¡Qué!
Ser
uno, ser ajeno.
A
los vicios no me niego.
No
a los de la mente;
ni
a los de la carne
o
los del hueso.
No
puedo evitar
que
la mente busque
su
siguiente “arreglo”.
Mi
fantasía fundamental
es
ser un crapuloso callejero.
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