sábado, 14 de diciembre de 2019


GOTTFRIEND BENN




Metropolitano



Aguaceros suaves. Flor temprana. Llega
del bosque un aire a pieles cálidas.
Se alza el enjambre púrpura.
Asciende la gran sangre.

Ella, desconocida, viene a través de toda esa primavera.
El pie, la media, ahí, sí, pero concluye y se cierra
lejos, inalcanzable. Sollozo sobre el umbral.
Florecer tibio. Humedades ajenas.

¡Oh, cómo derrocha su boca el aire tibio¡
Tú, cerebro de rosas, sangre de mares, media luz en las alturas,
tú, bancal terrenal, cómo fluye fresco de tus
caderas el hálito que te envuelve al caminar.

Oscuridad: ahora vive bajo su vestido:
sólo animal blanco. Despreocupado; mudo aroma.

Un pobre perro cerebral. Sobrecargado con Dios.
¡Estoy tan harto de esta frente mía! Oh, si un andamio
de espádices la desprendiera suavemente
y se hinchara y retemblara y goteara con ella.

Tan desprendido. Tan cansado. Quiero caminar.
Anémicos los caminos. Canciones en los jardines.
Sombras, diluvio. Dicha lejana. ir muriendo
hacia el profundo azul liberador del mar.


1913


ENRIC SÓRIA





Balcón interior

                                           Ay, Valencia, capital del olvido
                                                             Luis Fernández


No sé si aún te acuerdas;
tenías dieciocho.
Estábamos en casa de un amigo,
en un atardecer del mes de junio.
Bebidos por completo,
buscamos la frescura del balcón.
Valencia era un paisaje de patios interiores,
de grises derrotados.
Un paisaje secreto,
un paisaje tristísimo,
una belleza sórdida,
como una obra de Buero
o la modulación
de un lamento alargado.

Entonces sí gozábamos del tiempo.

No hemos vuelto jamás a aquella casa.
Ni el dueño nos saluda.


De: "Andén de cercanías"
Traducción de Carlos Marzal






HENRIK NORDBRANDT





En un puerto del mediterráneo



Yo no sé qué es lo más importante:

      El dulzor especiado del amargo café
mezclado con el sabor del primer cigarrillo de la mañana
      o el olor a pescado y barcos recién pintados.
Los desteñidos vestidos tendidos en cuerdas entre almendros en flor
      o las montañas que los resaltan...

No, ninguna de esas cosas sola, sino todas juntas
      desvelan que yo he aniquilado algo

y que su presencia me va a torturar el resto de mi vida
      porque no le hice caso mientras estuvo aquí.


De: "Nuestro amor es como Bizancio" en "Alrededores"
Versión de Francisco Uriz



SHINKICHI TAKAHASHI





Ausencia



Decid que no estoy.
Decid que aquí no hay nadie,
que regreso cincuenta millones de años después.



ALFONSO CORTÉS





Las tres hermanas



Hada es la luz, Estela la armonía,
y Teresa la gracia. Y en Teresa,
en Estela y en Hada, culmina esa
fiesta de amor que hace perfecto el día.

Una canta. Otra sueña. Otra confía
al tiempo errante su ilusión ilesa,
y en la sonrisa de las tres se expresa
la suprema verdad de la poesía.

Las tres hermanas en felices horas
hilan en ruecas de ilusión sus vidas,
como la encarnación de tres auroras

gemelas, y en sus danzas y en sus juegos,
van hacia la Esperanza, precedidas
por un coro feliz de niños ciegos.



HEINRICH HEINE




El emperador de la China



Mi padre fue un zoquete, templado y receloso;
Mas yo el champagne apuro, y sé un monarca ser.
¡Oh mágica bebida! yo descubrí gozoso,
Que cuando alegre libo el néctar espumoso,
La China se embriaga de gloria y de placer.
Cual tulipán precioso de púrpura manchado,
Mi imperio, flor de Oriente, se extiende aquí y allá.
A ser yo casi un hombre ¡oh cielos! he llegado,
Y hasta mi esposa misma, mi esposa, en cinta está.
Y por doquier la dicha y la abundancia crece:
Se curan los enfermos, mitigase el dolor;
Y hasta Confucio, el sabio de corte, me parece
Que filosofa ahora con claridad mayor.
El negro pan del pueblo trocóse en pastaflora;
El pobre sus harapos por sedas cambió,
Y el mandarín, el sabio, legión abrumadora
De monos jubilados, recobran en buen hora
La varonil firmeza que de su cuerpo huyó.
Chinesca maravilla que desafía al cielo,
Ví de Pekín la iglesia severa terminar;
Los últimos judíos la buscan con anhelo,
Bautismo allí reciben, y por premiar su celo
Les voy del dragón negro la cuarta cruz a dar.
La revolucionaria idea se ha apagado,
Y -«Oh, no, ya no queremos tener constitución,
Hasta el mantschou más noble exclama entusiasmado
-Es al Kantschou, al schiago al que ama la nación,»
Me dicen los doctores: «no bebas,» mas yo bebo,
Y sorbo y sorbo apuro, cumpliendo mi deber;
Se trata de mis pueblos, a su salud me debo,
Y debo por su dicha beber y más beber.
Y un vaso, venga un vaso, un vaso todavía;
Yo mi salud a China daré con loco afán;
Mis chinos más felices se juzgan cada día,
Y bailan, mientras cantan, riendo de alegría:
«Heil dir in Siegerkranz, Retter des Vaterlands,»¹


1. Ceñid la corona de vencedor, salvador de la patria.