martes, 3 de junio de 2014

MIGUEL ARTECHE SALINAS



 

Canción del río indiferente

 
 

Cuando las soledades metálicas de las ruedas hicieron
Vibrar tu cabeza rasgada por estrellas
-Rápido, señorial, antiguo,
Inmutable, prisionero por las islas de arena-,
Reposaste fluyendo, en la noche, en la muerte.

Cuando la punta yerta de la flecha se hundió en tierra,
Y el cuerpo sigiloso del conquistador, vencido, cayó en tierra
Haciéndose igualmente hueso: tú entrabas en el mar,
Te detenías huyendo, en la noche, en la muerte.

Cuando todo sea olvidado (porque todo será olvidado);
Cuando no recordemos quiénes fuimos bajo ese árbol que ha de ser una mesa,
Y cuando la mesa se transforme en el fuego,
Y cuando todo se restituya en ti -¡oh madre tierra!-, en tu terrón amargo:
Tú fluirás cantando, seguramente cantando
En la noche, en la muerte.

 

 

PEDRO ANTONIO ARAYA




La tierra es un hombre
 
 

Las grandes mandíbulas del silencio       eso es lo que oyes
lo que oyes         no es lo que oyes
vahídos       el dónde en tu mente
                la quizás ni acabas de oír palabra
y así pareciera que viniera a nacer     en el medio
del camino entre el origen y el fin del mundo
qué tan mundo miras      y los párpados entreabiertos de miedo
a la inmensidad       cambiada de hombre
van considerando las manchas      que pronto arremeten
y sientes el golpe       el sobreruido del polvo denso se levanta
ante ti      y reconoces las formas de los cuellos erectos la tensión
de la escritura que cae cae de incendio de bruces y vomita
sobre la boca del musgo sus cenizas por volcán urdido
de aposentos puros sembradíos sudorosos en la toda rápida
marea que resbala ante los músculos las ancas duras de hermoso pelaje contra el sol y es
el abrazo vivo también los cascos el suelo pulsante la extensión de los siglos en sus ásperos crines y debes correr por dios que
tienes que correr abriendo las alas
los labios la cabellera pintada entre la vida y la muerte para el cruce ante estas manchas potreras granates garras de relincho puro y tierra contra el esternón blandamente frente a
un paisaje de inmensos ojos espumas olores todo porque todo el horizonte está cubierto sin
tener el con qué
devolver
            el habla al cauce bárbaro de las familias
cubierto de caballos hermosos sementales yeguas perfectas galopándonos encumbrándonos así habitando habitando no el mundo sino su creación.

 

 

CRISTINA CHAIN


 

3

 

A esta hora no hay más música que los pasos al baño,
el refrigerador matando el hielo,
un teclado silencioso.
Nada resuena en los pasillos.
La historia no la viviste tú solamente,
la biografía se llena de ejércitos.
Esta vez se hilvanan otras coartadas,
donde se pierde el lobo incluso.
Y la niña con su feo nombre
sigue el sendero que la encuentra mintiendo.
Todo tiene su espejo.
mira sus dobles.
No me está gustando este paisaje
que refleja el crimen,
no me está gustando
el cielo ingenuo.

 

 

 

ELÍAS HIENAM

 

 

Postales del fin del mundo

A María Albán

 

 
Para contarte desde tan lejos,
habría que soplar palabras que entienda el viento,
como los perros
comprenden el silbido amigo desde las sombras,
y así la tierra llame a la tierra
y la llama que vuelve termal el deshielo;
y torcer su intestino azumagado e hirviente,
atenuando el hielo concentrado que traslapa desvelos
ateridos en sueños burbujeantes de hogueras.
Para contarte desde tan lejos,
habrá que tener la paciencia
del eco que todas las lenguas sabe
y oirás del papel confinado a un zapato roto
una llama de súbito reanimada por la brisa
y un nocturno regreso que resplandece
en la mirada ansiosa de una mujer que aguarda.

 

 

NICOLÁS MARÉ


  

 

De qué hablábamos, Dama mía, cuando hacíamos girar arbitrariamente
los mecanismos del calendario para pronosticar nuestra muerte ?

Qué diabólica maestranza eran nuestras voces
vaticinando una tumba compartida ?

El alboroto de los cuerpos y los recuerdos
pretendía asentar un orden impuesto para el deseo.
Irreverentes, lo reconozco, así como más me gusta,
fechamos en una pantalla poderosa la caída de los ídolos.

Nos hicimos hados de una temporada
que pasaríamos juntos en la corriente del aire
más prístina y luminosa de esta puta ciudad.

Y así fue, lo creo, esta bella historia
mal contada que nos atrevimos a perpetrar.

La desgracia, en todo caso, radica como un virus
en que el único realmente muerto fui yo.

 

 

ALEJANDRA DEL RIO


 

Criatura sin bautismo

  

No he engendrado aún el monstruo que te duplique.
En blancas estepas se yergue una torre
allí soy yo la presa de esta lengua cántara
allí soy yo la Amante de este Amante en celo.

Para sufrirlo, subió el silencio por mis trenzas
yo querría nombrarte en su guarida
así pues encadené mi voz a la mudez
y traté de hacerte espacio entre sus besos.

Para zafarme, escalé su valla de palabras
y rodé reino abajo para unirme al caos.
Desbocados los potros. Se es el ojo
pero se siente en el rostro todo el cuerpo.

No me indica el Caos ni en él te encuentro
pero en medio del tifón mí vida pertenece.
No da el silencio frutos propios ni es posible con él
erguir aparato alguno, mas bajo su ala permanezco.

Yo llevo días errando por tu nombre
como cierta Alicia que mengua y que crece
ya te veo escrito en humo y en agua
pero lo cierto es la risa de mi Amante.
La soga que me amarra sólo a mi imagen
el estupro que comete mi vano esfuerzo
las bestezuelas que gimen en mi vientre,
ese todo su poder que me impide parirte.

 

De: El yo cactus