jueves, 7 de julio de 2016


JUAN LOZANO Y LOZANO




Emociones



Cuando espiaba su gira vespertina,
sentí una facultad maravillosa
para hallar al través de cada cosa
un asomo de gracia femenina.

cuando sentí que su pisada fina
resonaba en la senda silenciosa,
tembló mi corazón como una rosa
cuando siente que el viento se avecina.

Cuando su vista se fijó en la mía
algo en mi frente se detuvo como
la luciérnaga azul de la alegría.

Cuando besé su cuello de gaviota
el universo parecióme un pomo
de esencia, y lo aspiré gota por gota.


ORIETTA LOZANO




Estallido



El poema estaba por salir
pero las rejas milimétricas, las rejas metafísicas
las nerviosas rejas
lo sostenían en el lado horizontal de la memoria .
... El estallido se produce,
la línea horizontal deviene multitud de líneas
y el poema baja hasta la más tranquila hoja.

 


MARÍA ELVIRA LACACI



  
Canta



Y me pesó tu dedo
lo mismo que un gran manto
de hierro
que pendiera
de mis desnudos hombros.
Y me pesó tu dedo
cuando me señalaste el corazón -esta mañana-,
mientras el aire,
el aire enrarecido de mi alcoba,
volteaba un sonido:

                                         Canta

Y quise huir. Temí. Me encogí hasta el abismo
de la angustia,
porque pesaba mucho tu palabra:

                                         Canta

Déjame como siempre
volar por la palabra. Libre. Suelta.
Que yo te cantaré como hasta ahora.
Pero no vuelvas a decirme:

                                         Canta


JULIO LLAMAZARES



  
13. Yo no recuerdo sino el sabor de la duda...



Yo no recuerdo sino el sabor de la duda como un alud de fresas
sobre las blandas escamas de mi boca.

He olvidado el lugar donde las nieves más azules consiguen resistirse
a su abandono.

He olvidado ya hace tiempo la dócil lentitud de los molinos.

Mucho antes de la hora de los vagabundos, y a través de arboledas heladas,
caminé largamente hacia la mansedumbre. Busqué los prados donde pastan
los bueyes más antiguos.

Rocas más amarillas que el silencio puse sobre mi incertidumbre.
Rocas más dilatadas que algodón.

Y no quedó otra cosa que la duda fluyendo dulcemente, como nata derretida.

Yo no sé si, después de la muerte, alguien vendrá a dormirme con leyendas
aprendidas en lugares lejanos.

Yo no sé si el aguacero de la nada apagará los hornos de la mendicidad.

Pero es seguro que palabras absolutas, más absolutas que vasijas de aceite
derramadas, me estarán esperando al otro lado del olvido.

Y entre esas voces acuñadas sobre moldes de arcilla y certidumbre,
mi voz sonará extraña como tomillo arraigado en las cuestas del amor.

Mi voz será como un paréntesis de duda.




LUIS FELIPE VIVANCO




Canto de resurrección



Hoy quiero cantar mi amor sobre todas las cosas
y que mi voz llegue a tu oído con su tristeza verdadera
Hoy quiero decirte lo que soy, para que tú comprendas
                    la soledad del hombre.

Quiero huir de todas mis palabras antiguas, para volar a ellas.
A través del mar, y de las montañas, y de los días de
                    ilusión y de encendimiento,
a través del sueño, y del pensamiento, y de los amigos verdaderos,
a través de todo te amo y te llevo en mi corazón con
                    una llama purísima ensalzada.

Quiero cantar mi amor sobre todas las cosas
porque llevo dentro de mí el dolor de todo lo que he callado
                    en tu presencia!

Y  hoy, Viernes Santo, con los altares desnudos, como torres sin campanas,
con el cuerpo blanco de Cristo muerto y la soledad de María,
con el corazón fortalecido por ese dolor que procede de la esperanza,
hoy quiero que mi voz ahonde en su propia miseria de criatura.
Quiero cantar mi amor con el recuerdo de tu nombre.

Tú sabes que la mano de Dios es un consuelo y que no se puede pedir otro.
Tú sabes que la raíz del hombre está en su clara voluntad divina.
Y yo quiero que la prueba más alta de mi fe preceda a mi canto:
¡Señor, hágase tu Voluntad y no la mía!

