jueves, 20 de noviembre de 2014

JORGE EDUARDO EIELSON

 

Ceremonia solitaria en compañía de tu cuerpo

 

Penetro tu cuerpo tu cuerpo
De carne penetro me hundo
Entre tu lengua y tu mirada pura
Primero con mis ojos
Con mi corazón con mis labios
Luego con mi soledad
Con mis huesos con mi glande
Entro y salgo de tu cuerpo
Como si fuera un espejo
Atravieso pelos y quejidos
No sé cuál es tu piel y cuál la mía
Cuál mi esqueleto y cuál el tuyo
Tu sangre brilla en mis arterias
Semejante a un lucero
Mis brazos y tus brazos son los brazos
De una estrella que se multiplica
Y que nos llena de ternura
Somos un animal que se enamora
Mitad ceniza mitad latido
Un puñado de tierra que respira
De incandescentes materias
Que jadean y que gozan
Y que jamás reposan

 

De "Ceremonia solitaria"

 

 

LUIS HERNÁNDEZ


 
Coleridge, S.T.

              Te regalo las adormideras/ que crecieron/ Junto al Támesis/
                               Para Samuel Taylor/ Samuel Taylor Coleridge...

 

Rodeado de fantasmas
Samuel Taylor Coleridge:
Por qué hiciste tonterías
Algo más esperé de ti:
No esperar más.
Pero fuiste un milagro
De rara belleza
In Xanadú.

 

CÉSAR MORO



Abeja negra

 

Más bien buscar hacia el cisne
Y los blasones cruzados son espadas
Un puñal como almohada
Una lágrima eterna sobre la frente
Bajo el alto tocado
El silencio entre las flores que hacen signos
A la puesta del sol
Una golondrina cayendo verticalmente en un lago
La torre y las cortes de amor
El mar que irrumpe con espuma en los labios
El horizonte regular de una vida bajo la lámpara
Apagadas todas las luces es posible
Escuchar gemir el ave nocturna
En su oído


 

 

JAVIER SOLOGUREN



Bajo los ojos del amor

 

Aún eres tú en medio de una incesante cascada
de esmeraldas y de sombras, como una larga
palabra de amor, como una pérdida total.

Aún eres tú quien me tiene a sus pies
como una blanca cadena de relámpagos,
como una estatua en el mar, como una rosa
deshecha en cortos sueños de nieve y sombras,
como un ardiente abrazo de perfumes en el centro del mundo.

Aún eres tú como una rueda de dulces tinieblas
agitándome el corazón con su música profunda,
como una mirada que enciende callados remolinos
bajo las plumas del cielo, como la yerba de oro
de una trémula estrella, como la lluvia en el mar,
como relámpagos furtivos y vientos inmensos en el mar.

En el vacío de un alma donde la nieve descarga
en una ventana hecha con los resonantes emblemas del otoño,
como una aurora en la noche, como un alto puñado de flechas
del más alto silencio aún eres tú, aún es tu reino.

Como un hermoso cuerpo que baña la memoria,
como un hermoso cuerpo sembrado de soledad y mariposas,
como una levantada columna con el tiempo a solas,
como un torso cálido y sonoro, como unos ojos
donde galopa a ciegas mi destino y el canto es fuego,
fuego la constelación que desata en nuestros labios
la gota más pura del fuego del amor y de la noche,
la quemante palabra en que fluye el amor, aún.

 
De "Vida continua" 1989

 

 

ROSSELLA DI PAOLO



Las altas distancias

 

Si yo escribo tu nombre en la arena
y tú escribes mi nombre en la arena
pero en otra playa
es que hemos descuidado las cosas;
hemos dejado que crezca el mar como hierba mala
y habrá que ir arrancándolo con cuidado
hasta alisar la arena de esa playa
donde puedas escribir mi nombre rozando el dedo
que está escribiendo el tuyo despacito.

 

 

CÉSAR ÁNGELES L.



En Italia

 
 

Sin vergüenza en un campo italiano. Desnudos con Lucía
en el campo italiano. Lucía recoge el saco de granos.
Veo la luz reflejarse en su espalda, en ambas nalgas,
donde una ranura oscura provoca imaginar su sexo, sus
vellos, sus aguas eróticas.

La piel refleja la luz solar. Lucía tiene cabello como
crines que vuelan cuando la llamo y ve que soy yo.
Habíame dejado la barba.

Ahora sentado en esta tierra que ella pisa, los mismos
pies que desayuné de madrugada.

Sin vergüenza desnudos los dos, cultivando este campo
de trigo que será nuestro algún día. Mantenemos -con otros
campesinos de manos más callosas- a la
vida que bulle en la ciudad.
Este instante sólo tengo ojos para contemplar su cuerpo.
Dejo de trabajar.