"Un poema si no es una pedrada -y en la sien- es un fiambre de palabras muertas" Ramón Irigoyen
sábado, 25 de mayo de 2019
ANNA DE NOAILLES
El beso
¡Parejas
fervientes y dulces, oh grupo de primavera!
Amor según los días.
- Todo, la sombra, la canción, el perfume, la luz.
Conoce y desata el amor.
Escape, mientras eres fiel,
La ardiente sinrazón,
No mantendrás tus amores eternos
Hasta la otra temporada.
El viento que mezcla o separa ramas.
Un salto menos repentino.
El deseo que hace que los seres se doblen
uno hacia el otro y se vayan.
El leve crujido de las aguas y la tierra, los
trigos que maduran,
el dolor y la muerte son menos involuntarios
que la elección del deseo.
Feliz en los jardines donde se extiende el verano verde,
pasas riendo,
pero los dedos entrelazados, así como los pétalos, se
desvanecen.
Los ojos cuyos ojos bailan como una abeja
Y tejen rayos,
Ya no serán transmitidos, de tal fervor,
La miel y el aguijón, Los
corazones ya no tomarán, como dos tórtolas,
El crecimiento armonioso,
Tus almas, amargamente, se calmará entre ellos,
es amor y muerte ...
Amor según los días.
- Todo, la sombra, la canción, el perfume, la luz.
Conoce y desata el amor.
Escape, mientras eres fiel,
La ardiente sinrazón,
No mantendrás tus amores eternos
Hasta la otra temporada.
El viento que mezcla o separa ramas.
Un salto menos repentino.
El deseo que hace que los seres se doblen
uno hacia el otro y se vayan.
El leve crujido de las aguas y la tierra, los
trigos que maduran,
el dolor y la muerte son menos involuntarios
que la elección del deseo.
Feliz en los jardines donde se extiende el verano verde,
pasas riendo,
pero los dedos entrelazados, así como los pétalos, se
desvanecen.
Los ojos cuyos ojos bailan como una abeja
Y tejen rayos,
Ya no serán transmitidos, de tal fervor,
La miel y el aguijón, Los
corazones ya no tomarán, como dos tórtolas,
El crecimiento armonioso,
Tus almas, amargamente, se calmará entre ellos,
es amor y muerte ...
JOHN HAINES
El sueño de febrero
I
A
la luz de la luna,
en
la nieve pesada
Estaba
cazando
el
camino hundido
y
escuché detrás de mí
el
paso tranquilo
y
gemido sofocado
de
algo siguiente...
Ah,
árbol de pánico
yo
subí
escapar
de la noche,
como
el cuerpo peludo deslizado
debajo,
lince con
mirada
fija, y comenzó
el
lento ascenso.
II
Y
zorros azul oscuro
subió
a mi lado con
ojos
hambrientos que
brillaba
en las sombras;
Apuñalé
con
un
palo afilado hasta
uno
yacía
el
camino con las vísceras
derramado,
y
los
otros se derritieron.
El
zorro muerto
movido
de nuevo, sus mandíbulas
lanzado
el
sonido
del habla
III
Lentamente
trabajé
por
las escaleras podridas
al
cementerio
donde
mi madre estaba enterrada,
para
encontrar la tumba abierta
con
el ataúd
inclinado
al lado,
y
algo derramado
desde
el fondo-
una
blancura que fluyó
en
el piso
y
se congeló en la niebla que
envuelto
el mundo.
GABRIEL CELAYA
Momentos felices
Cuando llueve, y reviso mis papeles, y acabo
tirando todo al fuego: poemas incompletos,
pagarés no pagados, cartas de amigos muertos,
fotografías, besos guardados en un libro,
renuncio al peso muerto de mi terco pasado,
soy fúlgido, engrandezco justo en cuanto me niego,
y así atizo las llamas, y salto la fogata,
y apenas si comprendo lo que al hacerlo siento,
¿no es la felicidad lo que me exalta?
