garganta
el
silencio quema y desgarra vivos a los ardores
Pero, dónde están los sanadores
que
alivian el alma traspasada
y pintan
el corazón lleno de lágrimas
Dónde
están los defensores
de
los seres desfigurados
por
las líneas de ilusión
de
esta vida cruel
GIUSEPPE NIBALI
En
el estanque peces grandes como gatos y todos nosotros, y los americanos y los
japoneses empezamos a darles comida, aunque no se podía.
La
muchacha entonces quiso una foto que le tomó el padre
de
pie sobre una estructura amarilla, con las manos mostraba el lago.
Yo
bajo el agua vi un círculo amarillo y negro en un cartel
una
carpa que bajo el hierro le costaba respirar.
Versión
de Antonio Nazzaro
MARILYN MONROE
Vergüenza
Qué
vergüenza tener treinta años
y
ser una niña asustada.
Qué
vergüenza que todos me miren
y
tener ganas de llorar.
Qué
vergüenza los periodistas
preguntándome
cosas
y
que yo no recuerde
ninguna
de las cosas inteligentes
que
aprendí para responderles
Qué
vergüenza esta máscara
de
hermosa rubia tonta
que
tapa mi verdadero rostro
de
tonta rubia tonta.
MARIANO PEYROU
He tratado de ser leve
Subo y abro la puerta, estoy
muy inspirado. Aquí
falta algo. Es mediodía,
no tengo ganas de seguir
con el recuento. Los marineros,
los antiguos cazadores, una bizca
preciosa que escapó en el último
escalón, todos sabían manipular
sus barajas. He tratado
de suavizar mis tendencias naturales.
Un animal infalible espera que suene el disparo.
En lo más alto, comienza la carrera.
UNAI VELASCO
De
la extraña razón por la cual la palabra que designa ese encuentro particular
que llamamos misa significa curiosamente despedida o cómo salir del reino
Quizá
el final sea el momento propicio para la nostalgia
la hora de pensar en el modo decididamente triste
en que el doctor Armand Delille dispone sus herramientas
en el maletín de los remedios
tal
vez la presencia rociada
del
amarillo y del verde de las gramíneas o plantas
leguminosas tal vez
la tonalidad siempre caprichosa de lo melancólico entre las losas
del atrio la raíz tal vez
de
las malas hierbas
o
hierbas de poca monta por lo menos (pues ni siquiera
hemos llegado aquí para masticar lechuga o convicción)
constituya un paisaje
reconstitutivo
(ahora
nos alcanzan sin intención de permanencia
rachas
de ricino y colcha)
para
Delille doctor desvalido (o sea, desamparado, privado
de
ayuda y socorro, según varias fuentes)
y
pobre
pobre
pobre Armand arremangado sin aliño y que acompasa
su respiración al cese de los insectos
aunque
de eso
malditos
libros, de eso
no nos diga nada nada cuente Delibes de Castro
no informe al lector (a quién le importan pormenores)
inapelables tantas jornadas de dolor y angustia
qué
jeringas
para
una anatomía alternativa un corazón
abierto Armand querido he venido a besarte la arena
a terminarme tu plato de agravios
y si
la medicina
no
entiende los sucesos inextintos (infácultos, dice)
si no se da noticia (y eso, lo sé, te conmociona y sufres)
no lo olvides
yo
te amo
distraigo
las hebras de tu levita
con las yemas de los dedos sustraigo lo rígido.
No
se aflija doctor si no logra el relato de aquellas horas matutinas
(aunque ya era tarde, porque siempre es tarde en lo sucedido)
si los terrenos del Château Maillebois recibían una luz espléndida
entonces en 1956 usted se había venido claramente abajo
tanto territorio en polvorosa aterido
por la precisión lacónica de los círculos de la uva
pero
de eso quién y dónde
si
te ponen la pega de haber clasificado a los conejos
entre las especies de la delicadeza
privados
desproporcionadamente
de felicidad y el resto
fue un echar a correr de las pulgas y desavenencia de los mosquitos
con referencias connotadas pero insignificantes
a las zonas pantanosas donde menos cubre
cuando
la cuestión es otra
porque
¿y si la mudez ya estaba en las aguas o en la especie o en la digestión
lenta del abrazo que nunca tuviste, Armand?
¿Qué culpa tienes? ¿Está la culpa en la raza en la suavidad apenas
comprensible a los dedos? ¿Quiénes son los conejos?
Y
ahora qué diré.
Cómo
cuento tu tribulación tu habilidad de agujas
la destreza para reunir plomo en aurículas y desmayarte
pero
bien
que
todo esto no nos engañe
que quede muy claro cuál es el peligro
no nos engañe salir sin zamarra o contemplar
la irregularidad de las aves
pues incluso cuando vuelan juntas (desde las seis hasta las nueve)
y nos maravilla su variación de triángulos
deberíamos
admitir
sobre el atrio (la era en desuso, provecho de piernas)
que hay dispersión en la bandada
que los cartílagos no se juntan nunca del todo y duele
porque no son figura no son figura o son figura
solamente y por eso
hay
tiniebla.
Llora
hoy,
llora desconsoladamente Armand en la hora herbaria y pace
entre las losas y vosotros
preguntaos
cuando
las mujeres bajan las gradas en haldas y los hombres
frente al portón historiado de la iglesia ensayan gestos ensayados
y todo es una broma simpática (o efusiva) con sol de fondo
preguntaos
si
acaso significa algo que nos demos la mano justo
ahora
que todo el mundo se está marchando
feos de repente
volcando
las mesas
sin
posesión de lo propio
en seguida hacia el camino de zarzas que remata el pueblo y
regresa al hogar conversando
sin nada especial que contarnos,
queridísimo Armand contempla la tarde luctuosa contemplad
la tarde luctuosa de un joven médico de provincias
sentado en la escalinata y leporino
apartado de todos y de sí mismo
masticando
las mejillas la nariz desplazando lo imperceptible
mirándome
la mirada súplica
que le entienda
le abrace
que no me aparte
de tu lado
con la belleza incontestable de los esfuerzos silenciosos
mientras el mundo se pierde de vista
y
tiemblas.
JUAN DOMINGO AGUILAR
Río
Napo
Una
vieja agarra mi mano
y me
regala un par de frutas,
sonríe
y dice que en este río
los
barcos cruzaban
tan
juntos unos de otros
que
era como si se besaran,
que
no me preocupe
porque
mi mal pasará
mientras
desliza
un
manojo de ruda
por
mi cabeza,
porque
todo lo importante
termina
siempre de repente,
dice,
mientras señala
con
su dedo índice la orilla:
el
camino por aquí
se
estrecha de pronto,
dice
que a esta altura del país
los
ríos se hacen más viejos
que
se encogen y se dividen
por
varias bifurcaciones
como
nuestras vidas,
hasta
que es imposible
encontrar
lo que una vez
los
unía.
De:
“Un mal de familia”
