lunes, 12 de diciembre de 2022


 

HENRI MICHAUX

 


Los inacabados

 

 

Rostro que no dice, que no ríe
que no dice ni sí ni no
Monstruo.
Sombra.
Rostro que tiende
que va
que pasa,
que lentamente hacia nosotros brota
rostro perdido…

Lo maravillosamente normal.

 

 

RAFAEL ALCIDES PÉREZ

  

 

Lista de cosas que saben hacer las manos

a David y Elsa

 

  

Llegan las seis de la tarde
y mis manos te aman rápidas por debajo de la blusa,
por debajo de la falda, un
pedazo de muslo, en la oficina,
a la salida del trabajo,
antes de llegar a la casa.

Llegamos a la oscuridad de la acera,
detrás de una máquina,
y mis manos te vuelven perra
(antes te habían dicho cosas que yo no podría,
porque mis manos siempre comienzan diciéndote cosas
que no están en el diccionario).
Al día siguiente es sábado
y mis manos te buscan por la ciudad,
te arrasan en las esquinas,
en los cines, en los bares, junto a los árboles,
y vuelves a ser perra,
tal vez yegua, mi amor.

Así cada día
mis manos te vigilan, te aguardan,
te cercan. Sabes ya que no hay escapatoria:
mis manos te han rodeado para siempre
y empiezas a bajar de peso,
los ojos se te hunden, tu marido sospecha.
Pero no importa. Once
meses hace hoy que aprendiste que para el ancho de tus caderas
se hicieron mis manos
y quisiste celebrarlo
en los peldaños altos
de una escalera con la puerta abierta
que nos saliera al paso.

(Por fin has perdido el juicio,
me dije. Por fin has descubierto lo que nos faltaba:
¡el mundo ha sido poblado por mis manos!

Eso que flamea en aquella asta es una mano mía
y aquel semáforo es mi otra mano:
ese edificio ya nunca más será un edificio,
sino mis manos, y hacia mis manos seguirás huyendo,
de nuevo a ser perra, veloz,
despavorida, como todas las tardes,
mientras el inteligente de tu marido se divierte con otra).

Ahora, sin embargo,
en la estación de policía, no sabes qué contestar,
decir por ejemplo que la culpa ha sido de mis manos
(¿lo dirías?) ¡Qué se vayan al diablo
el sargento, los vecinos,
tu propio marido (que aún no se ha enterado),
y que vivan mis manos, amor!

Mis manos dulces de besar en tus rincones
de hacer trenzas, barcos,
ferrocarriles,
cien mil extrañas cosas con tus senos.

¡Con sólo separar tus piernas, amor,
mis manos despiertan el barrio!

1964
 

 

CARMEN VERDE AROCHA

 

 

Canto para un cocodrilo
[Segunda versión]

 

 

Te acercas a la orilla

Me baño
Me miras
Sonrío con un abanico en las manos

Cocodrilo

La tristeza en tu voz
Lo marchito se vuelve oro

Me sigo bañando
Aparezco y desaparezco

Tu deseo te impulsa hacia el río

Cada vez te inclinas más
con tus escamas abiertas de colores

En un descuido del viento
Caes al agua

Me sigo abanicando

 

De: “Canción gótica”

 

JULIA SANTIBÁÑEZ

 

  

Hoja de diario

 

 

Lunes
Noto que F. me ronda de nuevo. De espalda
dos números más grande, tan sin respiro.

Martes
Tiene manos sólidas. Cuando lo noto me
quedo inmóvil, como un insecto que ante el
peligro finge estar muerto.

Miércoles
Miles de pájaros. Y vértigo. Quiero que él
huela mi cabello.

Jueves
Como si fuera el aire y yo apenas, su beso es
ávido.

Viernes
Todo siempre, para siempre. Es tan acérrimo.

Sábado
Persevera en sus pequeños defectos, como un
héroe en casa.

Domingo
El aliento pesa cuando espesa. Tan cómodo.

Lunes
L. es de ojeras fúnebres. Me inquieta su
sombra.

  

De: “Eros una vez”

 

MARÍA CINTA MONTAGUT

  

 

Al paso de los años
he aprendido a vivir sin dogmas,
a ignorar la posesión de la verdad,
la fe del converso,
las grandes palabras
que hacen pequeño el mundo,
la obediencia ciega,
la justicia de las injusticias.
Al paso de los años
viajar es lo que importa
y estar de pie
frente a lo incierto de mañana.

 

 

HARRY ALMELA

 

 

 

la patria
es una muchacha
adolescente

la inocencia
muerde
sus piernas

su pubis
adolece

huele a naranjo
su pelo suelto

muy bien
lo va aprendiendo
en medio del tumulto

que aún
no entiende
el saldo
de la herida

el brutal manotazo
que marcó
su rostro

desde aquella dura
inquisición de abril

hasta el fin
de los siglos

sin amén
 
 

De: “La patria forajida”