jueves, 4 de diciembre de 2025


 

ÁLVARO POMBO

 

 

[ La muerte es como nosotros… ]

 

 

La muerte es como nosotros
Llana leve puntual como nosotros

Deja sin acabar las casas y los árboles
Frutales
El odio y el amor que en limpio copia
Con ilegibles trazos

No
No os engañéis
Los muertos no nos perdonaron
Ni nosotros a ellos

Todavía en la muerte
Se consume el odio sin concepto
Y el amor se borra de los labios
Cada amanecer sin fondo.

 

De: “Substancia: Antología poética”

 

 

MARTÍN LORENZO PAREDES APARICIO

 

  

XVII

  

Antes, las noches eran invisibles.
Apenas, un ruido,
un murmullo.
Ahora, son coto privado
de las niñas.
Sus desvelos aciertan y te apresan.

Madrugadas sin dormir.
Y las calles, con sus cielos abiertos,
el secreto descubren
de tus pasos.
Y tu mañana empieza en una sala
de quimioterapia.

 

ADRIANA BAÑARES

 

 

 

Observo a los transeúntes esperando el ataque en una

guerra no declarada.

Una niña sentada en el suelo apoya sus manos en un

par de botas altas. Pienso en el silencio que dejan

unos pasos que se marchan.

No se escucha ningún sonido de la calle

aquí.

El objetivo soy yo.

Aquí cerrada.

Mirando.

Tan expuesta.

 

MARÍA RAMÍREZ DELGADO

  

 

Promesa de boda

 

Que tu cuerpo sea mi mortaja
y tus senos de madera,
—mi ataúd—

Tu cabeza mi sueño
—mi sueño sereno—

Sereno, tu ataúd.
 
 

JAVIER GARCÍA CELLINO

 


  
 

Sal a la calle y grita
que ha llegado el infarto planetario

en una habitación oscura
cría flores para los cementerios

a veces me pregunto
por qué la tristeza es tan dulce
cuando nos abraza

 

De: “Un frío huérfano”

 

KENIA CANO

 

  

Alfiler

 

 

Al amor respóndele con un objeto práctico: un alfiler con toda su carga de palabra árabe, su recuerdo de alféizar o alharaca. Alhaja familiar. Golpe sonoro al alba. Prendido con alfileres, de oro el movimiento ciego en hora temprana.
Alfil. Jugada diagonal en tu entrecejo. Creencia plateada. Alfileteamos la orilla de la sábana antes de pasar la costura definitiva. Tendimos la tela solar, confiamos en que esos intervalos sonoros, esperarían.
Disponemos alfileres con todo cuidado procurando no picar la punta de nuestros dedos. Sólo esta pequeña voluntad nos salva. Lo demás es vanidad.
Un cordero prendido por alfileres, alfileres inofensivos, a veces sacan astillas. ¿Imaginas a Abelardo y Eloísa amando sin miedo?