Cuando salgo a la calle silbando alegremente
--el pitillo en los labios, el alma disponible--
y les hablo a los niños o me voy con las nubes,
mayo apunta y la brisa lo va todo ensanchando,
las muchachas estrenan sus escotes, sus brazos
desnudos y morenos, sus ojos asombrados,
y ríen ni ellas saben por qué sobreabundando,
salpican de alegría que así tiembla reciente,
¿no es la felicidad lo que siente?
Cuando llega un amigo, la casa está vacía,
pero mi amada saca jamón, anchoas, queso,
aceitunas, percebes, dos botellas de blanco,
y yo asisto al milagro --sé que todo es fiado--,
y no quiero pensar si podremos pagarlo;
y cuando sin medida bebemos y charlamos,
y el amigo es dichoso, cree que somos dichosos,
y lo somos quizá burlando así a la muerte,
¿no es felicidad lo que trasciende?
Cuando me he despertado, permanezco tendido
con el balcón abierto. Y amanece: las aves
trinan su algarabía pagana lindamente:
y debo levantarme, pero no me levanto;
y veo, boca arriba, reflejada en el techo
la ondulación del mar y el iris de su nácar,
y sigo allí tendido, y nada importa nada,
¿no aniquilo así el tiempo? ¿No me salvo del miedo?
¿No es felicidad lo que amanece?
Cuando voy al mercado, miro los abridores
y, apretando los dientes, las redondas cerezas,
los higos rezumantes, las ciruelas caídas
del árbol de la vida, con pecado sin duda
pues que tanto me tientan. Y pregunto su precio,
regateo, consigo por fin una rebaja,
mas terminado el juego, pago el doble y es poco,
y abre la vendedora sus ojos asombrados,
¿no es la felicidad lo que allí brota?
Cuando puedo decir: el día ha terminado.
Y con el día digo su trajín, su comercio,
la busca del dinero, la lucha de los muertos.
Y cuando así cansado, manchado, llego a casa,
me siento en la penumbra y enchufo el tocadiscos,
y acuden Kachaturian, o Mozart, o Vivaldi,
y la música reina, vuelvo a sentirme limpio,
sencillamente limpio y, pese a todo, indemne,
¿no es la felicidad lo que me envuelve?
Cuando tras dar mil vueltas a mis preocupaciones,
me acuerdo de un amigo, voy a verle, me dice:
"Estaba justamente pensando en ir a verte."
Y hablamos largamente, no de mis sinsabores,
pues él, aunque quisiera, no podría ayudarme,
sino de cómo van las cosas en Jordania,
de un libro de Neruda, de su sastre, del viento,
y al marcharme me siento consolado y tranquilo,
¿no es la felicidad lo que me vence?
Abrir nuestras ventanas; sentir el aire nuevo;
pasar por un camino que huele a madreselvas;
beber con un amigo; charlar o bien callarse;
sentir que el sentimiento de los otros es nuestro;
mirarse en unos ojos que nos miran sin mancha,
¿no es esto ser feliz pese a la muerte?
Vencido y traicionado, ver casi con cinismo
que no pueden quitarme nada más y que aún vivo,
¿no es la felicidad que no se vende?
Cuando llueve, y reviso mis papeles, y acabo
tirando todo al fuego: poemas incompletos,
pagarés no pagados, cartas de amigos muertos,
fotografías, besos guardados en un libro,
renuncio al peso muerto de mi terco pasado,
soy fúlgido, engrandezco justo en cuanto me niego,
y así atizo las llamas, y salto la fogata,
y apenas si comprendo lo que al hacerlo siento,
¿no es la felicidad lo que me exalta?
Cuando salgo a la calle silbando alegremente
--el pitillo en los labios, el alma disponible--
y les hablo a los niños o me voy con las nubes,
mayo apunta y la brisa lo va todo ensanchando,
las muchachas estrenan sus escotes, sus brazos
desnudos y morenos, sus ojos asombrados,
y ríen ni ellas saben por qué sobreabundando,
salpican de alegría que así tiembla reciente,
¿no es la felicidad lo que siente?
Cuando llega un amigo, la casa está vacía,
pero mi amada saca jamón, anchoas, queso,
aceitunas, percebes, dos botellas de blanco,
y yo asisto al milagro --sé que todo es fiado--,
y no quiero pensar si podremos pagarlo;
y cuando sin medida bebemos y charlamos,
y el amigo es dichoso, cree que somos dichosos,
y lo somos quizá burlando así a la muerte,
¿no es felicidad lo que trasciende?
