domingo, 23 de diciembre de 2018


ROGER SANTIVÁÑEZ





1.



Césped cubierto de hojas otoñales
Ciertas ramas en lo alto ya están secas
Su ocre color entre el verde primaveral
Resistiendo la metamorfosis combina

O puede ser un raro grosella que
Tal vez a ella le encantara en
La intimidad de esta mañana con
Templativa una ardilla sube por

La rueda de una bicicleta en su
Parqueo y la luz es tan clara
Aún sin sol mas algo ensombrece
Súbitamente el mundo enloda

Su quietud bañándolo de impercep
Tibles gotas celestes cada vez más
Locas me impelen a dejar esta

Terraza color de las estrellas ausentes
Ahora en la luciérnaga del diurno
Afán por registrar la dulzura

Impregnada tras los cristales serenos
Donde brilla la calma y se limpia
La muerte transformada en belleza
Una fresa que con toda su pereza
Se derrama en la boca del amor


De: “Raven Hill”


JUAN SANCHÉZ PELAEZ





Al arrancarme de raíz a la nada...



Al arrancarme de raíz a la nada
Mi madre vio, ¿qué?, no me acuerdo.
Yo salía del frío, de lo incomunicable.

Una mañana descubrí mi sexo, mis costados quemantes,
          mis ráfagas de imposible primavera.

A la sombra del árbol
          de mi gran nostalgia ya comenzarían a devorarme,
          ya comenzarían.

Sabedlo tú, Ondina ondulante del mar y alga efímera
          de la tierra.
Un hombre alto fue al cementerio
Espantó a un perro que ladraba
Su camisa de fuerza lo estrangulaba
Cayó estrangulado.

Y yo he revelado su destino a todos mis amigos
A los que conozco sin saludar, a los que saludo
          sin conocer.

Yo di muerte al estrangulado
A pesar de sus signos de indeleble fatiga.

Yo frisaba cinco años de vida
¿Me engendró una cigarra en el verano?

          Era un día maldito.
          Mi madre no logró reconocerme.
 

ARLETTE LUÉVANO





Hay una ciudad que lleva tu nombre y no la conozco
Me he quedado aquí, junto a todo lo que abandonaste

y mis preguntas nunca habían sido tan inútiles como ahora que no hay respuesta posible
que no hay palabras suficientes para hacerlas
ni viento que las tome y las lleve hasta donde pudieran calmarse o cansarse de ser

Tampoco, de pronto, conozco lo que fuiste
Eres un recuerdo, un vislumbre

y me duele algo que no sé qué es



ERICK AGUIRRE





Ecos de Ankara



Fui leyendo lentamente,
sin entender nada en absoluto,
los extraños caracteres
de la lengua de Turquía
en la novela de mi amigo
Celal Hafifbilek,
mientras él leía sus poemas
en un café de Nüremberg.

Luego escuché con atención,
sin entender nada en absoluto,
cada uno de sus versos.
Un extraño vínculo
de apropiación colectiva
sobre ciertas palabras
se produjo entonces en mi mente.
Y estuve ahí más de una hora
experimentando esa fruición,
el placer de intuir en cada texto
el sentido de una nueva experiencia.

Ankara, 1920, se titula su novela,
y como algunos de los míos
sus poemas quizás tratan
de reconstruir esos espacios perdidos,
los sitios y fantasmas
que sobreviven con amor
en la memoria colectiva;
para darle otro sentido al presente,
para entender mejor las cosas del pasado
y poder fraguar a ciegas
la inconsistencia del futuro.


MARÍA EMILIA CORNEJO





Soy la muchacha mala de la historia



Soy
La muchacha mala de la historia
La que fornicó con tres hombres
Y le sacó cuernos a su marido.

Soy la mujer
Que lo engaño cotidianamente
Por un miserable plato de lentejas,
La que le quitó lentamente su ropaje de bondad
Hasta convertirlo en una piedra
Negra y estéril
Soy la mujer que lo castró
Con infinitos gestos de ternura
Y gemidos falsos en la cama

Soy
La muchacha mala de la historia.


CATALINA GONZÁLEZ RESTREPO

 


Silencio en la mesa



Mientras masticamos la carne del abandono
alguien ha corrido una silla
para sentarse y beber con nosotros.
Vivimos en sonidos que no podemos decir,
improvisamos un concierto que jamás vendrá:
el piano suena muy alto y mis voces callan.
Morir es mejor que oír,
los músicos son niños con hambre.