En el silencio de la tierra y en el silencio de los cielos
                     una dulce flor ha nacido para mi locura.
Todo calla, y mi alma aspira el aroma de su viva presencia sensible.
La distancia, y el silencio, y el misterio se encienden,
para que su hermosura se aposente en mis ojos.
Nuestras palabras se juntan en el aire sereno,
        nuestros labios se sienten humildes como capullos entreabiertos.
Tú estás a mi lado, y yo siento el principio de tu confianza.
Tú eres una mujer que derramas el llanto sobre el paisaje,
        atraes a tu cintura flexible el fino resplandor de la lejanía.
Y yo soy un hombre que estoy a tu lado,
y pierdo tus sonrisas porque estoy soñando contigo.

Yo me levanto en mí con el nombre del Señor en mis labios,
decidido a estar siempre como al alcance de su voz humana.

Tú eres una criatura nada más, pero tengo fe en ti.
Yo te veo desde la altura de mis días y desde mis ensueños terminados.
Yo quiero levantar sencillamente tu alegría para después residir en ella,
pero pierdo mis ilusiones con la misma ternura, con el mismo
                  temblor en el alma.
Ya que no tu alegría levantada por mí, aquí están el temblor y la ternura.
Ya que no tus ojos profundos acariciando mi vida,
aquí está mi voluntad que todo puede quererlo.

¡Mi amor sobre todas las cosas!
Mi amor en las palabras para hablar lentamente contigo,
mi amor en las miradas para ver contigo los árboles y en
                    ellos la primavera y el otoño,
mi amor en los libros para envolver tu juventud con sus páginas preferidas,
mi amor en las penas para sufrir contigo como dos niños solos,
mi amor en la alegría para ser a tu lado la encarnación del sueño.

Frente a ti he llegado al límite de mí mismo.
Me conozco en mi oscuridad, me conozco en la pura intensidad de mi anhelo.
Todo está consumado en mis ojos y en mi sangre.
Tú estás sola, presidiendo el sereno dolor que reina en mi locura.
Tú estás en mí como amor: amor preciso, loco, verdadero, triste y desierto.
Mi amor es un desierto que busca su horizonte sencillo
                      en tu débil voluntad silenciosa.
Mi amor nada te pide, pero atiende al silencio de tu sombra profunda.

Tú profunda, tú incierta y misteriosa.
¿Dónde está nuestra alegría? ¿Dónde está nuestra dicha?
                      ¿Dónde está nuestro gozo?
Mi alegría y mi gozo están en mis ojos cuando te miran y te ven cercana,
y descubren tu abierta intimidad, como la lumbre excelsa de los cielos.

Mañana será día de gloria y de resurrección.
¡Que mi amor resucite en tu pecho dulcísimo!
¡Que tus ojos me miren, renovando la gloria de otros días azules!
¡Mañana, con el aire engalanado! Pero no he de decir siempre: mañana.
¡Que la esperanza se cumpla en la alegría!
¡Que la gloria descienda al corazón!
Un cuerpo luminoso sube a los cielos.
Los hombres estamos obligados a la sangre más alta.
Todo nuestro misterio reside en la luz.
Oh amor, somos criaturas y la luz nos ensalza!
Yo siempre me sentiré unido a ti en la luz!
¡Por encima del aire y del silencio mi amor solo en la luz resucitada!
Mi amor que eres tú, y tu nombre pequeño, preferido en mis labios.
Y tú también llevas la luz en tus ojos, la claridad más sola, el misterio
                          la gracia de la esposa,
la obediencia en la luz, la mano del Señor, el consuelo perfecto
                          de su voz humana.

Hoy quiero cantar mi amor que eres tú, y mañana serás
                          toda la luz del cielo!



De "Cantos de primavera" 1936
  

ELSA LÓPEZ




La madre

                             "Estos días azules y este sol de la infancia".
                                                                   Antonio Machado



Cuando murió la madre lo supo de una forma distinta,
poco clara quizás.
De herencia le dejó un álbum de serpientes,
una cómoda antigua con cristal de bohemia,
un cuadro con jardines y una calle de plomo.
No lloró casi nada,
?o mucho, poco importa eso ahora?
Pero hoy, al recordarla detrás de los cristales

de esa ciudad sin niños,
le ha venido a la pena la imagen de su cuerpo,
una ventana, la isla de colores,
el muelle de granito con sus prismas dorados,
la casa, los anones, el mar, las plataneras,
oscuros paraísos cubiertos de sal fina
y una muchacha absurda de mirtos al alféizar
viendo morirse el agua
por detrás de la línea que llaman horizonte.
(La madre le contaba que le gustaba verse,
agridulce y romántica,
mirar aquellos barcos hacerse diminutos
y quedar engullidos por azules praderas.)


De: "Cementerio de elefantes" 1992