Cuando me he despertado, permanezco tendido
con el balcón abierto. Y amanece: las aves
trinan su algarabía pagana lindamente:
y debo levantarme, pero no me levanto;
y veo, boca arriba, reflejada en el techo
la ondulación del mar y el iris de su nácar,
y sigo allí tendido, y nada importa nada,
¿no aniquilo así el tiempo? ¿No me salvo del miedo?
¿No es felicidad lo que amanece?
Cuando voy al mercado, miro los abridores
y, apretando los dientes, las redondas cerezas,
los higos rezumantes, las ciruelas caídas
del árbol de la vida, con pecado sin duda
pues que tanto me tientan. Y pregunto su precio,
regateo, consigo por fin una rebaja,
mas terminado el juego, pago el doble y es poco,
y abre la vendedora sus ojos asombrados,
¿no es la felicidad lo que allí brota?
Cuando puedo decir: el día ha terminado.
Y con el día digo su trajín, su comercio,
la busca del dinero, la lucha de los muertos.
Y cuando así cansado, manchado, llego a casa,
me siento en la penumbra y enchufo el tocadiscos,
y acuden Kachaturian, o Mozart, o Vivaldi,
y la música reina, vuelvo a sentirme limpio,
sencillamente limpio y, pese a todo, indemne,
¿no es la felicidad lo que me envuelve?
Cuando tras dar mil vueltas a mis preocupaciones,
me acuerdo de un amigo, voy a verle, me dice:
"Estaba justamente pensando en ir a verte."
Y hablamos largamente, no de mis sinsabores,
pues él, aunque quisiera, no podría ayudarme,
sino de cómo van las cosas en Jordania,
de un libro de Neruda, de su sastre, del viento,
y al marcharme me siento consolado y tranquilo,
¿no es la felicidad lo que me vence?
Abrir nuestras ventanas; sentir el aire nuevo;
pasar por un camino que huele a madreselvas;
beber con un amigo; charlar o bien callarse;
sentir que el sentimiento de los otros es nuestro;
mirarse en unos ojos que nos miran sin mancha,
¿no es esto ser feliz pese a la muerte?
Vencido y traicionado, ver casi con cinismo
que no pueden quitarme nada más y que aún vivo,
¿no es la felicidad que no se vende?
FLORBELA ESPANCA
Ambicioso
Para
esos fantasmas ahora,
Rovers que juraron al amor,
que nunca los brazos lánguidos remontar
el vuelo de un movimiento para lograr el...
Rovers que juraron al amor,
que nunca los brazos lánguidos remontar
el vuelo de un movimiento para lograr el...
Si
mi garra manos cavó
Sobre una muestra de sangre el amor a latir ...
- ¿Cuántos panteras bárbaros muertos
sólo rara como matar!
Sobre una muestra de sangre el amor a latir ...
- ¿Cuántos panteras bárbaros muertos
sólo rara como matar!
Mi
alma es como la piedra funeraria
erigida en la montaña solitaria
Interrogar a la vibración de los cielos!
erigida en la montaña solitaria
Interrogar a la vibración de los cielos!
¿El
amor de un hombre? - ¡Tierra tan pisada!
Gota de lluvia al viento balancín...
Un hombre? - ¡Cuando sueño el amor de un dios!...
Gota de lluvia al viento balancín...
Un hombre? - ¡Cuando sueño el amor de un dios!...
EVA STRITTMATTER
Nube
Cuando quiera hablar de ti,
diré nube.
Y sobre el amor guardo ahora silencio.
Si quiero quejarme de mi miseria,
diré: hace viento.
Nos callaré.
Sólo tú sabrás qué son las nubes
y qué anuncian los vientos.
ABRAHAM PAZ
¡Qué!
Ser
uno, ser ajeno.
A
los vicios no me niego.
No
a los de la mente;
ni
a los de la carne
o
los del hueso.
No
puedo evitar
que
la mente busque
su
siguiente “arreglo”.
Mi
fantasía fundamental
es
ser un crapuloso callejero.
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